Satanás, padre de la mentira, taimado y seductor, nos quiere tener entretenidos con la política y sus enredos, con noticias trágicas y alarmantes, porque así nos olvidaremos de lo fundamental, de lo trascendente y nuestra vida esté vacía, sin sentido. Hemos comenzado el mes de mayo, mes consagrado a la Santísima Virgen, Madre de Dios y nuestra, y ella nos cuida, nos protege, nos consuela y nos lleva a su divino Hijo. No podemos caer en la trampa diabólica, porque Satanás odia a la Virgen que le venció con su humildad y así fue hecha Madre del Hijo de Dios, mientras que él, soberbio y prepotente, se rebeló contra Dios y fue arrojado del paraíso. Hoy, en la actualidad, ocurre lo mismo; tenemos un gobierno prepotente que lucha contra Dios, y su destino, si no se convierte, son los profundos infiernos. Por tanto, lo que tenemos que hacer, como hicieron nuestros antepasados desde hace muchos siglos, es invocar, amar y reverenciar a la Santísima Virgen. Que no se tenga que decir de nosotros, tierra de María, que hemos olvidado esa devoción y nos hemos dejado seducir por Satanás y sus enredos. Solo la Virgen, la mejor de las madres, nos puede proteger y amparar en estos trágicos momentos en los que estamos viviendo, con la certeza de que su inmaculado corazón triunfará.