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Ben Tanosborn

¿Dejará en libertad Obama a los “Cinco Cubanos”?

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Llámalo perdón presidencial, intervención restitutoria, o simplemente un gesto de buena voluntad; llámalo como quieras… lo importante es que al final de cuentas se pueda decir que un error se ha enderezado. Y ese tan argumentado error ha sido el haber tenido presos a ese grupo penta-cubano por más de una década.

Son pocos los estadounidenses que hayan oído o leído sobre el encarcelamiento de estos cinco cubanos quienes fueron arrestados en 1998, juzgados y condenados en el Tribunal de Distrito de EEUU, Distrito Sur de Florida por falsificación de identidad, espionaje y conspiración de asesinato. La mayoría de los estadounidenses iban a encogerse de hombros si les dices que hay cinco personas en la cárcel con condena injusta dado el medio millón de presos en las cárceles de la nación cumpliendo condenas relacionadas con el consumo y venta de drogas, victimas de una sociedad con un enfoque erróneo sobre cómo resolver este problema.

Aun entre los norteamericanos con cierta familiaridad sobre este caso, un gran número te diría que la vieja disputa entre cubanos pro-Fidel y la extensa comunidad en el exilio de “antifidelistas”, gran parte radicada en Florida, es un tema que debe resolverse entre ellos – como si fuesen dos pandillas estableciendo derechos territoriales. Como si no viniese al caso la política inalterable de nuestro gobierno hacia el régimen de la Isla; o el daño infligido a la población cubana causado por las represalias económicas; o, por la cuantía de repugnantes actos cometidos por la CIA años atrás contra Cuba que ocasionaron perdidas de miles de millones de dólares a la economía de esa nación. Así que ¿quien en EEUU, salvo los activistas en derechos humanos, va a preocuparse de los derechos de cinco extranjeros condenados por nuestro sistema judicial?

Disculpadnos Fernando González, René González, Antonio Guerrero, Gerardo Hernández y Ramón Labañino; en La Habana se os conoce como héroes, pero en EEUU todo se basa en la política… y esa Pequeña Habana (Miami) hasta ahora ha tenido la mano mayor con los políticos norteamericanos, incluso influenciando el sistema judicial, particularmente en Florida.

Cualesquiera fueran las leyes que a estos individuos se les acusara de violar – justa o injustamente – la pena por tal hecho ya se ha cumplido con multiplicador después de haber estado incomunicados por 17 meses durante una década de encarcelamiento; además de lo que pudiera llamarse una forma de tortura cuando a familiares allegados se les negó visas para venir a EEUU y visitarles en prisión.

De todas formas es mejor que no hagamos un refrito de este triste episodio, no por ahora; pero si que abramos una brecha en ese pantano que podría quizás lograr que el tal pantano se viniese abajo. Después de casi cinco décadas, esas aguas malolientes y envenenadas no pueden continuar estancadas, y ninguna oportunidad mejor que esta que se nos presenta al dejar en libertad a estos cinco cubanos, bien sea como acto de humanidad o como símbolo para la restauración de relaciones entre Cuba y EEUU.

Obama ni estaría malgastando su capital político, ni poniéndose personalmente en peligro – ya no, ni siquiera en Florida – si tomara esta decisión rompehielos antes de que se cumplan sus primeros 100 días en el poder. ¡Que Obama permita a esos cinco reclusos asistir a ese desfile en Habana el 1 de mayo! Y que lo haga sin condiciones, o cualquier forma de negociación. Simplemente que otorgue a estos cinco individuos, patriotas y héroes para Cuba, pero NO enemigos de EEUU, la completa libertad.

El gobierno cubano sabrá muy bien como responder a esta decisión simple y justa de Obama. Actos de amistad y buena voluntad serán reciprocados, y aquellos que están presos en Cuba, básicamente por disensión, y no hayan cometido crímenes violentos, posiblemente se les ponga en libertad. Y la cadena de desconfianza mutua se romperá si se ablanda este eslabón.

