En los tiempos actuales abundan los recursos y conocimientos en sectores impensables. Ni siquiera esos ventajosos adelantos son bien aprovechados, ni paramos mientes en otras consideraciones importantes; inmersos en una rutina hiperactiva caemos en una indeterminación alarmante. Apenas detectamos expresiones aisladas referidas a la presencia humana integral; realmente es casi imposible por el barullo incesante. Pero no desviemos la mirada hacia los ambientes establecidos. De por sí, en la contemplación de los comportamientos sociales predominan las tendencias ESCAPISTAS, cuya única intención es liberarse de los compromisos, a la espera de las soluciones oportunas de procedencia externa.
Metidos de lleno en dicho ajetreo, las inquietudes van por derroteros inmediatos, sin ánimo para disquisiciones de mayor calado. Para comprendernos mejor se imponen las salidas hacia lugares más tranquilos. Me inclino por la búsqueda de remansos de intimidad al AIRE LIBRE, en parajes montañosos, acogidos por la arboleda reconfortante y la espontaneidad de los vientos liberadores; los sonidos adquieren tonalidades relajantes. Así ubicados, el campo de observación ofrece magnitudes diversas, de alturas y distancias, en contraste con las pequeñeces comparativas. Por una vez, resuena la armonía, la escucha de los impulsos íntimos se percibe sin acompañamientos confusos, esclarece las versiones de la realidad.
Resulta cuando menos curioso el contraste entre los pronunciamientos rotundos y la escasa información emitida sobre el verdadero pensamiento de los intervinientes; no nos dejan la mínima idea de que se correspondan. Por lo tanto, suscitan la sospecha inmediata debido a la práctica desaparición de las argumentaciones. Las declaraciones semejan los fuegos artificiales, con residuos poco significativos. Si no queremos perdernos en el tráfago de las manifestaciones, hemos de reivindicar el valor de la INTERPRETACIÓN personal como base de operaciones, con el enérgico desdén hacia los parloteos engañosos y el saber sonsacar las verdaderas valoraciones; apostar por la franqueza expositiva.
En las tareas emprendidas para cumplimentar los proyectos, o bien para satisfacer necesidades u otros deseos, las intenciones apenas explican nada debido a sus múltiples enlaces con factores contradictorios. Los mismos conceptos de los objetivos buscados resultan al final escurridizos, configuran los primeros inconvenientes. Las diferencias individuales y las complejas situaciones, nos plantean el dilema de los beneficios dispares según a quien apunten. Algo parecido ocurre con las bondades, por sí mismas no apuntan a soluciones gratificantes. Las estadísticas tampoco cubren todos los afanes. Precisamos del DISCERNIMIENTO para pulsar las teclas adecuadas, pero será imposible dar con ellas sin pensar en los efectos derivados.
Tratar de analizar si determinadas actuaciones son de la incumbencia de uno, hasta qué punto están relacionadas de alguna manera con sus decisiones, no es tarea fácil. De ahí que el nivel de compromiso se diluya entre las diversas ramificaciones. Aún resulta más complejo el asunto, nos coloca ante un brete acuciante, cuando en los ambientes proliferan las conductas despreocupadas y maliciosas; los numerosos CHANCHULLOS ocupan el panorama, dificultan la apreciación de realidades meritorias. Cómo mantener la lealtad responsable en el mar de atrocidades circundante, los enredos en los procedimientos y las poderosas malversaciones corruptas; desentrañar esa madeja alimenta las inquietudes.
Las estructuras se imponen a base de programaciones que se olvidan de las personas, como si los protocolos establecidos provinieran de entidades sublimes con la sabiduría absoluta. Los intereses de sus organizadores suelen silenciarse, sometiendo al resto de individuos a sus dictámenes. En los ámbitos modernos se cuelan abusivamente normas de obligado cumplimiento definidas por minorías intolerantes, sin ningún ánimo de confrontar sus argumentos. El DESASOSIEGO resulta lógico, es palpable en la calle, el trabajo, diversiones o familias. Abocan al descontrol emocional con diversos tipos de violencia, que aumentarán si prosigue el desinterés racional, con la confrontación política como norma; no presagian nada bueno.
Son muchos los condicionantes a la hora de tomar decisiones y llevarlas a la práctica. Pero si la presumible orientación básica a la participación en común, es sustituida por las ínfulas intolerantes enfrascadas en la dispersión irracional; si eso ocurre, y en eso estamos, asistimos a un libre albedrío alocado. Las confusiones adquieren especial relieve cuando se apunta a la configuración de las metas óptimas para la comunidad, por consiguiente, deseables también para cada sujeto. En contra, asistimos al peligroso FALSEAMIENTO arbitrario de los objetivos a perseguir con el esfuerzo de todos. Se trastocan los itinerarios, el desconcierto ciudadano favorece a las fuerzas intrigantes y desvirtúa a la sociedad entera.
Suelen lanzarse imprecaciones sobre la tecnología y los adelantos en general como responsables de los rumbos actuales, como si los artefactos eligieran las orientaciones. La imprenta, la radio, los trenes, en su momento; la energía nuclear, los bits y quién sabe qué conexiones; se corresponden con las inquietudes mentales ejercitadas en sus andanzas, en cuanto a su génesis y en cuanto a sus aplicaciones. Si nos referimos a los efectos del AZAR detectados en cualquier sector, tampoco alcanzan un carácter absoluto. Las aportaciones tecnocientíficas en todos los órdenes, teniendo envergadura propia, están en clara dependencia de las decisiones humanas, estas no pueden evadirse de las secuelas provocadas.
El panorama actual de los comportamientos sociales se acerca peligrosamente a la transformación de las ansias particulares en derechos inalienables, sin dedicarle tiempo a las mínimas consideraciones limitantes. Dicho afán libertario arrasa cualquier intento de pensar de otra manera. ¡Ah! ¡Detalle primordial! No podemos prescindir del acompañamiento social y del resto del mundo. De donde se deduce el imperativo de ponerse a pensar en un plan MORAL, elaborado por el conjunto de integrantes en una dialéctica comunitaria constructiva. Sin el respeto a ese plan, se resquebrajan las aspiraciones de los comportamientos y la ética del conjunto estalla en minúsculas intervenciones deshilachadas, motivo de tristes experiencias.
El empecinamiento con las actitudes evasivas no sería tan grave, si no fuera porque esa reincidencia impide la participación en el diseño de proyectos meritorios y tampoco sería propicio a la adhesión comprometida para llevarlos a cabo. Están abocados a ese devenir de la DEJADEZ intempestiva de impulsos deslavazados en los que van envueltos desde ministros deslustrados a ciudadanos mediocres.
El circuito abandonista se convierte en un vórtice de tremenda fuerza absorbente en progresiva aceleración. Su tumulto enturbia otras posibles percepciones, resulta casi imposible huir de sus influencias. Sus mismas manifestaciones RECALCITRANTES contaminan las investigaciones e imposibilitan así el hallazgo de orientaciones resolutivas. Los nubarrones no dejan atisbar la luz.
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