Alejandro del Pino tiene una visión muy clara acerca de la labor educativa. Aboga por metodologías activas de enseñanzas y por una escuela que sea capaz de conectar a los alumnos con el mundo que les rodea. Es por ello que, en su empeño de transmitir aquello en lo que cree, ha creado la marca de literatura infantil y juvenil, así como de divulgación educativa, Worlds Builder, bajo la cual ha sido publicado su primer álbum ilustrado Profesiones imposibles para pintar futuros verdes, junto al ilustrador Javier Pajuelo. El álbum agotó la primera edición poco después de su salida al mercado y ha sido presentado en sitios tan emblemáticos como el Templo de Diana en Mérida.

Alejandro, hay muchísimo que hablar de tu proyecto casi de vida, diría yo. Tenemos un precioso álbum ilustrado, sí, pero también hay algo que trasciende a él. ¿Podrías hablarnos sobre tu visión más educativa? Si tuviera que compartir una visión educativa para nuestro presente y futuro, diría que la escuela necesita recuperar la sabiduría del hacer con las manos, del mirar con atención, del escuchar con pausa y aportar con un espíritu tan crítico como constructivo. En un tiempo donde lo digital avanza a una rapidez vertiginosa, la escuela, lejos de ser un muro que contenga su progreso, ha de erigirse como el oasis de una sociedad asistida por la Inteligencia Artificial, en el que el alumnado continúe conociendo el mundo en contacto directo con él y pueda desarrollar habilidades esenciales en la infancia. La escuela, se revela como un lugar en el que los niños y niñas aprenden a sembrar ideas, a construir futuros, a analizar el cambio y a disfrutar de las galaxias lejanas y de las que viven dentro de nosotros. Debemos insistir en fomentar un aprendizaje enraizado, aquel que surge cuando aprendemos del árbol por leer bajo su sombra, bailar junto a sus hojas y por treparlo para mirar nuevos horizontes.
Me vas a permitir el comentario, pero en los últimos años he visto que la profesión educativa ha sido en parte maltratada por cosas como la baja nota de corte que existe para acceder a la carrera o que muchos la vean como una opción fácil. Creo que eres el más indicado para reivindicar la vocación. La dignificación de la profesión docente es hoy una tarea urgente para la sociedad en general y para las comunidades educativas en particular. En un contexto donde se ha banalizado su valor al presentarla como una carrera sencilla o una profesión con ‘muchos días de vacaciones’, cabe recordar que enseñar es un acto de profundo compromiso con el futuro y que va mucho más allá de transmitir aprendizajes. Ser maestro/a es un privilegio, pues no solamente es la profesión que forma profesiones, sino la persona que ayuda a otras a comprender el mundo y a ilusionarse por un futuro donde lo imposible se reinventa. Ser maestro/a es ser el protector de una llama, el encargado de un jardín colmado de posibilidades, el confidente de un universo de emociones.
En la primera pregunta me has hablado de tu enfoque. ¿Podríamos dar un ejemplo a los lectores más concretos sobre qué sería una metodología activa de enseñanza? Las metodologías activas son aquellas que permiten que el alumnado adquiera un rol activo dentro de los procesos de enseñanza-aprendizaje. Esto es, el alumnado no es un mero receptor de toda suerte de aprendizajes seleccionados por un maestro o maestra, sino que construye su propio aprendizaje con la constante guía del docente. En este sentido, mi último proyecto, el álbum ilustrado Profesiones Imposibles para pintar futuros verdes cuenta con un código QR al final de la historia que muestra una serie de propuestas pedagógicas para realizar en los hogares y en las escuelas. En ellas, el alumnado ha de participar activamente. A fin de cuentas, las metodologías activas son la mejor herramienta, actualmente, para interiorizar y desarrollar competencias en los discentes.

¿Qué ingredientes son los que más faltan hacen en educación? La educación necesita individualizar, todo lo que le sea posible, los procesos de enseñanza-aprendizaje y atender las necesidades de un alumnado que, en cualquier contexto, siempre es diverso. Requiere ilusión, compromiso y saber escuchar, pero, sobre todo, precisa de saber acompañar, de abrazar lo que está por descubrir y de no dejar nunca de pensar en el siguiente desafío.
Alejandro, ¿qué es Worlds Builder? Worlds Builder es un sueño que no se ha perseguido, sino que se ha forjado. Es una declaración de intenciones, un camino a seguir. Worlds Builder es una marca de literatura infantil y juvenil que aspira a enseñar desde la fantasía, que reivindica la creatividad como un derecho de todos y como una seña de identidad común a todos los seres humanos. El primer producto que nace de la mano de la marca Wolds Builder es el álbum ilustrado ‘Profesiones Imposibles para pintar futuros verdes’, que reivindica la importancia de reconectar con nuestro entorno desde la amabilidad y la sostenibilidad de una forma imaginativa y para todos los públicos. En la actualidad, ya tengo escritos otros proyectos que podrían ver la luz como futuros álbumes ilustrados, respetando siempre la vertiente pedagógica inherente a mi forma de plantear proyectos.

Profesiones imposibles para pintar futuros verdes es tu primer álbum ilustrado de la mano de Javier Pajuelo. ¿Qué crees que puede hacer él por este mundo que quieres construir? Trabajar con Javier Pajuelo ha sido una gran suerte. Compartimos muchos gustos y tenemos muchas referencias en común. Javier entendió desde el primer momento el planteamiento del proyecto y, es más, se ilusionó considerablemente por participar en él. Pero no se limitó únicamente a dar forma a las ideas que le propuse, sino que puso un poquito de él en cada paisaje y personaje, ayudándome a dar forma al paracosmos de la secreta Academia Esmeralda, de sus misteriosos guardianes y de sus increíbles profesiones imposibles.
Estás en plena gira de presentaciones, de entrevistas con medios… ¿Cómo está siendo para ti esta experiencia? ¿Qué te estás llevando de ella? El debut de Profesiones Imposibles para pintar futuros verdes no ha podido traernos, hasta el momento, más alegrías. A escasos días de su salida, se agotó la primera edición, hemos podido presentarlo en marcos inmejorables como el Templo de Diana (Mérida) y en la Plaza San Francisco (Badajoz) y cada vez son más las librerías y reseñistas que se interesan en conocer un poquito más del apasionante mundo que el pincel de Javier Pajuelo y mi pluma, han conseguido dar forma.
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