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Sergio Brosa

IPCC (ONU): RIP (I)

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La publicación por un pirata informático de centenares de correos electrónicos entre diversos científicos vinculados al Intergovernmental Panel on Climate Change, de la ONU (IPCC), ha puesto en la picota al propio IPCC, a sus científicos y a todo el mensaje sobre el calentamiento global, al poner de manifiesto la manipulación de los datos de la temperatura con los que juegan los responsables científicos del IPCC, falseando los resultados con el único propósito de mantener viva la histeria del calentamiento global debido a la emisión por el hombre de CO2 a la atmósfera y así allegar centenares de miles de millones de dólares todos los años para que unas cuantas empresas multinacionales se hagan de oro con la venta e instalación de sus artilugios para frenar tales emisiones.

Este asunto fue portada del New York Times el 20 de noviembre y al día siguiente, The Wall Street Journal publicó un extenso artículo sobre el mismo asunto y un editorial principal. También el Washington Post y otros, publicaron la noticia.

El affaire que ha sido denominado el ClimateGate por la prensa internacional, pues la nacional de España, salvo parte de la digital, ha hecho oídos sordos a este asunto, deviene en uno de los mayores fraudes mundiales de los últimos tiempos. Un hacker ha penetrado en el ordenador de la Climatic Research Unit (CRU) que es la unidad de investigación del clima de la universidad británica de East Anglia, estrecha colaboradora del IPCC, los ha colgado en Internet y se ha descubierto la patraña.

En el buscador de esos correos (http://www.eastangliaemails.com/index.php) pueden leerse centenares de mensajes entre científicos o no, pero adscritos al IPCC, con nombres y apellidos. De lo que tratan esos correos es de cómo han modificado y falseado datos o ignorado otros o sobre los fondos que llegan o no o cómo remitirlos y también de cómo hay que marginar a los escépticos del Cambio Climático; esos científicos que consideran que el calentamiento es debido a causas naturales como ha sucedido en la Tierra desde el principio de los tiempos. Explican en sus correos cómo se han destruido datos originales o cómo se han “obviado” otros para que sus predicciones dieran los resultados deseados a sus intereses, al margen de la realidad científica. Cualquier cosa es válida para mantener el fraude del cambio climático.

Uno de los científicos escépticos al que me he referido ya en diversas ocasiones en esta misma sección, es el Dr. J. Scott Armstrong, profesor en la Wharton School de la Universidad de Pensilvania, creador de los sistemas modernos de predicción meteorológica, juntamente con el Dr. Kesten Green, profesor de investigación de la Business and Economic Forecasting Unit en la Monash University, de Australia. Para Scott Armstrong, el ClimateGate es la apertura de un mundo que ya era conocido en Internet. Eludir datos; respuestas negativas a la revelación de datos –cosa impensable entre científicos– eliminación de reseñas en entradas de Wikipedia –como la del profesor Armstrong– fallos en la cita de pruebas disconformes; ir más allá de los datos; violaciones en los procedimientos científicos; falta de apoyo en los pronósticos; comportamiento grosero; etc.

Por otra parte, Al Gore ha admitido que el CO2 no es el principal causante del calentamiento global, después de que la NASA haya rebajado la incidencia del CO2 en el calentamiento, contrariamente a la tesis fundamental de su verdad incómoda. Ahora se está contradiciendo de lo que publicó entonces a los cuatro vientos.

Al Gore fue citado a comparecer la pasada primavera, ante el Subcomité de Comercio y Energía del Senado de EE.UU., por la legislación sobre el cambio climático. Steve Scalise, senador por Louisiana, puso de manifiesto los intereses económicos de Al Gore en todo este contexto, al resaltar la intervención de su sociedad, Generation Investmen Management, LLC, fundada en 2004 por el propio Al Gore y David Blood, consejero delegado de la división de gestión de activos de Goldman Sachs hasta 2003. Así mismo, el propio senador Scalise afirmó que, por la asociación de Al Gore con General Electric, si se incrementa la tasa del carbón que persigue Al Gore, esta decisión política de la administración Obama le hará ganar de millones de dólares.

Por su parte, Al Gore, en la referida comparecencia, seguía manteniendo la falacia del consenso científico sobre la naturaleza antropogénica del calentamiento, ignorando los 30.000 científicos en activo que públicamente se han manifestado en contra de esta fútil afirmación. El IPCC no representa la opinión de la mayoría de los científicos, como se quiere arrogar. Y el descubrimiento de los correos prueba la naturaleza torticera de su gestión del clima. Cuando Stephen Sackur, de la BBC, entrevistó a Al Gore cuando recibió el Premio Nobel de la Paz, dijo que los científicos disconformes con su teoría eran una minoría insignificante.

