Nuestra entrevistada el día de hoy es la joven Alba Casado Martín, nacida en Burgos en el año 1996. Ella se graduó de Trabajo Social en la Universidad de Valladolid y después cursó maestrías en Cultura de Paz, Conflictos, Educación y Derechos Humanos; Cooperación al Desarrollo en la Universidad de Granada. Ha trabajado en diversas instituciones en España en el ámbito de la intervención social e incidencia política. Así como realizado voluntariados internacionales en Honduras y Bolivia en la promoción de procesos de cultura de paz y empoderamiento de niñas y mujeres.
Aparte de trabajar incansablemente en los diferentes espacios de los que fue parte en Honduras, ella se considera una persona apasionada por vivir experiencias y explorar procesos que le mueven destacando el ámbito de los DDHH, la defensa por la justicia y el activismo como herramienta de sensibilización y transformación social.
Sin más que decir, pasen entonces; a conocer un poco más los proyectos y otras actividades de tan talentosa joven que ha dejado una luz y una huella imposible de borrar tras su estadía en El Progreso, Yoro, Honduras.
¿Cómo podrías describir a Alba Casado Martín? Alba es una persona alegre y optimista, que trata de ver la parte positiva de la vida, de quedarse con lo aprendido para seguir caminando. Al mismo tiempo, es muy inquieta y soñadora, como si tuviese la necesidad de estar en constante crecimiento deshaciéndose de todo aquello que nos ha sido impuesto y construyendo desde la conciencia y los valores. Así como de empaparse de todo lo que le rodea, le llena, le hace sentir viva y vibrar.
¿Nos podría contar cuáles son los orígenes de Alba Casado Martín? Alba viene de una familia humilde y trabajadora que le han inculcado valores como la generosidad y el esfuerzo. Lo que más destaca es el sacrificio de sus padres para que tanto ella como sus hermanos pudiesen estudiar, una oportunidad que ellos no tuvieron y así poder elegir su futuro.
¿Por qué decide estudiar la licenciatura en trabajo social? Siempre que me preguntan por cómo acabé dedicándome a lo social, mi respuesta es la misma. – Por casualidad – Ya que desconocía por completo lo que era el Trabajo Social y casi una década más tarde, miro a la Alba del pasado y le sigo dando las infinitas gracias por haber decidido apostar por ese camino. Especialmente porque nunca fui de creer en el azar y siento que las cosas pasan por alguna razón. Pero quizás se deba a la calidez con la que se relacionaban mis padres con todas las personas y esa mirada de empatía, humanidad y bondad heredada de mi padre.
¿De qué va su labor en América Latina? Actualmente, me encuentro colaborando con la Fundación Nor Sud en la ciudad de Sucre (Bolivia) en un proyecto de empoderamiento a mujeres rurales que han migrado a las zonas periurbanas del municipio. Mi labor principal es el acompañamiento en las capacitaciones a promotoras de género y la realización de un podcast denominado “Voces que inspiran” que es un espacio protagonizado por mujeres referentes en diversos ámbitos, dónde podemos conocer historias de resiliencia, resistencia, empoderamiento, autoorganización y liderazgo.
¿Desde hace cuánto tiempo se dedica al activismo social y qué o quién la inspiró? Desde que comencé la Universidad estuve colaborando con diversas asociaciones. Si bien, en un principio fue en un ámbito más institucional y formal aunque siempre en el área de la sensibilización y de incidencia política en relación con los derechos humanos. Con el paso del tiempo pase a formar parte de colectivos y asambleas de carácter más informal y autogestionado. Además, también he tenido la oportunidad de poder incidir de forma más artística y creativa a través del teatro de las oprimidas, performance o poesía.
En cuanto a la inspiración, siento que influyó mucho la lectura de novelas escritas por mujeres activistas o protagonizadas por las mismas en las que visibilizaban y denunciaban las vulneraciones de derechos humanos a las que estamos sometidas las mujeres. De los títulos que más me removieron se encuentran “En posesión del secreto de la alegría” de Alice Walker o “Yo soy Malala” y documentales como “La guerra contra las mujeres” e “Irioweniasi: El hilo de la luna”.
