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Un dulce Carroll (20 puntos), más un veloz Llull, más un efectivo Reyes cocinan una victoria sin alardes ante el Bilbao en vísperas de la pasión turca del Fenerbahçe.

Extra de puntos y confianza del Real Madrid (102-80)

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De bien nacidos es ser agradecidos. Para empezar, una sinfonía de ovaciones sentidas, de esas que se dan con el corazón, hacia algunos conocidos. Los buenos tiempos no se olvidan. Antes, amigos; ahora, adversarios. Son Mumbrú, Hervelle (cumplió 400 encuentros en Liga Endesa), Begic y, muy especialmente, hacia Raúl López, quien, a sus 36 años, dejará de hacer magia con un balón de baloncesto. Se apaga uno de los bases de la generación de oro del baloncesto nacional. Su entrada en el juego supuso otro improvisado homenaje de aplausos. Más aún cuando anotó una canasta impensable: debajo del aro rodeado de hombres altos. De genio. Con este panorama de melancolía y a mitad de camino de sentir esa pasión turca conocida como Fenerbahçe, el Real Madrid -así como aficionados- comenzó con un baloncesto pausado, a excepción de alguna que otra acción de videoteca.

Referirse a la videoteca es centrarse en Sergio Rodríguez. Su entrada otorgó un mayor aire al baloncesto del Real Madrid. Volvió el espectáculo. Dos asistencias de escuadra y cartabón para regocijo de los aficionados. El primer balón acabó en manos de Taylor, con un mate de su repertorio. Variado. El segundo balón, con pase por debajo de las piernas, lo aprovecho Doncic para anotar y culminar una rápida transición. No hubo muchas. El Bilbao trató de llevar un baloncesto silencioso. Sin movimientos ágiles. Tuvo buen resultado. Se coronó el primer cuarto con balance favorable para los visitantes: 23-26.

El tanteo desvela otro dato: los ataques anularon a las defensas. Y dos tiradores sumaron puntos en su casillero. Carroll se marchó con 10 puntos y Bertans, con 9 puntos. Ese primer acto nos hizo intuir otro dato, que se comprobó antes del descanso. El equipo de Sito Alonso es un bloque conjunto, nadie destaca por encima del otro. Errores y aciertos se reparten como buenos hermanos. Sólo Bertans destacó en la anotación (12 puntos al descanso). En los demás apartados, máximo reparto. Enfrente, el Real Madrid destacó por unos hombres: primero fue Carroll; luego Sergio Rodríguez; más tarde Lima (con 10 puntos casi consecutivos) y Reyes (otros 10 puntos) y finalmente emergió Llull, con cuyas carreras, más sus once puntos, empujaron al Real Madrid a sus máximas cotas: 54-45, al descanso. El talento de unos ganaba al conjunto de los otros. Aún así, ni el Real Madrid tenía el partido en su bolsillo, ni el Bilbao estaba ya de turismo en Madrid.

Ilusiona Doncic
Aunque si atendemos a las sensaciones, sería complicado que el Real Madrid dejase irse un triunfo que cocinó a fuego lento, como los buenos guisos. Y en esa receta, merece el reconocimiento, un joven como Doncic. Siempre cumple. Y siempre muestra su talento. Como director de juego, como asistente, como anotador en carrera y desde el perímetro. Lástima que no tenga más carreta en encuentros donde debería tenerlo. Ya sin él, el Real Madrid regresó del vestuario dando un serio aviso al Bilbao: triple de Carroll; canastas y rebotes reservados a Reyes y penetraciones vertiginosas de Llull. Se subió más allá de los diez puntos. La veteranía de Raúl López y de Mumbrú, sumado a algún despiste defensivo blanco, aplazó toda rendición.

Al cierre del tercer cuarto, esas sensaciones no habían sufrido alteraciones. Los blancos desprendían ese aroma de saber embocar el partido en cualquier momento (90 a 70 en valoración global). Y en concreto en cuanto confluían Carroll, Reyes y Llull en pista. Están en su momento. El marcador, además, reflejaba un mínimo incremento del Real Madrid: 76-65. Sería cuestión de administrar con cabeza esas rentas. Nada despistes -algo común este curso- antes de centrarse en Europa. Lo hubo. Nada más empezar el cuarto final: 76-70 con cinco puntos seguidos de Bertans. Quedó en un aviso. Los ‘secundarios’ (con mención para Lima, Taylor y Doncic) ganaron su confianza y dieron réplica oportuna al Bilbao: 83-70. Dos triples consecutivos de Doncic finiquitaron el partido: 92-75 (a cuatro para el final). Acabó ganando el Madrid. Superando, por novena vez en el curso (a una del récord) los 100 puntos. Y, por supuesto, no faltó otra sonora ovación a Raúl López cuando se sentó, definitivamente, en el banquillo. Ya toca pensar en Fenerbahçe.