También Greenpeace, incondicional soporte del IPCC, está haciendo aguas a este respecto. Gerd Leipold, director ejecutivo de Greenpeace, en el programa de entrevistas de la BBC, HARDtalk, de Stephen Sackur, el pasado 5 de agosto, reconoció que el Ártico no va a fundirse en 20 o 30 años, en contra de lo que viene manifestando la ONG: “Urge una acción en el Ártico porque el hielo se funde…” pero que es necesario, dice Leipold, poner una cierta dosis emocional para que la gente cambie de hábitos. Por cierto que en la misma entrevista afirmó que Greenpeace es capaz de cambiar a los políticos; será de mentalidad en el mejor de los casos.

Recientemente, Greenpeace ha comparecido también en una vista judicial en Madrid, por la demanda de un propietario de la Manga del Mar Menor, por incrementar en 20 veces las predicciones de la subida del nivel del mar en la zona debida al calentamiento global y publicar unas fotos virtuales de los edificios sumergidos por el mar, con el consiguiente perjuicio para el inmobiliario, al decir del propio demandante. De hecho, "para las costas del Este y Sur de España los datos disponibles indican una tendencia generalizada de estabilidad o ligero descenso del nivel medio del mar" según el informe de los peritos presentado por el demandante.

De cualquier forma, el descrédito de los calentólogos por la publicación de sus correos electrónicos, los balbuceos de Al Gore ante el Subcomité del Senado y todo el tufo a podrido que está emanando ya severamente de todo el entorno del IPCC y sus acólitos, acabarán por poner en su sitio a tanto histérico del cambio climático.

Si el IPCC no ha muerto ya con todas estas circunstancias que están aflorando a la luz pública que lo dejan en evidencia, será porque está mal enterrado entonces y los enormes caudales que se manejan con tal argumento no pueden dejar ya de fluir, pues quien más quien menos de entre los vividores del cambio climático, se ha encargado ya una nueva tele de plasma, una nevera “no frost” o un 4x4 ¡Qué más da; paga la ONU!

IPCC (ONU): RIP (I)

Sergio Brosa
Sergio Brosa
martes, 1 de diciembre de 2009, 03:29 h (CET)
La publicación por un pirata informático de centenares de correos electrónicos entre diversos científicos vinculados al Intergovernmental Panel on Climate Change, de la ONU (IPCC), ha puesto en la picota al propio IPCC, a sus científicos y a todo el mensaje sobre el calentamiento global, al poner de manifiesto la manipulación de los datos de la temperatura con los que juegan los responsables científicos del IPCC, falseando los resultados con el único propósito de mantener viva la histeria del calentamiento global debido a la emisión por el hombre de CO2 a la atmósfera y así allegar centenares de miles de millones de dólares todos los años para que unas cuantas empresas multinacionales se hagan de oro con la venta e instalación de sus artilugios para frenar tales emisiones.

Este asunto fue portada del New York Times el 20 de noviembre y al día siguiente, The Wall Street Journal publicó un extenso artículo sobre el mismo asunto y un editorial principal. También el Washington Post y otros, publicaron la noticia.

El affaire que ha sido denominado el ClimateGate por la prensa internacional, pues la nacional de España, salvo parte de la digital, ha hecho oídos sordos a este asunto, deviene en uno de los mayores fraudes mundiales de los últimos tiempos. Un hacker ha penetrado en el ordenador de la Climatic Research Unit (CRU) que es la unidad de investigación del clima de la universidad británica de East Anglia, estrecha colaboradora del IPCC, los ha colgado en Internet y se ha descubierto la patraña.

En el buscador de esos correos (http://www.eastangliaemails.com/index.php) pueden leerse centenares de mensajes entre científicos o no, pero adscritos al IPCC, con nombres y apellidos. De lo que tratan esos correos es de cómo han modificado y falseado datos o ignorado otros o sobre los fondos que llegan o no o cómo remitirlos y también de cómo hay que marginar a los escépticos del Cambio Climático; esos científicos que consideran que el calentamiento es debido a causas naturales como ha sucedido en la Tierra desde el principio de los tiempos. Explican en sus correos cómo se han destruido datos originales o cómo se han “obviado” otros para que sus predicciones dieran los resultados deseados a sus intereses, al margen de la realidad científica. Cualquier cosa es válida para mantener el fraude del cambio climático.

Uno de los científicos escépticos al que me he referido ya en diversas ocasiones en esta misma sección, es el Dr. J. Scott Armstrong, profesor en la Wharton School de la Universidad de Pensilvania, creador de los sistemas modernos de predicción meteorológica, juntamente con el Dr. Kesten Green, profesor de investigación de la Business and Economic Forecasting Unit en la Monash University, de Australia. Para Scott Armstrong, el ClimateGate es la apertura de un mundo que ya era conocido en Internet. Eludir datos; respuestas negativas a la revelación de datos –cosa impensable entre científicos– eliminación de reseñas en entradas de Wikipedia –como la del profesor Armstrong– fallos en la cita de pruebas disconformes; ir más allá de los datos; violaciones en los procedimientos científicos; falta de apoyo en los pronósticos; comportamiento grosero; etc.

