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Nada más inusual en la política paraguaya que convocar a intelectuales en plena campaña electoral

​Euclides Acevedo y los intelectuales

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El dramaturgo y pensador francés Pablo Magee, autor de un exitoso libro sobre Stroessner y el Plan Cóndor aún no traducido al español, participó esta semana de un encuentro con el candidato a la presidencia del Paraguay Euclides Acevedo. Precisamente Magee narra en su libro el encuentro de Euclides con François Mitterrand, uno de los momentos más trascendentes de la lucha contra la dictadura en Paraguay.


El encuentro convocó a reconocidos intelectuales y autores paraguayos como Mario Casartelli, o Ricardo de la Vega, quienes asistieron a una conferencia del historiador Miguel Escurra, quien describió en su exposición la realidad política y social paraguaya de principios del siglo XX.


Fue precisamente esa etapa histórica el caldo primigenio de la literatura paraguaya, como lo reconocieron Augusto Roa Bastos y Ruben Bareiro Saguier, dos perseguidos por la dictadura que también fueron amigos de Euclides Acevedo.


La literatura paraguaya, coinciden estas figuras emblemáticas de las letras paraguayas, surge con Rafael Barret, escritor paraguayo nacido en España, que supo ser el más tierra de la roja tierra guaraní, y la más pura saliva hecha tinta de su boca.


Corrían las primeras décadas del siglo XX, cuando en el Paraguay gobernado por el leseferismo accedió al poder el Coronel Albino Jara, que consagró sus conocimientos de artillería asimilados en el extranjero a derrocar gobiernos, favorecido por los volubles vientos del capital. En aquellos días se confirmó la tendencia de poca simpatía que los gobiernos autoritarios sienten por la palabra escrita y la ilustración.


Por entonces, Barret publicó en “El Diario” de Asunción una famosa serie de seis artículos conocida como “Lo que son los yerbales” sobre la esclavitud de los peones yerbateros, los “mensú”, como se los llamaba. También denunció el gatopardismo en la legislación que posteriormente intentó atenuar la injusticia social reinante, que era fácilmente eludida por funcionarios corruptos del gobierno paraguayo que recibían sobornos de las empresas que explotaban a los yerbateros.


Los escritos de Barrett se convirtieron entonces en obra clásica en el género literario nacional del Paraguay: la literatura de denuncia: “Es preciso que sepa el mundo de una vez lo que pasa en los yerbales. Es preciso que cuando se quiera citar un ejemplo moderno de todo lo que pueda concebir y ejecutar la codicia humana, no se hable solamente del Congo sino del Paraguay”. Al frente del exterminio por expoliación, endeudamiento, hambre y estaqueo estaban La Industrial Paraguaya y la brasileña Matte Larangeira, empresas que contaban con la complicidad del Estado, responsable de respaldar legalmente el sistema esclavo”.


El golpe de Estado del coronel Albino Jara del 2 de julio de 1908 lo llevó a la cárcel. La intervención del cónsul inglés Cecil Gosling le devolvió la libertad pero lo lanzó al destierro. Barret era hijo de un inglés, y en un país de economía feudal bajo dominio colonial británico, era un sujeto de tratamiento delicado.


Pero el español medio inglés que inauguró la literatura paraguaya no la sacó tan barata, si consideramos que durante sus días de encarcelamiento en Paraguay contrajo la tuberculosis que acabó prematuramente con su vida.


Convocar a intelectuales para un conversatorio sobre política como lo hizo Euclides Acevedo, más que inusual podría considerarse un gesto heroico, sobre todo en un país donde el género literario nacional es el libelo acusatorio y la principal arma política el vilipendio. Pero esta realidad no impide intentar lo excepcional.