¿Por qué decide venir a Honduras o fueron las circunstancias las que la trajeron? Las circunstancias fueron las que me llevaron allí, ya que me inscribí en VOLPA que es un programa de voluntariado de larga duración que cuenta con un proceso de 9 meses de formación y acompañamiento. Durante ese tiempo, los responsables te van conociendo y en función de tu perfil y las necesidades de los proyectos te asignan un destino. Recuerdo como en la entrevista previa de elección de enclave en el que te informan cuáles pueden ser posibles opciones para saber tu opinión, fue escuchar Honduras y sentir un latido en el pecho.
La razón principal de haber escogido VOLPA fue la ética y coherencia en el que se fundamenta muy distinto a otros programas de “voluntarismo” ya que la inquietud por realizar este tipo de experiencia había estado latente en mí varios años atrás.
¿Estando en varios países de América ha podido encontrar lo que buscaba con su labor? Tampoco diría que venía buscando algo en particular más allá de acercarme al país a sus gentes y compartir (aunque eso ya es demasiado) pero sin duda, he encontrado mucho más de lo que hubiese imaginado. Sentir que un lugar tan lejos del tuyo se pueda convertir en tu hogar, sentir el abrazo, el amor de su gente, que te sientan como una de las suyas es indescriptible.
Usted trabaja bastante empoderando a las mujeres. ¿Qué cree nos falta a los pueblos de América Latina para en verdad visibilizar los aportes de las mujeres? En primer lugar, visibilizar y valorar el trabajo de cuidados que históricamente nos ha sido asignado a las mujeres, ese peso económico y social por una cuestión de roles de género. Dejar de verlo como un “deber” que nos corresponde únicamente a nosotras y verlo como lo que realmente es, un trabajo esencial que sostiene la vida, que nos pertenece a todos/as y que deberíamos de asumir. Es fundamental que el gobierno se apropie de esa competencia y que se generen políticas que alivianen esas responsabilidades para promover el acceso y participación de las mujeres en espacios públicos sin tener que hacer doble o triple jornada. Así mismo, fomentar que los hombres se involucren en el ámbito privado.
Dar mayor oportunidad de capacitación y cualificación profesional a las mujeres a través de programas de empoderamiento económico que sean sostenibles para ellas. Así como dejar de romantizar la explotación de las mujeres, como puede ser el caso de las madres, como si a mayor sacrificio, mayor valor tuviese…
Usted también trabaja con las juventudes de América Latina. ¿Ha encontrado potencial en las juventudes? ¿Qué les diría para seguir animándolos? Por supuesto, la entidad en la que trabajaba tenía una propuesta de Escuela de Liderazgo Juvenil en el que se capacitaba a jóvenes de diversos centros en temas de derechos humanos y justicia social como género, migraciones, medio ambiente, etc. que posteriormente, tenían que replicarlo en sus respectivos centros. Había muchos jóvenes con una capacidad de pensamiento crítico, de reflexión, de motivación por contribuir a construir una sociedad más justa en Honduras, que escucharlos era como cuando suena una de tus canciones favoritas y me hacía tener mucha esperanza. Así mismo, tuve la oportunidad de participar en la Escuela de Formación Política del ERIC donde (des)aprendí junto con otros/as jóvenes activistas de todo el país. Varios de ellos/as se han convertido en amistades esenciales para mí y que allí en sus territorios y contextos ejercen una labor importantísima. También considero que la realidad de Honduras hace que la mayoría de jóvenes tengan una madurez increíble, que mientras están formándose, están trabajando y con una fuerza, motivación por superarse dignas de admirar. Personas muy jóvenes, muy capacitadas y ocupando puestos que quizás en España por falta de oportunidad a los jóvenes y las exigencias que piden es inviable.
En cuanto a seguir animándolos, hay una frase de Eduardo Galeano que me encanta que dice que “la utopía sirve para caminar”, así que a seguir soñando con un mundo más justo e igualitario. Quién iba a decir hace años que el 8M y el 25N se harían movilizaciones multitudinarias reivindicando los derechos de las mujeres o por el día del Orgullo LGTB.
Los jóvenes de Honduras, ¿cómo recibieron su activismo social? Habría que preguntarles a ellos/as. Imagino que los/as jóvenes con los que trabajaba de los centros desde el respeto y la aceptación cuándo otra persona te dedica su tiempo en formarte, así que con agradecimiento. Y en cuanto a mis compañeros/as de la Escuela Política del ERIC, considero que todos/as aprendimos mucho los unos/as de los/as otros/as. Había una unión, un sentimiento colectivo de lucha y de admiración mutua.
