“Siempre pensé que a qué casa se iría Luther King cuando fue asesinado...”. Esta frase me ha venido a la mente esta mañana, que sería la frase que iniciase esta pequeña crónica del concierto que ofreció el grupo de jazz Sazón en Castellón, el el pub Soho, el sábado 7 de junio de 2025 y a beneficio de ASPAC Asociación Protectora de Amigos de los Animales de Castellón. Nunca se fíen de la mente de un creador, pues siempre andamos soñando, e inventando, y confundimos lo que ustedes llaman realidad con lo que nosotros no sabemos ni cómo llamarlo. En realidad nunca pensé en esa imagen, de Luther buscando 'hogar' una vez fue abatido por un enemigo de la libertad y de sus bellos portavoces. Ocurre —creo— que cuando pensé en esa imagen de Luther, en la muerte, entrando en una casa perfecta y echando raíces, ya en paz por fin como un árbol, era que esa imagen era perfectamente cerrada y eterna y la había visto yo más veces, y existía, y porque existía yo “siempre pensé que a qué casa se iría Luther King...”.

¿Podrías presentar tú el evento? Me preguntó Felisa, de Aspac; y claro, le dije que sí, por supuesto. Felisa es una histórica como la mayor parte de las componentes de la junta directiva de Aspac, en el salvamento y acción por los animales y, en su caso, en el cuidado de las personas con enfermedades mentales en Castellón. Buen tema, mismo tema, el de las enfermedades mentales y el jazz. Y si no que se lo pregunten, con la cabeza alta hacia las nubes (hacia donde toca ya eternamente sentado en una algodonosa y comodísima silla blanca su ahora emplumado contrabajo), a Charles Mingus. Ahora su droga es un más cercano sol.
Y en esas estaba yo —ya en plena presentación de la banda— hablando someramente del nacimiento del jazz en el pub Soho, con un micro muy bueno (se lo dije a Jose, quien lleva el local); con ese micrófono y esos bafles, si existiese dios, se podría ejercer la primera plegaria que desde este suelo él lograse oír.
Aunque si dios es ese que manda ese horror mayor que todas las novelas de Stephen King que es el Apocalipsis, mejor que no nos escuche ni se acuerde de por dónde andamos; que bastante jodidos estamos ya, ¿no creéis?
Hablé en esa entradilla antes de que comenzase a tocar el grupo de los conflictos y luchas que zarandeaban el mundo cuando el jazz se afianzó internacionalmente (nacido oficialmente a principios del siglo XIX, y emergido de las gargantas de negros explotados en los campos de algodón; hijo del blues, de las marchas y de la música clásica, hijo de lo más animal y profundo que poseemos); dije del amigo de Luther, Malcolm, quienes no tenían en sus prédicas nada que ver pero eran amigos. El uno decía: No te defiendas y reza por tu enemigo (a la manera de Gandhi); el otro: tornemos a África; con el demonio blanco jamás seremos libres, entre ellos. Entre tanto, luchemos de todas las formas contra su asquerosa opresión, hermanos. Orgullo negro.
Y de allí nacieron las míticas panteras negras.
«Si el hombre no ha descubierto nada por lo que morir, no es digno de vivir», es una de tantas frases hermosas que dijo el llorado reverendo antes de que el 4 de abril de 1968 fuese asesinado de un disparo mientras se hallaba en el balcón del Motel Lorraine, en la ciudad de Memphis, Tennessee. Tanto su mujer, Coretta Scott King, como él esperaban algo así; estaban cercados; ya hubo intentonas de acabar con esa gran alma fundacional y antiquísima.
Entonces yo comenté que la generación beat por entonces ya estaba más que cristalizada y Kerouac y su panda andaban drogándose, bebiendo sin parar y recorriendo todos los Estados Unidos en autos para descifrar y realizar una crónica sobre el hombre moderno. Tanto estos escritores acudieron asiduamente a ver tocar a grandes estrellas de jazz del momento como los músicos de blues, jazz, rock y del punk nacido casi de la mano de la liberación hippie, acudieron, e incluso actuaron juntos, en lecturas literarias de escritores de la contracultura del momento. El jazz había sido prohibido en varias ciudades de América en los años veinte, pero eso no impidió que siguiera vivo y sonando, por los subterráneos, siempre por los subterráneos, música de culto como el metal; no es casualidad que tenga el título de “Los subterráneos” una de las novelas de Kerouac.
