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​Son otros

La realidad se disuelve, y el amante se sumerge en un puente entre lo tangible y lo etéreo
Abel Pérez Rojas
lunes, 5 de agosto de 2024, 11:43 h (CET)

I

Los espasmos finales de la petite mort marcan la desconexión de este plano. La realidad se disuelve, y el amante se sumerge en un puente entre lo tangible y lo etéreo. Las formas se desvanecen en pulsos eléctricos, y la mente vaga hacia lo desconocido, cuestionando su verdadera esencia. ¿Es él mismo o alguien más en este espacio intermedio? La respuesta escapa, un susurro queda en el aire.


II

–"Padre nuestro que estás en los cielos..." Dos repeticiones más, y mis pies perderán sensación. Luego, mis piernas seguirán –piensa mientras cuenta el rosario de ónix. En su meditación, el mundo exterior se desvanece, y su ser busca una conexión con lo divino.


III

Después de pisar la última brasa, el faquir aspira profundamente, sintiendo el calor en sus pies. Agradece al cielo, a la tierra y a lo invisible, reconociendo la unión de ambos mundos. Este acto de fe y sacrificio transforma su conciencia, elevándola más allá de lo físico. Poco a poco regresa a su ser habitual.


IV

Toma a su recién nacida en brazos, y un torrente de emociones la inunda. Siente que su "sistema operativo" se reinicia, una transformación que abarca cuerpo y alma. El viacrucis del alumbramiento queda atrás. Cada latido de su hija reverbera en su ser, conectándola a un amor tan vasto como desconocido.


V

No soy quien dicen que soy,
dejé de serlo hace unos meses,
unas semanas,
unos días,
unas horas,
unos minutos,
tal vez,
hace unos segundos,
porque nada es estático,
la realidad es
como una licuadora industrial
o un molino de doble aspa
que remueve todo,
que mezcla lo impensable
para que surja lo inimaginable.

No soy quien dicen que soy,
porque un pequeño cambio,
por minúsculo que sea
altera lo demás,
como el efecto mariposa
en caleidoscopio
de espejos mellizos
con cámara líquida.


No soy quien dicen que soy
porque estoy trabajando
para ya no serlo,
para dejar atrás la piel
y partir con cola nueva
como siempreviva
dentro de agua alcalina
expuesta al sereno.


De verdad,
no soy quien dicen que soy.

(Siempreviva. APR. Septiembre, 2019)


VI

El amante, la devota, el faquir y la madre primeriza continúan sus rutinas diarias. Sin embargo, en lo profundo de sus corazones, saben que algo ha cambiado. Son conscientes de que no son quienes solían ser. 

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En los días en que el mundo aún se estremecía con los últimos suspiros del realismo mágico, llegó a mis manos un manuscrito que parecía escrito no con tinta, sino con el polvo de alas de mariposas azules. 'Mariposa de alas azules', de María Beatriz Muñoz Ruiz, es un poemario que navega entre la sombra y la luz, entre el grito ahogado y el susurro que cura, como un río subterráneo de emociones que fluye bajo la piel del lector.

Agarrarla, además, con la mano recuerdo que constituía aproximadamente la excelsitud. Supe de excelsitudes sin incluir manos, cómo no. Eso mucho antes. Y atado.

Vagamente recordó que la hora marcaba algunos minutos de retraso. Se contempló en el espejo y de soslayo continuaba observando el reloj que había sobre la mesa de noche. Seguidamente se dedicó a la tarea que tenía entre manos. Al severo estilo del momento como trazado por una fugaz ráfaga de viento que entraba por la ventana que da al patio, daba lugar a una expresión del rostro.

 
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