Por otra parte, Al Gore ha admitido que el CO2 no es el principal causante del calentamiento global, después de que la NASA haya rebajado la incidencia del CO2 en el calentamiento, contrariamente a la tesis fundamental de su verdad incómoda. Ahora se está contradiciendo de lo que publicó entonces a los cuatro vientos.

Al Gore fue citado a comparecer la pasada primavera, ante el Subcomité de Comercio y Energía del Senado de EE.UU., por la legislación sobre el cambio climático. Steve Scalise, senador por Louisiana, puso de manifiesto los intereses económicos de Al Gore en todo este contexto, al resaltar la intervención de su sociedad, Generation Investmen Management, LLC, fundada en 2004 por el propio Al Gore y David Blood, consejero delegado de la división de gestión de activos de Goldman Sachs hasta 2003. Así mismo, el propio senador Scalise afirmó que, por la asociación de Al Gore con General Electric, si se incrementa la tasa del carbón que persigue Al Gore, esta decisión política de la administración Obama le hará ganar de millones de dólares.

Por su parte, Al Gore, en la referida comparecencia, seguía manteniendo la falacia del consenso científico sobre la naturaleza antropogénica del calentamiento, ignorando los 30.000 científicos en activo que públicamente se han manifestado en contra de esta fútil afirmación. El IPCC no representa la opinión de la mayoría de los científicos, como se quiere arrogar. Y el descubrimiento de los correos prueba la naturaleza torticera de su gestión del clima. Cuando Stephen Sackur, de la BBC, entrevistó a Al Gore cuando recibió el Premio Nobel de la Paz, dijo que los científicos disconformes con su teoría eran una minoría insignificante.

También Greenpeace, incondicional soporte del IPCC, está haciendo aguas a este respecto. Gerd Leipold, director ejecutivo de Greenpeace, en el programa de entrevistas de la BBC, HARDtalk, de Stephen Sackur, el pasado 5 de agosto, reconoció que el Ártico no va a fundirse en 20 o 30 años, en contra de lo que viene manifestando la ONG: “Urge una acción en el Ártico porque el hielo se funde…” pero que es necesario, dice Leipold, poner una cierta dosis emocional para que la gente cambie de hábitos. Por cierto que en la misma entrevista afirmó que Greenpeace es capaz de cambiar a los políticos; será de mentalidad en el mejor de los casos.

Recientemente, Greenpeace ha comparecido también en una vista judicial en Madrid, por la demanda de un propietario de la Manga del Mar Menor, por incrementar en 20 veces las predicciones de la subida del nivel del mar en la zona debida al calentamiento global y publicar unas fotos virtuales de los edificios sumergidos por el mar, con el consiguiente perjuicio para el inmobiliario, al decir del propio demandante. De hecho, "para las costas del Este y Sur de España los datos disponibles indican una tendencia generalizada de estabilidad o ligero descenso del nivel medio del mar" según el informe de los peritos presentado por el demandante.

De cualquier forma, el descrédito de los calentólogos por la publicación de sus correos electrónicos, los balbuceos de Al Gore ante el Subcomité del Senado y todo el tufo a podrido que está emanando ya severamente de todo el entorno del IPCC y sus acólitos, acabarán por poner en su sitio a tanto histérico del cambio climático.

Si el IPCC no ha muerto ya con todas estas circunstancias que están aflorando a la luz pública que lo dejan en evidencia, será porque está mal enterrado entonces y los enormes caudales que se manejan con tal argumento no pueden dejar ya de fluir, pues quien más quien menos de entre los vividores del cambio climático, se ha encargado ya una nueva tele de plasma, una nevera “no frost” o un 4x4 ¡Qué más da; paga la ONU!

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Estamos fuertemente imbuidos, cada uno en lo suyo, de que somos algo consistente. Por eso alardeamos de un cuerpo, o al menos, lo notamos como propio. Al pensar, somos testigos de esa presencia particular e insustituible. Nos situamos como un estandarte expuesto a la vista de la comunidad y accesible a sus artefactos exploradores.

En medio de los afanes de la semana, me surge una breve reflexión sobre las sectas. Se advierte oscuro, aureolar que diría Gustavo Bueno, su concepto. Las define el DRAE como “comunidad cerrada, que promueve o aparenta promover fines de carácter espiritual, en la que los maestros ejercen un poder absoluto sobre los adeptos”. Se entienden también como desviación de una Iglesia, pero, en general, y por extensión, se aplica la noción a cualquier grupo con esos rasgos.

Acostumbrados a los adornos políticos, cuya finalidad no es otra que entregar a las gentes a las creencias, mientras grupos de intereses variados hacen sus particulares negocios, quizá no estaría de más desprender a la política de la apariencia que le sirve de compañía y colocarla ante esa realidad situada más allá de la verdad oficial. Lo que quiere decir lavar la cara al poder político para mostrarle sin maquillaje.

 
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