Se narra la historia de los Guthrie, una familia escocesa de granjeros de
principios del siglo XX, desde la perspectiva de la hija mayor, Chris (Agyness
Deyn).
El veterano realizador británico Terence Davies (Voces distantes, La
casa de la alegría, The Deep Blue Sea), adapta en Sunset Song la novela
homónima del escritor escocés Lewis Grassic Gibbon; un melodrama rural de
época deliciosamente anticuado (recuerda por momentos al John Ford de ¡Qué
verde era mi valle!), que resulta tan ejemplar en su construcción narrativa,
dramática y formal, como rutinario en su previsible y trágico desarrollo. La
película, una historia que en opinión del propio Davies “merecía ser contada”,
se presentó durante el pasado Festival de Cine de San Sebastián.
Por encima de temas como la abnegación femenina, las relaciones
familiares, la tradición o las duras condiciones de vida de los granjeros
escoceses de principios del siglo pasado, se sitúa en Sunset Song un tema
capital dentro la filmografía de Terence Davies: el del paso del tiempo y lo
efímero de la existencia humana. Un paso del tiempo vinculado a la tierra (a su
trabajo) y al ciclo de la vida (nacer, crecer, reproducirse y morir). Narrada en
tercera persona (aunque la voz en off sea la de la protagonista), la trama del
filme se estructura en dos partes, constituyendo la muerte de uno de los
personajes principales el elemento que permite el tránsito de una a otra; el
paso de la adolescencia a la vida adulta en la persona de Chris Guthrie. La
prosa poética de Grassic Gibbon, puntea ocasionalmente las bellas imágenes
compuestas por el director, otorgando lirismo y densidad temporal al relato. La
minuciosidad habitual de Davies en la concepción de la puesta en escena (uno
de los sellos de identidad de su cine), supone el punto más logrado de la
película; sin embargo, ese afán de perfeccionismo, visible en cada uno de los
planos que conforman los ciento treinta y cinco minutos del metraje, en lugar de
estar al servicio de la historia, parece presidirla, lo que le resta naturalidad a un
conjunto que se cuece a fuego lento, y en el que sólo desentona el
innecesario flashback del final.
Con respecto al reparto, Agyness Deyn se muestra solvente en su
encarnación de la heroína protagonista (todo lo contrario que el pusilánime
Kevin Guthrie), aunque quien más destaca es Peter Mullan en el papel de su
severo padre (su presencia coincide con el primer tramo de la película, el mejor
en opinión del que suscribe estas líneas).
Sunset Song constituye una obra de corte clásico muy bien elaborada,
aunque a veces se la ve demasiado prisionera de sus ataduras formales. En
cualquier caso, es netamente superior a la media de estrenos semanales.