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Gómez Escribano ha hecho de Canillejas un orbe creativo

La poética del suburbio

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Agonizando marzo, presentaba Paco Gómez Escribano su última novela, “Narcopiso” (Alrevés, 2023) en la Biblioteca Municipal Eugenio Trías, flanqueado por la editora Albahaca Martín Gon (Vencejo Ediciones) y el novelista David Llorente Oller, quienes intercambiaron con el autor afinadas impresiones acerca de los más variados aspectos de su universo creativo así como de sus filias estilístico-narrativas.


Principió la charla Llorente apuntando cómo conoció a Gómez Escribano: lo hizo (aclaraba) literariamente cuando entretenía un trayecto en tren con un libro de relatos que contenía “La miseria de la calle”, del escribiente de Canillejas. Sorprendióle cómo este captaba de una manera vívida y veraz el habla y los modos de la calle, no en vano, nadie como él, que también se crió en un barrio (Carabanchel, para ser más precisos), podía ser fedatario de tal traslación de la vida en derredor a la letra impresa.


Destacaba Llorente como rasgo idiosincrásico del de Canillejas su luminosa atención al universo de las drogas y de la marginalidad, retratándolo en su justa medida y en su exacta realidad. También el hecho de que no tire de estereotipos cuando de elaborar sus personajes yonquis se trata, pues los llena de matices (y no todos necesariamente desapacibles), no recreándose meramente en lo más obvio y trillado de dicha figura. Y le preguntaba a Gómez Escribano qué azares lo llevaron a tratar de un narcopiso. A lo que este respondió que fue a través de los noticiarios, observando los estragos de estos en las comunidades de vecinos.


Apuntó asimismo PGE que en no pocas ocasiones son los fondos buitre, los que queriendo hacer negocio con los pisos turísticos, tratan de echar a la población envejecida residente en los bloques de viviendas más céntricos.


Albahaca Martín Gon intervino tratando acerca de la evolución estilística del autor, quien aludió a sus bandazos en la vida y en lo literario, precisando que ahora es un escritor no tanto de trama y sí más de personajes y de crítica social, por “molarle” en los últimos tiempos maridar novela negra y realismo sucio. La importancia otorgada a los personajes se entrevería en el hecho de que sea un narrador testigo en primera persona quien nos traslada los avatares acaecidos en la obra.


Continuó Albahaca precisando el hecho de que tan marginales y autodestruidos personajes fueran, por lo general, inteligentes, a lo que Paco añadió que el yonqui no es tonto “per se”. De hecho, el protagonista es un tipo leído y posee un cierto bagaje, mucho del cual debe a los crucigramas, a cuya resolución se entregaría con no poca complacencia, cosa que incidiría en que manejase, en un momento dado, palabras que se salen de la jerga. Otro personaje, el Perla, es así apodado por las “perlas cultivadas” (apotegmas) que suelta.


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Lo antedicho situaría a Gómez Escribano en una cierta postura galdosiana. Vendría a ser un Galdós de Canillejas que va observando y tratando con gentes a las que (merced a su humano interés) otorgará un lugar en su escritura, gustando, por lo que se ve, de los más apicarados, por portar estos esa tan encandiladora épica suburbial. Decía beber el autor de esos filósofos de antro de extrarradio, cuyos parlamentos llegaría a identificar con determinadas corrientes filosóficas, motivo por el que tiene a bien traducirlos en pos de su injertado a pie de asfalto en el entorno marginal que nos refiere por ser el que su prosa habitúa a frecuentar. Afirmaba observar y retratar PGE, también, esa cohabitación intergeneracional aprehendida en los tabernáculos de la menesterosa barriada.


Continuaba la charla y Llorente hizo hincapié en el lenguaje, aseverando que PGE es un maestro en el manejo de las variedades diastráticas (dicho esto en terminología de Coseriu) por lograr un difícil equilibrio entre los niveles del habla que comparecen (al igual que en otras de sus novelas) en “Narcopiso”, desde el comentario que indica cierto manejo del lenguaje a la más callejera de las jergas, usando incluso voces del caló.


Albahaca apuntó la importancia que también tiene el humor en la narrativa gomezescribaniana.

Al fin, se tocaron en la charla entre los ponentes y de estos con el público muy variados flancos del abanico escritural y, en concreto, novelístico, de PGE, los cuales invitan vivamente a leer la obra que en tal evento fue esgrimida de manera no poco filosa.


Paco Gómez Escribano ha hecho de Canillejas un orbe creativo y del yonqui el reflejo más luminoso de la trastienda arrabalera que circunda la urbe.

