¿Le importa verdaderamente a las Naciones Unidas, al Consejo de Seguridad de la ONU, a la propia ONU, en el caso de la guerra como la de Ucrania u otras similares, la cantidad de miles de personas fallecidas y dañadas por la guerra, la cantidad de estragos, la necesidad de la paz y de reconstrucción de un país hundido y masacrado? Creo que los Gobiernos, aparte de la seguridad en la Unión Europea, etc., deberían de preocuparse también por el bienestar de los pueblos y tratar de negociar el alto el fuego, como ya ocurre en Palestina y va a ocurrir en Ucrania, un poco tarde.
Es muy triste que nadie se acuerde de las vidas y los derechos humanos de las personas que van a la guerra, que son como piezas de un mecano instrumentalizadas, de las que nadie, salvo sus familias, echa de menos. La humanidad parece no haber aprendido las lecciones derivadas de los discursos y acuerdos de la Segunda Guerra Mundial, y de la propia Carta de la ONU, que en muchos casos pareciera que fuese papel mojado.
La diplomacia, los gobiernos, no pueden justificar la guerra. Es preciso construir la paz, negociar y buscar alternativas, y, sobre todo, preguntarse por el coste no solo de vidas humanas, sino de la guerra. ¿Quién paga la guerra? Debería de haber un referéndum en cada país a nivel de la Unión Europea sobre quién quiere o no, y de qué modo, rearmar a Europa.
Tampoco podemos olvidar a los cientos de voluntarios y trabajadores anónimos internacionales, así como a los periodistas caídos en la guerra por realizar labores humanitarias y de información. Creo que tanta ingratitud en este último olvido no cabe en ningún enorme edificio pomposo y gubernamental de quienes nos gobiernan. Baldón ignominioso por ellos, pues ellos, como no van al frente, ven los toros desde la barrera; si fueran al frente, otro gallo les cantaría.
Ya es hora, como dice la Biblia, de hacer nuestra la palabra bíblica del profeta Miqueas 4, 3-4: "Que convertirán sus espadas en azadones y no se prepararán ni se adiestrarán más para la guerra". Ese es un deseo necesario y mundial para el progreso de la humanidad y la paz de los pueblos, y seamos en lo posible todos constructores de la paz.
No vemos manifestaciones en Europa en contra de la guerra, por la paz, por la solidaridad de los pueblos. ¿La indolencia y el silencio adormecido son absolutos en brazos de la distracción, el consumismo y el olvido, en la sociedad del cansancio, como dijo el filósofo Byung-Chul Han?
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