La pretensión de Sánchez de aglutinar en torno a sí el voto de Sumar y de Podemos, y de movilizar a su electorado no parece tener límites. El gobierno español se ha salido de las filas de la diplomacia europea, con lo que deja de ser un aliado fiable. Insistir en que Israel debe actuar respetando el derecho internacional no implica convertirse en portavoz de un discurso que agrada especialmente a Hamás y que sostienen países que no están precisamente en nuestra órbita natural de alianzas. Con esta decisión, el gobierno agudiza las ya difíciles relaciones con Israel, lo que seguramente no traerá buenas consecuencias para España. Como es habitual, por un puñado de votos.
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