Extra de puntos y confianza del Real Madrid (102-80)

Un dulce Carroll (20 puntos), más un veloz Llull, más un efectivo Reyes cocinan una victoria sin alardes ante el Bilbao en vísperas de la pasión turca del Fenerbahçe.
Rafael Merino
domingo, 10 de abril de 2016, 19:59 h (CET)
De bien nacidos es ser agradecidos. Para empezar, una sinfonía de ovaciones sentidas, de esas que se dan con el corazón, hacia algunos conocidos. Los buenos tiempos no se olvidan. Antes, amigos; ahora, adversarios. Son Mumbrú, Hervelle (cumplió 400 encuentros en Liga Endesa), Begic y, muy especialmente, hacia Raúl López, quien, a sus 36 años, dejará de hacer magia con un balón de baloncesto. Se apaga uno de los bases de la generación de oro del baloncesto nacional. Su entrada en el juego supuso otro improvisado homenaje de aplausos. Más aún cuando anotó una canasta impensable: debajo del aro rodeado de hombres altos. De genio. Con este panorama de melancolía y a mitad de camino de sentir esa pasión turca conocida como Fenerbahçe, el Real Madrid -así como aficionados- comenzó con un baloncesto pausado, a excepción de alguna que otra acción de videoteca.

Referirse a la videoteca es centrarse en Sergio Rodríguez. Su entrada otorgó un mayor aire al baloncesto del Real Madrid. Volvió el espectáculo. Dos asistencias de escuadra y cartabón para regocijo de los aficionados. El primer balón acabó en manos de Taylor, con un mate de su repertorio. Variado. El segundo balón, con pase por debajo de las piernas, lo aprovecho Doncic para anotar y culminar una rápida transición. No hubo muchas. El Bilbao trató de llevar un baloncesto silencioso. Sin movimientos ágiles. Tuvo buen resultado. Se coronó el primer cuarto con balance favorable para los visitantes: 23-26.

El tanteo desvela otro dato: los ataques anularon a las defensas. Y dos tiradores sumaron puntos en su casillero. Carroll se marchó con 10 puntos y Bertans, con 9 puntos. Ese primer acto nos hizo intuir otro dato, que se comprobó antes del descanso. El equipo de Sito Alonso es un bloque conjunto, nadie destaca por encima del otro. Errores y aciertos se reparten como buenos hermanos. Sólo Bertans destacó en la anotación (12 puntos al descanso). En los demás apartados, máximo reparto. Enfrente, el Real Madrid destacó por unos hombres: primero fue Carroll; luego Sergio Rodríguez; más tarde Lima (con 10 puntos casi consecutivos) y Reyes (otros 10 puntos) y finalmente emergió Llull, con cuyas carreras, más sus once puntos, empujaron al Real Madrid a sus máximas cotas: 54-45, al descanso. El talento de unos ganaba al conjunto de los otros. Aún así, ni el Real Madrid tenía el partido en su bolsillo, ni el Bilbao estaba ya de turismo en Madrid.

Ilusiona Doncic
Aunque si atendemos a las sensaciones, sería complicado que el Real Madrid dejase irse un triunfo que cocinó a fuego lento, como los buenos guisos. Y en esa receta, merece el reconocimiento, un joven como Doncic. Siempre cumple. Y siempre muestra su talento. Como director de juego, como asistente, como anotador en carrera y desde el perímetro. Lástima que no tenga más carreta en encuentros donde debería tenerlo. Ya sin él, el Real Madrid regresó del vestuario dando un serio aviso al Bilbao: triple de Carroll; canastas y rebotes reservados a Reyes y penetraciones vertiginosas de Llull. Se subió más allá de los diez puntos. La veteranía de Raúl López y de Mumbrú, sumado a algún despiste defensivo blanco, aplazó toda rendición.

Al cierre del tercer cuarto, esas sensaciones no habían sufrido alteraciones. Los blancos desprendían ese aroma de saber embocar el partido en cualquier momento (90 a 70 en valoración global). Y en concreto en cuanto confluían Carroll, Reyes y Llull en pista. Están en su momento. El marcador, además, reflejaba un mínimo incremento del Real Madrid: 76-65. Sería cuestión de administrar con cabeza esas rentas. Nada despistes -algo común este curso- antes de centrarse en Europa. Lo hubo. Nada más empezar el cuarto final: 76-70 con cinco puntos seguidos de Bertans. Quedó en un aviso. Los ‘secundarios’ (con mención para Lima, Taylor y Doncic) ganaron su confianza y dieron réplica oportuna al Bilbao: 83-70. Dos triples consecutivos de Doncic finiquitaron el partido: 92-75 (a cuatro para el final). Acabó ganando el Madrid. Superando, por novena vez en el curso (a una del récord) los 100 puntos. Y, por supuesto, no faltó otra sonora ovación a Raúl López cuando se sentó, definitivamente, en el banquillo. Ya toca pensar en Fenerbahçe.

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