Ya lo escribió alguna vez Sartre: “Es el deber de todo individuo, hacer lo que quiera hacer, pensar lo que quiera pensar, no responder a nadie excepto a sí mismo, y cuestionar toda idea y a todo individuo”. LAW

​Euclides Acevedo y los intelectuales

Nada más inusual en la política paraguaya que convocar a intelectuales en plena campaña electoral
Luis Agüero Wagner
viernes, 10 de febrero de 2023, 10:33 h (CET)

El dramaturgo y pensador francés Pablo Magee, autor de un exitoso libro sobre Stroessner y el Plan Cóndor aún no traducido al español, participó esta semana de un encuentro con el candidato a la presidencia del Paraguay Euclides Acevedo. Precisamente Magee narra en su libro el encuentro de Euclides con François Mitterrand, uno de los momentos más trascendentes de la lucha contra la dictadura en Paraguay.


El encuentro convocó a reconocidos intelectuales y autores paraguayos como Mario Casartelli, o Ricardo de la Vega, quienes asistieron a una conferencia del historiador Miguel Escurra, quien describió en su exposición la realidad política y social paraguaya de principios del siglo XX.


Fue precisamente esa etapa histórica el caldo primigenio de la literatura paraguaya, como lo reconocieron Augusto Roa Bastos y Ruben Bareiro Saguier, dos perseguidos por la dictadura que también fueron amigos de Euclides Acevedo.


La literatura paraguaya, coinciden estas figuras emblemáticas de las letras paraguayas, surge con Rafael Barret, escritor paraguayo nacido en España, que supo ser el más tierra de la roja tierra guaraní, y la más pura saliva hecha tinta de su boca.


Corrían las primeras décadas del siglo XX, cuando en el Paraguay gobernado por el leseferismo accedió al poder el Coronel Albino Jara, que consagró sus conocimientos de artillería asimilados en el extranjero a derrocar gobiernos, favorecido por los volubles vientos del capital. En aquellos días se confirmó la tendencia de poca simpatía que los gobiernos autoritarios sienten por la palabra escrita y la ilustración.


Por entonces, Barret publicó en “El Diario” de Asunción una famosa serie de seis artículos conocida como “Lo que son los yerbales” sobre la esclavitud de los peones yerbateros, los “mensú”, como se los llamaba. También denunció el gatopardismo en la legislación que posteriormente intentó atenuar la injusticia social reinante, que era fácilmente eludida por funcionarios corruptos del gobierno paraguayo que recibían sobornos de las empresas que explotaban a los yerbateros.


Los escritos de Barrett se convirtieron entonces en obra clásica en el género literario nacional del Paraguay: la literatura de denuncia: “Es preciso que sepa el mundo de una vez lo que pasa en los yerbales. Es preciso que cuando se quiera citar un ejemplo moderno de todo lo que pueda concebir y ejecutar la codicia humana, no se hable solamente del Congo sino del Paraguay”. Al frente del exterminio por expoliación, endeudamiento, hambre y estaqueo estaban La Industrial Paraguaya y la brasileña Matte Larangeira, empresas que contaban con la complicidad del Estado, responsable de respaldar legalmente el sistema esclavo”.


El golpe de Estado del coronel Albino Jara del 2 de julio de 1908 lo llevó a la cárcel. La intervención del cónsul inglés Cecil Gosling le devolvió la libertad pero lo lanzó al destierro. Barret era hijo de un inglés, y en un país de economía feudal bajo dominio colonial británico, era un sujeto de tratamiento delicado.


Pero el español medio inglés que inauguró la literatura paraguaya no la sacó tan barata, si consideramos que durante sus días de encarcelamiento en Paraguay contrajo la tuberculosis que acabó prematuramente con su vida.


Convocar a intelectuales para un conversatorio sobre política como lo hizo Euclides Acevedo, más que inusual podría considerarse un gesto heroico, sobre todo en un país donde el género literario nacional es el libelo acusatorio y la principal arma política el vilipendio. Pero esta realidad no impide intentar lo excepcional.


Ya lo escribió alguna vez Sartre: “Es el deber de todo individuo, hacer lo que quiera hacer, pensar lo que quiera pensar, no responder a nadie excepto a sí mismo, y cuestionar toda idea y a todo individuo”. LAW

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