Hace unas semanas la coordinadora de las primeras Jornadas Canarias de Humanización del Cuidado Enfermero con el fin de plantearme la posibilidad de participar en dichas jornadas abordando el tema de la comunicación con la familia.
El lenguaje y la comunicación son las herramientas fundamentales dentro de cualquier proceso de convivencia, tanto la compresión como los elementos que potencian la escucha y el proceso de comunicar son esenciales dentro de la comunicación efectiva.
La vivencia del conflicto en todo proceso de comunicativo y de convivencia es fundamental, entender que ese conflicto forma parte de dicho proceso como elemento constructor y fortalecedor de las relaciones personales, es imprescindible. Pero además entender que la herramienta más potente con la que contamos es la comunicación interpersonal, implica que desarrollemos habilidades destinadas a favorecer que las personas se entiendan, desde la escucha activa, la comprensión, las habilidades de construcción del lenguaje o la comunicación no verbal, entre otras, nos dotarán de la calificación necesaria para gestionar y empoderarnos en el mundo de las relaciones personales en cualquier ámbito de nuestra vida.
El discutir con nuestra pareja, con un amigo,.. que nos reclaman con toda la razón del mundo que no le escuchamos, pues dedicamos tiempo a elementos distractores o ya que no disponemos de las herramientas que nos ayuden a potenciarla.
Además tenemos la tendencia a aconsejar a los demás sin escucharles, nos vemos como el centro del universo, yo suelo afirmar que tenemos el síndrome del ombliguismo crónico, por lo que entendemos que nuestra opinión y nuestra manera de pensar sobre un determinado tema son las que deben de prevalecer siempre, tanto es así que llegamos a ver al otro como un enemigo y no como una persona, sea quien sea, desde nuestra pareja a nuestros hijos o hijas. Por esta razón nos aventuramos a afirmar que los problemas de comunicación actuales son mayoritariamente debidos a que no sabemos escuchar a las personas con las que nos relacionamos.
Nuestra atención se centra en querer e intentar buscar el momento en el que transmitir nuestras ideas y pensamientos, y en esta necesidad propia de expresarnos perdemos la magia de la comunicación, es decir, poner en común, compartir con los demás, como elemento fundamental de la convivencia, del vivir en comunidad, que son fundamentales para nuestra felicidad.
Tendemos a pensar erróneamente que escuchar a la otra persona solo radica en aplicar un automatismo y que es más importante lo que aportamos que la escucha. Pero ello implica un esfuerzo superior al que realizamos para hablar y también del que podemos realizar al escuchar sin entender e interpretar lo que oímos, lo que conocemos como comunicación efectiva. Practicarla nos plantea escuchar y al mismo tiempo entender lo que la otra persona nos está contando desde su vivencia personal.
Comunicarnos efectivamente con los demás implica un cambio en nuestros procesos mentales que desarrollan múltiples funciones cognitivas superiores para entender, comprender o dar sentido a lo que la persona nos está contando. Por esa razón nuestra actitud es activa por encima de todo, ya que en la comunicación entran los juicios de valor, nuestras creencias que nos hacen estar a favor o en contra de lo que se nos cuenta, nuestras emociones que nos generan bienestar o malestar con lo que nos están diciendo, etcétera, pero al mismo tiempo, la otra persona, pasa por el mismo proceso, que en muchas ocasiones obviamos.
Debemos de enriquecer nuestras herramientas comunicativas y conocernos mejor, lo que nos permitirá adquirir la perspectiva del otro, como centro fundamental para poder así descubrir los sentimientos, ideas o pensamientos que subyacen en lo que me está diciendo. Y como no, todo ello lleva aparejado el manifestar hacia la otra persona cierto nivel de empatía, es decir, saber ponerse en el lugar de la otra persona. Te atreves a CONVIVIR mejorando nuestra comunicación.