¿Qué decirles a quienes están fuera e intentan conocer sobre la cultura y las costumbres de los pueblos de América Latina? Considero que la mejor forma de conocer un país es a través del respeto y el abrazo hacia sus gentes, sus costumbres y tradiciones sin hacer comparaciones, juicios de valor ni críticas. Valorar y recibir con mucho agradecimiento todo lo que te ofrecen. En mi caso el tener la oportunidad de trabajar con las personas hace que puedas acercarte a su realidad, a su cotidianeidad y a conocer su cultura de una forma más cercana. Así mismo, considero fundamental apoyar y asistir a los eventos artísticos y culturales.
¿Qué espera transmitir con su activismo? Para mí el activismo es una cuestión muy personal, de ser más consciente desde donde vivo, actúo, etc. y quizás espero que estos cuestionamientos trasciendan de algún modo en las personas de mi entorno contribuyendo a reflexionar y a eliminar esos prejuicios y estereotipos que se conforman en base a una construcción social impuesta por parte de medios de (des)información en torno al desconocimiento.
¿De su estadía en Honduras tiene momentos o recuerdos que la hayan marcado? Muchísimos, al final yo sentí que construí una vida en Honduras y eso es muy difícil de olvidar. A nivel personal, me llevo a muchas personas en el corazón con quienes he tenido la oportunidad de compartir momentos preciosos. Allí he aprendido a valorar mucho más el arte, ya que siempre que había un acto artístico y cultural en la ciudad se me llenaba el alma. Ir al teatro, a los conciertos… coincidir con tantas personas apasionadas por el arte propiciaba a que de repente cualquier espacio era el idóneo para cantar, tocar la guitarra, recitar poesía hasta bien entrada la madrugada.
A nivel profesional, recuerdo con mucho cariño el trabajo en el proyecto “La luz de las Niñas” o el 25N (Día Internacional contra la Violencia hacia la Mujer) con las compañeras del Comité de Género, que en la movilización me hicieron sentir una más a pesar de que mi posición de mujer es completamente distinta, por ser occidental, española, blanca… Pero el estar mano a mano con ellas, acompañarlas en la lucha y cortar las calles de San Pedro, que es una de las ciudades más grandes del país gritando por nuestros derechos y el acto de cierre en forma de ritual, fue impresionante. Todo ello me hizo ser más consciente aún de la importancia de tejer redes de sororidad. Así mismo, el haber formado parte de la Escuela de Formación Política y Ciudadana del ERIC me permitió acercarme a la realidad sociopolítica del país y comprender tanta desigualdad, injusticia e inestabilidad. Para saber más de sus luchas y resistencias, y conocer a la Honduras más rural y campesina, la que vive de sus tierras y sus manos compartiendo contigo su hogar.
¿Cree que en Honduras la sociedad y las autoridades están comprometidas para potenciar intelectualmente a las mujeres y las juventudes? Desde mi experiencia, en la ciudad de El Progreso que es donde he vivido ha habido un trabajo muy importante por parte de instituciones educativas, ya sea desde Fe y Alegría o el ERIC-Radio Progreso con sus proyectos de Escuela de Liderazgo Juvenil y Escuela Política y Ciudadana, respectivamente. Ambos dedicados a las juventudes, a la promoción del pensamiento crítico, a la toma de conciencia y a la incidencia sociopolítica en las comunidades. Así mismo, la Red de Mujeres de El Progreso, el Comité Interinstitucional de Género y CAPRODI son colectivos y asociaciones que trabajan por los derechos de las mujeres. Y en cuanto a entidades culturales, La Casa de la Cultura tiene un proyecto de Arteterapia dirigido a mujeres que es precioso o el Teatro La Fragua realiza talleres de teatro a jóvenes. En cuanto a las autoridades, también apoyan en estos ámbitos, pero siento que es de una forma más superficial y de representación.