Solo se requerirá un acto como este por el popular presidente norteamericano, un acto de mínima consecuencia domestica, dada la crisis económica en que nos encontramos, para poner fin a una situación idiota e irreal que a nadie ayuda, ni siquiera a esas reliquias del grupo vengativo de cubanos en el exilio de hace dos generaciones. Raúl Castro no tendrá que hacer, o insinuar, ofertas de ninguna índole, como hiciera durante su visita a Brasil en diciembre del año pasado; ni tampoco tendrá que hacerlo Obama… después de esta acción. Todo llevará su apropiado curso histórico.

Aquellos que están esperando la defunción de Fidel Castro como el comienzo de una “transformación” en Cuba, como lo hicieran con Franco hace más de 30 años, me parece que esta vez están equivocados. Castro definitivamente no es [un] Franco, aunque los dos sean gallegos, y solo aquellos cubanos que residen en la Isla deben determinar cuando y como sus instituciones deben evolucionar… o desarrollarse, sin ayuda, influencia o interferencia de los Estados Unidos.

¡Todo aparenta ser tan fácil… solo se requiere que Obama de su visto bueno! La libertad que se les de a los “Cinco Cubanos” será libertad para el resto de nosotros: norteamericanos y cubanos.

¿Dejará en libertad Obama a los “Cinco Cubanos”?

Ben Tanosborn
Ben Tanosborn
sábado, 11 de abril de 2009, 12:54 h (CET)
Llámalo perdón presidencial, intervención restitutoria, o simplemente un gesto de buena voluntad; llámalo como quieras… lo importante es que al final de cuentas se pueda decir que un error se ha enderezado. Y ese tan argumentado error ha sido el haber tenido presos a ese grupo penta-cubano por más de una década.

Son pocos los estadounidenses que hayan oído o leído sobre el encarcelamiento de estos cinco cubanos quienes fueron arrestados en 1998, juzgados y condenados en el Tribunal de Distrito de EEUU, Distrito Sur de Florida por falsificación de identidad, espionaje y conspiración de asesinato. La mayoría de los estadounidenses iban a encogerse de hombros si les dices que hay cinco personas en la cárcel con condena injusta dado el medio millón de presos en las cárceles de la nación cumpliendo condenas relacionadas con el consumo y venta de drogas, victimas de una sociedad con un enfoque erróneo sobre cómo resolver este problema.

Aun entre los norteamericanos con cierta familiaridad sobre este caso, un gran número te diría que la vieja disputa entre cubanos pro-Fidel y la extensa comunidad en el exilio de “antifidelistas”, gran parte radicada en Florida, es un tema que debe resolverse entre ellos – como si fuesen dos pandillas estableciendo derechos territoriales. Como si no viniese al caso la política inalterable de nuestro gobierno hacia el régimen de la Isla; o el daño infligido a la población cubana causado por las represalias económicas; o, por la cuantía de repugnantes actos cometidos por la CIA años atrás contra Cuba que ocasionaron perdidas de miles de millones de dólares a la economía de esa nación. Así que ¿quien en EEUU, salvo los activistas en derechos humanos, va a preocuparse de los derechos de cinco extranjeros condenados por nuestro sistema judicial?

Disculpadnos Fernando González, René González, Antonio Guerrero, Gerardo Hernández y Ramón Labañino; en La Habana se os conoce como héroes, pero en EEUU todo se basa en la política… y esa Pequeña Habana (Miami) hasta ahora ha tenido la mano mayor con los políticos norteamericanos, incluso influenciando el sistema judicial, particularmente en Florida.

Cualesquiera fueran las leyes que a estos individuos se les acusara de violar – justa o injustamente – la pena por tal hecho ya se ha cumplido con multiplicador después de haber estado incomunicados por 17 meses durante una década de encarcelamiento; además de lo que pudiera llamarse una forma de tortura cuando a familiares allegados se les negó visas para venir a EEUU y visitarles en prisión.

