“No a Mariano Rajoy, no a la gran coalición y no a un pacto de legislatura con el Partido Popular”, este fue el “no a todo” que enunció Pedro Sánchez en el comité federal del pasado sábado.
La controversia está servida. Haga lo que haga Pedro Sánchez tendrá consecuencias. Las divisiones internas en el PSOE están más visibles que nunca y la pugna por el liderazgo del partido parece ser que subsistirá hasta el próximo congreso.
¿Qué hay detrás de este “no a todo”? Quizás se esconda una carencia de capacidad negociadora o tal vez una endeble inteligencia para saber imponer ciertas condiciones a cambio de la abstención mínima o tal vez exista la esperanza de poder ocupar sillones tras unas terceras elecciones. Lo cierto es que desconocemos cuál es el verdadero trasfondo de ello, sin embargo, éstos son algunos de los indicios que subyacen ante esta actitud tan cerrada.
Mientras tanto, el tiempo juega en su contra y Sánchez tiene que decidir por qué vía optar, y máxime ya conociendo la abstención de Ciudadanos en la segunda votación de investidura. Caminos nada fáciles los que se le presentan a Pedro Sánchez, teniendo en cuenta que cualquiera de sus movimientos será mirado con lupa. A priori, la opción más sensata es la abstención mínima pues el “no a todo” enunciado resulta, cuanto menos, peligroso para los intereses del propio Sánchez y los del PSOE. Y es que si Rajoy no consigue los apoyos suficientes para ser investido Presidente, unas terceras elecciones pueden dejar a los socialistas muy tocados. En caso de repetición de los comicios, no son pocas las voces que vaticinan una mayoría absoluta de Mariano Rajoy y una pérdida, aún mayor, de escaños para el PSOE, además de una baja participación. De hecho, esta mayoría absoluta podría perfectamente suceder ya que el cansancio de la ciudadanía, sumado al deseo de que se constituya un gobierno estable y añadiendo la apelación al voto útil y el alegato de bloqueo socialista, serían los ingredientes suficientes para que los populares se alzaran victoriosos.
Llevamos más de seis meses sin gobierno y si algo está claro es que la situación ya no se puede dilatar más en el tiempo. Mariano Rajoy debe intentar recabar los máximos apoyos posibles, sí, pero Pedro Sánchez y el PSOE también tienen que mover ficha, pues permanecer en este “no a todo” resulta pernicioso y peligroso tanto para sus intereses como para los de la ciudadanía.