La poética del suburbio

Gómez Escribano ha hecho de Canillejas un orbe creativo
Diego Vadillo López
viernes, 31 de marzo de 2023, 10:31 h (CET)

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Agonizando marzo, presentaba Paco Gómez Escribano su última novela, “Narcopiso” (Alrevés, 2023) en la Biblioteca Municipal Eugenio Trías, flanqueado por la editora Albahaca Martín Gon (Vencejo Ediciones) y el novelista David Llorente Oller, quienes intercambiaron con el autor afinadas impresiones acerca de los más variados aspectos de su universo creativo así como de sus filias estilístico-narrativas.


Principió la charla Llorente apuntando cómo conoció a Gómez Escribano: lo hizo (aclaraba) literariamente cuando entretenía un trayecto en tren con un libro de relatos que contenía “La miseria de la calle”, del escribiente de Canillejas. Sorprendióle cómo este captaba de una manera vívida y veraz el habla y los modos de la calle, no en vano, nadie como él, que también se crió en un barrio (Carabanchel, para ser más precisos), podía ser fedatario de tal traslación de la vida en derredor a la letra impresa.


Destacaba Llorente como rasgo idiosincrásico del de Canillejas su luminosa atención al universo de las drogas y de la marginalidad, retratándolo en su justa medida y en su exacta realidad. También el hecho de que no tire de estereotipos cuando de elaborar sus personajes yonquis se trata, pues los llena de matices (y no todos necesariamente desapacibles), no recreándose meramente en lo más obvio y trillado de dicha figura. Y le preguntaba a Gómez Escribano qué azares lo llevaron a tratar de un narcopiso. A lo que este respondió que fue a través de los noticiarios, observando los estragos de estos en las comunidades de vecinos.


Apuntó asimismo PGE que en no pocas ocasiones son los fondos buitre, los que queriendo hacer negocio con los pisos turísticos, tratan de echar a la población envejecida residente en los bloques de viviendas más céntricos.


Albahaca Martín Gon intervino tratando acerca de la evolución estilística del autor, quien aludió a sus bandazos en la vida y en lo literario, precisando que ahora es un escritor no tanto de trama y sí más de personajes y de crítica social, por “molarle” en los últimos tiempos maridar novela negra y realismo sucio. La importancia otorgada a los personajes se entrevería en el hecho de que sea un narrador testigo en primera persona quien nos traslada los avatares acaecidos en la obra.


Continuó Albahaca precisando el hecho de que tan marginales y autodestruidos personajes fueran, por lo general, inteligentes, a lo que Paco añadió que el yonqui no es tonto “per se”. De hecho, el protagonista es un tipo leído y posee un cierto bagaje, mucho del cual debe a los crucigramas, a cuya resolución se entregaría con no poca complacencia, cosa que incidiría en que manejase, en un momento dado, palabras que se salen de la jerga. Otro personaje, el Perla, es así apodado por las “perlas cultivadas” (apotegmas) que suelta.


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Lo antedicho situaría a Gómez Escribano en una cierta postura galdosiana. Vendría a ser un Galdós de Canillejas que va observando y tratando con gentes a las que (merced a su humano interés) otorgará un lugar en su escritura, gustando, por lo que se ve, de los más apicarados, por portar estos esa tan encandiladora épica suburbial. Decía beber el autor de esos filósofos de antro de extrarradio, cuyos parlamentos llegaría a identificar con determinadas corrientes filosóficas, motivo por el que tiene a bien traducirlos en pos de su injertado a pie de asfalto en el entorno marginal que nos refiere por ser el que su prosa habitúa a frecuentar. Afirmaba observar y retratar PGE, también, esa cohabitación intergeneracional aprehendida en los tabernáculos de la menesterosa barriada.


Continuaba la charla y Llorente hizo hincapié en el lenguaje, aseverando que PGE es un maestro en el manejo de las variedades diastráticas (dicho esto en terminología de Coseriu) por lograr un difícil equilibrio entre los niveles del habla que comparecen (al igual que en otras de sus novelas) en “Narcopiso”, desde el comentario que indica cierto manejo del lenguaje a la más callejera de las jergas, usando incluso voces del caló.


Albahaca apuntó la importancia que también tiene el humor en la narrativa gomezescribaniana.

Al fin, se tocaron en la charla entre los ponentes y de estos con el público muy variados flancos del abanico escritural y, en concreto, novelístico, de PGE, los cuales invitan vivamente a leer la obra que en tal evento fue esgrimida de manera no poco filosa.


Paco Gómez Escribano ha hecho de Canillejas un orbe creativo y del yonqui el reflejo más luminoso de la trastienda arrabalera que circunda la urbe.

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