“Soy consciente de la importancia del punk en el mundo y en la música”, dijo gravemente Clapton entre ese maremagno de agitación social en América que impactaba fuertemente en el resto del mundo; el mundo conmocionado, es en Inglaterra donde emergió ese ritmo anarca del punk que vino a aplastarlo todo. Eric incluso acudió a tiendas de música punk para adquirir discos de esos músicos y compró merchandising. Él, que estaba en la cumbre de su música y carrera, reconocido mundialmente e incluso en algunos muros cuando viajaba podía leer una clásica pintada: “Clapton es Dios”, debía, decía a sus amigos, ponerse al día y avanzar con lo que los nuevos músicos estaban trayendo, para crecer.
Un tiempo generoso. Quizá porque desde esos años setenta la generación hippie emanó con tanta fuerza su “peace and love”, que tanto caló y hasta nuestros días; parece que sea para siempre cuando vemos en nuestra mente (y sonreímos) a ese John Lennon junto a Joko Ono en la cama cantando rodeados de decenas de periodistas el “Give Peace a Chance”, en esa suite llena de carteles rotulados con mensajes de paz del Hotel Queen Elizabeth.
Nina Simone se marchó enfadadísima y rota de Nueva York cuando Luther King fue asesinado, esa puede que fuera la gota que colmó el vaso de su doliente vida (ella era bipolar y alcohólica crónica), además mujer en un mundo de hombres (el del jazz; bueno, todos los mundos eran y siguen siendo por desgracia de hombres, pero avanzan, avanzad, mujeres, que los hombres siempre son más idiotas!).
Philip K. Dick escribía sus novelas de ciencia ficción en un apartamento destartalado junto a su pareja en algún suburbio mientras el FBI empezó a perseguir a comunistas y cualquiera que tuviera una vida al margen del sistema era señalado como eso. Dick fue visitado muchas veces por esa policía oscura que perseguía a los intelectuales que el estado consideraba peligrosos. No creo que hubiera alguien más alejado de la política, de cualquiera de ella, que el loco de Dick, que para crear sus novelas echaba el tarot y según la carta que saliese sus personajes proseguían por un camino o por otro. Toda su visión del mundo estaba irrigada por esoterismo denso y pensamientos mágicos.
Entonces en esa presentación de Sazón yo dije que todo eso que había ocurrido, toda esa conmoción social mundial que trajeron grandes mujeres y grandes hombres, había sido hecha y había impactado fuerte y decisivamente en nuestra cultura. Pero ahora estábamos en la última y más necesaria y urgente y beneficiosa lucha, la actual animalista, la de la liberación animal, la vegana. Sin liberar a los reos de siglos, a los nunca nombrados ni por las bocas más flor, el humano jamás podrá ver el mundo como es, ni saber de la libertad de verdad, de la amistad de verdad, del amor de verdad. Y siempre habrá violencia mientras el humano ejerza violencia contra el resto de los animales.
Eso y otras cosas más dije que no recuerdo porque como poeta soy, igual que los integrantes de Sazón, muy jazz, muy punk, e improviso mucho.
Como poeta estaba allí, para leer algún poema al inicio con mi presentación del acto y luego, a mitad de concierto de Sazón, cuando los músicos descansaban un tanto, leería algo más.
Violencia, paz. Amor, odio. Todo ello girando y bailando con las manos unidas en un gran círculo en esta tierra, caras tétricas, caras sonrosadas ufanas de enamorados, niños en esa danza, inocentes en esa danza, alces saltando esa cuerda roja casi en fuego y huyendo. Disparos de cazadores.
Bellis perennis o margarita, centaurea ornata o abrepuños, rododendro, azafrán, apio caballar, orquidea abejera, tomillo, rosa, diente de león, flor de invierno, nacen como olas gigantescas esta primavera que los media (que siempre mienten pero en esto dicen verdad) califican como la más intensa en fragor de inflorescencias en mucho tiempo. Clavel, ortensia, tulipán, orquídea, Edu, Anabella. Edu a la guitarra, Anabella voz y trompeta y, los dos miembros más que tocaron de Sazón, Javi teclista y el percusionista Toni.
Es... primavera. Ya casi verano.
“El amor me está volviendo loca. Tengo que sacar todo esto de mi pecho”, dice en la canción From the start, la artista Laufey...
La casa de Luther. Nuevamente junto a Coreta. Es... por enésima vez primavera...
Además de este artículo acaba de salir por ahí una entrevista que he hecho al gran músico cantautor Chinoy, cuyo titular es “Chinoy, el bardo que ve alegría en el futuro”.