¿Cuál es la visión que ahora tiene de Honduras después de haber estado viviendo bastante tiempo por acá? Como he dicho antes, siempre trato de ver la parte positiva de la vida y quedarme con lo bonito de cualquier experiencia y lo cierto es que cada vez que pienso en Honduras, siento una sensación inmensa de amor. Hace tiempo escribí estos versos pensando en mi vida allá y creo que es la mejor respuesta que puedo dar:
Una vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida. Que se convirtieron en el hogar en el que querer enraizar. Aquellos que te llenaban el alma haciéndote sentir plena, viéndote reverdecer como a las flores en primavera. Que te vieron crecer, madurar y aprender. Enseñándote a valorar aún más todo lo que nos rodea. Donde amaste tanto que te dolía hasta el pecho y el amor iba creciendo ensanchándote entera por dentro. Amor hacia las montañas, ríos, naturaleza, a la tierra y semillas que nos alimentan y también a la lluvia que nos riega. Amor hacia la cultura y el arte que te acercan a la(s) historia(s) del país y de quienes habitan allí, de sus sentires y pensares, luchas y pesares. Aquellos lugares donde el verano se volvía eterno, en los que nunca conociste el frío gracias al calor de sus gentes y de su abrigo. Esas que incluso sin conocerte de nada te abren las puertas de sus casas, acogiéndote como a una más. Lanzando una sonrisa tímida al verte seguidas de un abrazo y un ¿cómo estás?. Que te sientan a la mesa con un plato de tortillas con frijoles, tamales y arroz con pollo. Que te invitan a café con pan o solo, pero siempre acompañado. Y te regalan guineos, lichas, mangos de los palos de sus patios. Las mismas a las que he aprendido a decirles en mi mente lo bonitos que son sus aros o su camisa porque si lo digo en alto, corro el riesgo de que acaben en mis manos. Aquellas que te dedican su tiempo y arte en forma de acordes, canciones y bailes, de libros y don Quijotes, de poemas y noches desde el acantilado. Que te regalan un poco de su ser y de su tierra para que la sientas tuya también. Qué bonito es volver a los viejos sitios a los que cantaba Chavela y recordar todo lo que algún día viviste. Pero más bonito es quedarse, estar aquí y sentir que este es uno de ellos.
Usted ha emprendido un nuevo camino en el activismo en Bolivia. ¿Cómo ha sentido el recibimiento en aquel país? Ha sido un recibimiento muy cálido también, mis compañeros/as de trabajo me han acogido desde el primer momento y eso ha ayudado mucho a mi adaptación aquí, que aunque lleve poco más de un mes siento como si hubiese pasado más tiempo y eso es algo muy significativo. Una de las ventajas de dedicarte al ámbito social es que te permite conocer a muchas personas, no solamente la población con la que intervenimos de una manera directa, sino que se establecen relaciones con otras entidades, movimientos y te permite acercarte más a la cultura. Sucre que es dónde vivo es una ciudad muy turística y gracias al proyecto en el que trabajo me permite conocer otras zonas más periurbanas dónde el ritmo y estilo de vida es muy distinto a tan solo pocos kilómetros de distancia. Siento el cariño y el aprecio de la gente, especialmente cuándo vamos a visitarlas a sus comunidades y te abren sus casas de par en par, te ofrecen lo que tienen. Hace unas semanas estuve en casa de doña Juana, que es una productora hortícola para entrevistarla para el podcast. Y tras la entrevista, nos quedamos sentadas en una banca con las montañas como paisaje y nos pusimos a hablar de la vida. Después aparecieron su esposo y mi compañera de trabajo y parecíamos una familia compartiendo y riendo.
¿En alguna ocasión pensó en renunciar a todo este trabajo y dedicarse a otra actividad? Nunca, de hecho desde que comencé la carrera y sobre todo en el último año que quizás veía que el acceso al mercado laboral sin experiencia era muy complejo, siempre me decía que independientemente del trabajo que tuviese, una parte de mí siempre iba a estar ligada a lo social.
Algunas palabras que le gustaría dedicar o comentar a la comunidad de América Latina. En esta tierra me ha brillado el alma y he sentido tanto amor y cariño, que no puedo estar más que agradecida, plena y feliz por este regalo tan grande. Qué bonito es sentirse de un lugar donde no has nacido, pero que te han hecho sentir que formas parte del mismo. Gracias por el abrazo y el calor, por enseñarme que la capacidad de amor y humanidad es infinita.
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