No es mi intención perjudicar a nadie con este escrito. Por eso no daré detalles de la línea, la hora, ni nada que pudiera dar lugar a localizar a las personas a las que me voy a referir. El sentido de esta carta solo es para denunciar una costumbre que podría dar lugar a tener un accidente:
”No hace mucho iba yo en el autobús en el que, amigablemente, estaban conversando dos conductores: el que conducía el bus y otro (deduzco que era también conductor porque llevaba el mismo uniforme). Pues bien, en el trayecto que recorrí dentro del transporte público, que no era muy largo, el conductor tuvo que frenar dos veces bruscamente. Gracias a Dios, nadie cayó al suelo, pero podía haberse dado el caso porque el frenazo fue considerable. No quise decirle nada al conductor porque era ponerle en evidencia delante de la gente. Y según como me contestara, me habría dejado con mal sabor de boca para el resto del día.
Por eso, a toro pasado, aprovecho para rogar a los conductores de los autobuses urbanos que dejaran sus charlas particulares para otro momento más propicio. Muchas gracias.
|