- Take five- The Dave Brubeck Quartet - From the Start- Laufey - Bésame mucho - Fly me to the moon- Frank Sinatra - The girl from ipanema- Stan Getz - Nunca vas a comprender - Rita Payés - Todas las hojas son del viento- Pescado Rabioso - My funny valentine- Chet Baker - Desafinado- Stan Getz - Just the two of us- Grover Washington - What you wont do for love- Bobby Calwell - Canela en rama- El kanka - Cheek to cheek- Ella Fitzgerald
(lo anterior es el repertorio que tocaron Sazón)

Sazón dio el 7 de junio de 2025 en el pub Soho de Castellón un concierto inolvidable, lleno de fuerza y talento, una ejecución musical sorprendente, tanto de cada músico por separado como en fusión de banda, que al público asistente dejó estupefacto. Compartí con buena parte de los asistentes que quedaron como yo quedé, muy impresionado. Sazón, una banda que lleva sólo rodando un año, acaban de salir del Conservatorio pero habitan sin duda la casa de Luther (situada muy arriba con zancos de rosa) porque tanto Anabella como Edu como el resto de los músicos lo tienen, aquello, aquello verdadero y hermoso de aquel tiempo trenzado de tanta belleza, de tantas bellezas, en que todo cambió, en la cultura, en el pensar, en la música y en la literatura.
La voz de Anabella hay que tratarla aparte. Es una intérprete de más de diez, su voz es soberbia y única.
Aparte también la forma de usar como un salvaje precioso la percusión Toni, quien trasladó una alegría al grupo, un tam tam que el grupo seguía, y no (así es el jazz), y en ese paso, contrapaso, carrera y detenimiento onírico, se sucedieron temas conocidos y otros no tanto porque son actuales pero fueron hermosos, que embelesaron al público asistente, nos dejaron locos, ciertamente. El teclista también era muy gracioso; por eso hay que repetir que lo que hizo que el grupo se ganase desde el inicio al público fue no sólo su ejecución artística sino su talante, espontáneo, cercano y cómico. El teclista echaba bromas a veces entre canción y canción, así como el percusionista y hubo un momento al final de la actuación en que entre broma y broma y pasarlo bien (que era la razón de su música que me dijo tenía Sazón, Edu, el guitarrista, en una entrevista que se publicó en algunos sitios con título “La joven sangre del salvaje jazz se alinea en defensa de los animales”), se vio sonreír como luz a todos los músicos, un estatuario de felicidad y paz completa, la tierra prometida; lo que vio Milton, lo que vio Blake y acaso Holderlin al final de su vida cuando loco por completo —o no, porque seguía escribiendo su Hiperión—, no se comunicaba con las visitas y sólo reía como un animalillo mirando las flores de su jardín. La luz de arriba en ese momento eterno de sonreír de la banda creo que era la blanca (el pub intercambiaba colores de luces, el plano en el que estábamos era detenido y de otro mundo) y sonreían, se miraban sonriendo, los músicos. Luego tocaron más temas hasta que terminaron con uno muy socarrón que nos hizo reír mucho a todos y la gente que había sentada se levantó para aplaudir de pie.
De pie, alegres y dignos con una alegría genuina y antigua.
“Son muy buenos”, me susurró Iratxe mirándome intensa con sus ojitos de estrellas en la penumbra iluminada del pub y que ella diga eso de una banda emergente es mucho, porque además de ser una melómana redomada como yo, ella ha estudiado piano además de su profesión de abogacía, y ha asistido a infinidad de conciertos de jazz cuando en Castellón había locales para ello, en el puerto, locales que ya se fueron cayendo y derrumbando —con su azul humo y su autenticidad— a la llegada de la globalización y su destrucción abrupta de todo en las artes pero esa tarde noche el arte brilló como digo, decimos. Aplaudíamos, como ángeles en paz de una fuente. Agua, agua...
Fue cuando se pudo ver salir de la puerta azul de su nueva casa al tan llorado por admirado Luther diciendo al mundo: “ahora mi sueño es más grande”, señalando al cielo y Vimos pasar miríadas de pájaros libres cantando.
Gritaban al unísono una palabra, algo crucial, a la galaxia, al mundo, a toda casa.
“Todas las hojas son del viento Ya que él las mueve hasta en la muerte Todas las hojas son del viento Menos la luz del Sol Menos la luz del Sol”
* * *
“Venimos de una rosa antigua de una enunciación antigua de la rosa. Venimos de unos pliegos amarillos que sólo olían ya a polvo y a muerte”
“Y habrá caballos libres corriendo por las calles Será el día de las liberaciones masivas. El niño habrá hablado con el carcelero y el carcelero con su corazón.”
* * *

“Vuestro concierto ha sido animal, si hay algo que se pueda definir como animal es lo que aquí habéis hecho”, les dijo Ángel Padilla a los músicos al finalizar el concierto y era cuando todos nos fuimos a nuestras casas mientras los músicos guardaban sus instrumentos en su vehículo y las flores se mantienen y suben sea noche sea día, que llega ya el verano, uno precoz como un potro que ha nacido demasiado pronto y está rabioso y como ciego, con fiebre.
Acarícialo, es una canción.
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