¿No somos nosotros los que sufragamos la riqueza de las élites progres? ¿No son los ciudadanos los que compran cada vez más caros los productos que ofrecen las grandes corporaciones y multinacionales? ¿No son los ciudadanos los que deben soportar el recorte presupuestario y el descenso de calidad de los servicios públicos? ¿Por qué consideramos distinto lo que destinamos al Estado y lo que destinamos a las grandes empresas cuyas propietarias son las élites?
Las corporaciones elitistas han llegado a ese nivel gracias a lo que nosotros hemos aportado habiendo sido engañados, y cada día hay más personas en situación de extrema pobreza gracias a la indiferencia. Si el mercado (que somos nosotros), favorece que los ricos elitistas se hagan cada vez más ricos, no deberíamos despreciar la posibilidad de que el Estado (que también somos nosotros), trate de ayudar a los pobres que cada vez son más pobres.
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