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Cómo se recicla una batería de plomo: todo lo que necesitas saber | |||
Contienen materiales que, mal gestionados, pueden ser altamente contaminantes. Sin embargo, si se reciclan correctamente, permiten recuperar hasta el 95 % de sus componentes | |||
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El reciclaje de baterías, especialmente las de plomo, se ha convertido en un pilar fundamental de la economía circular y sostenible. Y es que este gesto supone un gran paso para el cuidado del medioambiente. Aquí te explicamos cómo se reciclan y los beneficios que tiene para el cuidado del planeta. Las baterías de plomo, usadas en automóviles, maquinaria industrial, telecomunicaciones o sistemas de energía de respaldo, contienen materiales que, mal gestionados, pueden ser altamente contaminantes. Sin embargo, si se reciclan correctamente, permiten recuperar hasta el 95 % de sus componentes, siendo una de las tecnologías energéticas más sostenibles del mercado. ¿Por qué es tan importante el reciclaje de las baterías de plomo? Estas baterías están compuestas principalmente por plomo, ácido sulfúrico y plásticos, que, si se abandonan o gestionan de forma incorrecta, pueden tener un impacto negativo en el medio ambiente, contaminando el suelo, el agua y representando un riesgo para la salud humana. Por eso es importante contar con un sistema de recogida y tratamiento eficiente, en el entorno doméstico e industrial. En la actualidad, en España, el reciclaje de estas baterías está regulado por normativas europeas estrictas que garantizan su correcta gestión como residuo peligroso. Y ya existen empresas especializadas que se encargan de su recogida, transporte seguro y tratamiento en instalaciones autorizadas. Este proceso incluye la separación de materiales, la neutralización del ácido y su reutilización para la propia molienda, evitando consumo de agua en la fundición del plomo, también se recupera el plástico para transformarlo en nuevos productos. Una práctica con beneficios medioambientales y económicos Aparte del beneficio medioambiental, el reciclaje de baterías de plomo tiene un impacto positivo en la economía. Al recuperar plomo y otros materiales, se evita la extracción de nuevas materias primas, una actividad costosa, que tiene un fuerte impacto ecológico (el reciclaje de plomo requiere hasta un 60 % menos de energía que su obtención desde la minería). También ayuda a reducir la contaminación de suelos y aguas subterráneas, una de las principales amenazas asociadas a la gestión inadecuada de residuos peligrosos. Y es que una batería de plomo mal desechada puede liberar metales pesados y ácidos altamente tóxicos. De ahí la importancia de que toda la cadena de reciclaje funcione correctamente y con responsabilidad. Por último, a nivel industrial, este modelo de recuperación ofrece otras ventajas como la reducción de costes, el cumplimiento de las exigencias legales y la mejora de la reputación ambiental de las empresas. Y para el consumidor, esto implica la tranquilidad de saber que esos residuos no están contaminando el planeta. De hecho, la concienciación ciudadana es otro de los aspectos relevantes que cobra protagonismo en el reciclaje de las baterías de plomo. Pero todavía queda mucho trabajo por hacer, porque, en ocasiones, los ciudadanos no saben dónde se encuentran los puntos de recogida o no dan importancia al reciclaje de este tipo de residuos. Por eso es fundamental llevar a cabo campañas informativas y señalizar bien los puntos de entrega para impulsar la recogida selectiva de este tipo de baterías. En definitiva, el reciclaje de baterías supone una solución para proteger el medioambiente y reutilizar los recursos de forma eficiente y rentable. Apostar por este modelo de gestión de residuos es una oportunidad real para construir un futuro más sostenible. |
El programa L’Oréal-UNESCO ‘For Women in Science’ ha celebrado en el Teatro Real de Madrid la 19ª edición de sus ‘Premios a la Investigación’ en España, en un acto que ha congregado a destacadas figuras del ámbito científico, académico e institucional para reconocer la labor de cinco jóvenes investigadoras.
En España existe legislación que protege a las golondrinas, los aviones (del género Delichon) y también a los vencejos, ya que se consideran especies protegidas por su importancia ecológica y su preocupante disminución en las últimas décadas. Las multas por destruir nidos protegidos pueden ir desde los 600 € hasta más de 200.000 €, dependiendo de la gravedad, el número de ejemplares afectados y la reincidencia.
La artista, fotógrafa y profesora universitaria Toya Legido presenta en el Real Jardín Botánico-CSIC (Cátedra Cavanilles. Pabellón Villanueva - Madrid) una instalación artística que, aunando investigación y arte, visualiza la notable desaparición de estos importantes insectos entre 1975 y 2025. La muestra puede verse hasta el 31 de agosto.
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