Los recientes ataques aéreos de Estados Unidos y Reino Unido contra zonas de Yemen controladas por los hutíes, incluidas la capital, Saná, y la ciudad portuaria de Hodeida, amenazan la capacidad de las organizaciones humanitarias para entregar suministros y suscitan gran preocupación por una posible escalada de la violencia armada en uno de los países más pobres del mundo. La operación se llevó a cabo en respuesta a varias semanas de ataques de los hutíes contra buques mercantes de países aliados de Israel en el Mar Rojo.

En 2023, 21,6 millones de personas, es decir, el 75% de la población, necesitaban ayuda humanitaria en Yemen. El deterioro de la situación económica, la depreciación de la moneda, la escasez de combustible, el aumento de los precios de los productos alimentarios importados y la falta de ingresos estables han hecho que las necesidades básicas sean inasequibles para una gran parte de la población yemení. Las hostilidades en curso podrían socavar la seguridad de los civiles y deteriorar aún más sus condiciones de vida, sobre todo al amenazar el suministro de alimentos y medicamentos.

“Yemen depende casi por completo de las importaciones de alimentos y medicamentos, que se transportan en gran medida a través de los puertos de Hodeida y Adén", explica Anne Garella, directora de Operaciones de Acción contra el Hambre en esa zona de Oriente Medio. “Sin embargo, con el aumento de las tensiones en el Mar Rojo, las organizaciones humanitarias tienen cada vez más dificultades para hacer llegar medicamentos, esenciales para la supervivencia de la población, a la región, mientras que los costes de suministro se han más que duplicado en el espacio de unas pocas semanas. Estamos prácticamente sin existencias de medicamentos y, con la inestabilidad actual, no podemos garantizar que nuestras reservas se repongan en un plazo razonable. Esta situación, de prolongarse, podría tener consecuencias dramáticas, ya que cerca de 20 millones de personas necesitan asistencia sanitaria".

Además, una caída en el suministro de alimentos podría aumentar la inseguridad alimentaria de millones de yemeníes. En 2023, 17 millones de personas sufrían inseguridad alimentaria, mientras que la tasa de malnutrición aguda entre mujeres y niños en Yemen seguía siendo de las más altas del mundo, con 1,3 millones de mujeres embarazadas o en periodo de lactancia y 2,2 millones de menores de cinco años que requerían tratamiento por malnutrición aguda.

A pesar de la magnitud de las necesidades, la crisis de Yemen sigue careciendo de financiación suficiente. En diciembre de 2023, la caída de la financiación internacional llevó al Programa Mundial de Alimentos (PMA) a anunciar una "pausa" en el programa de Asistencia Alimentaria General (AGA), con un impacto sobre 9,5 millones de personas en situación de inseguridad alimentaria en el norte de Yemen. El aumento de los costes de transporte y seguros, ligado a la inestabilidad en el Mar Rojo, tiene un impacto directo en los programas humanitarios, ya que estos costes tendrán que deducirse de los presupuestos asignados a los programas.

Además, numerosas restricciones y obstáculos burocráticos siguen dificultando el acceso rápido y seguro de la ayuda humanitaria en Yemen, especialmente en las zonas más remotas. Desde los ataques llevados a cabo por Estados Unidos y el Reino Unido los días 12 y 13 de enero, muchas organizaciones humanitarias han tenido que reducir sus operaciones por motivos de seguridad.

"Desde octubre de 2022, se había abierto un diálogo prometedor entre las partes implicadas en el conflicto. Este diálogo condujo a una reducción de las hostilidades, facilitando el acceso de nuestros beneficiarios a nuestros servicios y permitiendo a nuestros equipos operar con mayor seguridad. Los últimos acontecimientos nos hacen temer que esta tregua sea efímera", añade Anne Garella.

Acerca de Acción contra el Hambre en Yemen

En Yemen, en 2023, Acción contra el Hambre mejoró la salud y nutrición de las poblaciones vulnerables reforzando la calidad de los servicios de atención primaria de salud y nutrición en los centros médicos y a través de sus equipos móviles, en particular mediante el suministro de medicamentos, equipos médicos y formación. Se han puesto en marcha programas de atención primaria, salud reproductiva y vacunación, además de cribado y tratamiento de la desnutrición aguda moderada y grave en niños menores de cinco años y mujeres embarazadas y lactantes.

La organización también ha rehabilitado infraestructuras sanitarias y sistemas de gestión de residuos médicos, además de apoyar la construcción de fuentes de agua comunitarias para garantizar el acceso al agua potable y el saneamiento en centros de salud y comunidades vulnerables. También se ha prestado apoyo a las prácticas de cuidado y alimentación de lactantes y niños pequeños.

A través de sus intervenciones de salud mental y apoyo psicosocial (SMAPS), Acción contra el Hambre pretende reducir los efectos de la exposición a la violencia, prevenir los malos tratos y los abusos, mejorar la capacidad de los cuidadores para hacer frente al malestar psicológico y mejorar el bienestar de las personas. La organización ofrece sesiones centradas en prácticas de cuidado de mujeres, niños y padres, así como sesiones de apoyo a la salud mental que promueven una mejor gestión de las emociones y el estrés mediante el aprendizaje de distintas técnicas. Se presta apoyo completo a los casos más complejos y se llevan a cabo actividades de sensibilización de la comunidad.

Para mejorar el acceso al agua potable, Acción contra el Hambre se centra en la construcción de sistemas de suministro de agua alimentados por energía solar en instalaciones sanitarias y comunidades.