De todas formas es mejor que no hagamos un refrito de este triste episodio, no por ahora; pero si que abramos una brecha en ese pantano que podría quizás lograr que el tal pantano se viniese abajo. Después de casi cinco décadas, esas aguas malolientes y envenenadas no pueden continuar estancadas, y ninguna oportunidad mejor que esta que se nos presenta al dejar en libertad a estos cinco cubanos, bien sea como acto de humanidad o como símbolo para la restauración de relaciones entre Cuba y EEUU.

Obama ni estaría malgastando su capital político, ni poniéndose personalmente en peligro – ya no, ni siquiera en Florida – si tomara esta decisión rompehielos antes de que se cumplan sus primeros 100 días en el poder. ¡Que Obama permita a esos cinco reclusos asistir a ese desfile en Habana el 1 de mayo! Y que lo haga sin condiciones, o cualquier forma de negociación. Simplemente que otorgue a estos cinco individuos, patriotas y héroes para Cuba, pero NO enemigos de EEUU, la completa libertad.

El gobierno cubano sabrá muy bien como responder a esta decisión simple y justa de Obama. Actos de amistad y buena voluntad serán reciprocados, y aquellos que están presos en Cuba, básicamente por disensión, y no hayan cometido crímenes violentos, posiblemente se les ponga en libertad. Y la cadena de desconfianza mutua se romperá si se ablanda este eslabón.

Solo se requerirá un acto como este por el popular presidente norteamericano, un acto de mínima consecuencia domestica, dada la crisis económica en que nos encontramos, para poner fin a una situación idiota e irreal que a nadie ayuda, ni siquiera a esas reliquias del grupo vengativo de cubanos en el exilio de hace dos generaciones. Raúl Castro no tendrá que hacer, o insinuar, ofertas de ninguna índole, como hiciera durante su visita a Brasil en diciembre del año pasado; ni tampoco tendrá que hacerlo Obama… después de esta acción. Todo llevará su apropiado curso histórico.

Aquellos que están esperando la defunción de Fidel Castro como el comienzo de una “transformación” en Cuba, como lo hicieran con Franco hace más de 30 años, me parece que esta vez están equivocados. Castro definitivamente no es [un] Franco, aunque los dos sean gallegos, y solo aquellos cubanos que residen en la Isla deben determinar cuando y como sus instituciones deben evolucionar… o desarrollarse, sin ayuda, influencia o interferencia de los Estados Unidos.

¡Todo aparenta ser tan fácil… solo se requiere que Obama de su visto bueno! La libertad que se les de a los “Cinco Cubanos” será libertad para el resto de nosotros: norteamericanos y cubanos.

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Estamos fuertemente imbuidos, cada uno en lo suyo, de que somos algo consistente. Por eso alardeamos de un cuerpo, o al menos, lo notamos como propio. Al pensar, somos testigos de esa presencia particular e insustituible. Nos situamos como un estandarte expuesto a la vista de la comunidad y accesible a sus artefactos exploradores.

En medio de los afanes de la semana, me surge una breve reflexión sobre las sectas. Se advierte oscuro, aureolar que diría Gustavo Bueno, su concepto. Las define el DRAE como “comunidad cerrada, que promueve o aparenta promover fines de carácter espiritual, en la que los maestros ejercen un poder absoluto sobre los adeptos”. Se entienden también como desviación de una Iglesia, pero, en general, y por extensión, se aplica la noción a cualquier grupo con esos rasgos.

Acostumbrados a los adornos políticos, cuya finalidad no es otra que entregar a las gentes a las creencias, mientras grupos de intereses variados hacen sus particulares negocios, quizá no estaría de más desprender a la política de la apariencia que le sirve de compañía y colocarla ante esa realidad situada más allá de la verdad oficial. Lo que quiere decir lavar la cara al poder político para mostrarle sin maquillaje.

 
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