Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Brexit | Unión Europea

La colonia española después del Brexit

El Brexit ha sorprendido a europeos y no europeos, a inversores y no inversores con su aprobación
Francisco Collado Campana
domingo, 26 de junio de 2016, 12:08 h (CET)
El referéndum anglosajón manifiesta la respuesta positiva a su salida de la Unión Europea. Hacía ya algunos años, que entre la población de mayor edad en Reino Unido existía un deseo de abandonar el gobierno de Bruselas. Entre las razones sostenidas se encuentran principalmente que no existía un beneficio neto para este país sobre su permanencia.

Se debe recordar que los ingleses siempre entraron a la Unión Europea con un estatus especial como condición para quedarse al igual que su compañero de andanzas, Dinamarca. Y es que, en los setenta y ochenta existían aires propicios para acceder al mercado europeo. La década de los noventa cambió el contexto y el saldo real era negativo, ya que debían respetar ciertas imposiciones comunitarias. No obstante, ni laboristas ni conservadores estaban preparados en aquel momento para plantear una salida del tratado. El sentimiento estaba presente ahí desde hacía más de una década, pero necesitaba que los partidos políticos tomaran esa demanda como propia. No ha sido hasta la campaña de Cameron en 2015 y el ascenso del UKIP que este problema se ha convertido en un “tema” dentro de la agenda institucional.

Una vez canalizado por las fuerzas políticas, el problema ha sido pasado al referéndum. Un ejercicio democrático del que muchos países del Sur de Europa quisieran disfrutar, aunque fuera con mayor periodicidad de lo habitual. Finalmente, el Brexit ha sorprendido a europeos y no europeos, a inversores y no inversores con su aprobación. La pregunta que surge es si los votantes del Brexit y los políticos ingleses se han preguntado que pasará en España, donde existen dos cuestiones. Primero, la considerable cantidad de ingleses que viven en España -aprovechando los acuerdos en materia de libre circulación, ciudadanía europea y pensiones- en lugares como Andalucía, Valencia y Baleares, entre otros. Segundo, el estatus de la colonia británica de Gibraltar que ahora debe mover ficha entre si establecer una frontera ordinaria -no europea- o si prefiere optar por algún acuerdo de integración, sea de la naturaleza que sea, con España.

Noticias relacionadas

El Colegio de Educación Infantil y Primaria Blasco Ibáñez, del municipio valenciano de Beniparrell, permanece cerrado desde hace más de seis meses por la trágica DANA. El desastre meteorológico arrasó los cimientos del edificio al que acudían 131 alumnos, afectando al sótano de la escuela y quedando las aulas inhabitables. Ahora, las familias denuncian una cadena de soluciones insuficientes y tardías.

El pesimismo suele llenarlo todo, y la preocupación se palpa en el ambiente. La palabra «crisis» (económica, moral, educativa, cultural, ética, social...) monopoliza todas y cada una de las conversaciones que se llevan a cabo a lo largo y ancho de este país. Con este comienzo, lo más normal es que los lectores piensen que les quiero agobiar, pero ni mucho menos es esa mi intención.

El impuesto a los beneficios extraordinarios e ingentes de la banca es una cuestión de justicia social en España y en cualquier país del mundo. La justificación económica de lo que se recauda, por parte de Hacienda o del sistema de impuestos responde a la necesidad de gravar los excesos de rentabilidad bancaria.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto