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Excrementos políticos para freegans socialistas

Miguel Massanet
Miguel Massanet
sábado, 14 de febrero de 2009, 14:05 h (CET)
Nauseabundo. Resulta un espectáculo bochornos para cualquier ciudadano consciente de la delicada situación por la que estamos atravesando, cuando en nuestra patria contamos los parados por millones y las empresas que desaparecen por cientos de miles, el que nos veamos obligados a presenciar como aquellos cuya mayor preocupación debería ser aunar esfuerzos, para ayudarnos a enfrentarnos a la crisis de la mejor forma posible, enfrentarse a cara de perro para intentar destruirse mutuamente. El panorama que nos brinda la política y los políticos, en estos días, no puede ser más deprimente para un ciudadano de a pie que, agobiado por las preocupaciones de sobrevivir a los problemas inherentes a la recesión, observa admirado como un partido se dedica a pescar de la fosa de las miserias humanas todo aquello que ha conseguido – probablemente con las agravantes de premeditación y alevosía – escarbar para sacarlo a la luz en el momento y la circunstancia que estima que más le van a favorecer para conseguir su objetivo de desprestigiar al partido opositor. No dudo de que existan casos de corrupción en el PP, no creo que fuera posible que en un partido con tantos militantes no existieran algunos que se han dejado tentar por el modo de conseguir dinero fácil o hayan sentido la tentación de prevaricar para favorecer a un amigo o un familiar. Aquí vendrían bien las palabras del Señor, cuando intervino par evitar la lapidación de una mujer pecadora, cuando dijo aquella frase que, con el tiempo, se ha convertido en una expresión corriente en el lenguaje coloquial: “Aquel que esté libre de culpa que tire la primera piedra”.

Si no fuera porque, en esta comprometida España de nuestros días, una buena parte de la ciudadanía todavía conserva un odio ancestral hacia la derecha y se deja arrastrar por todos aquellos iluminados que les prometen revancha y venganza; una actuación semejante, con toda probabilidad, levantaría las iras del pueblo contra los que utilizaran tales procedimientos como arma arrojadiza contra sus adversarios políticos. Es evidente que el PSOE ha sido abanderado en temas de corrupción y también lo es que siempre se ha valido de su influencia sobre la prensa y de su poder de “persuasión” sobre determinados miembros de la judicatura y la fiscalía, para que los casos de corrupción que han salido a la luz dentro del partido ( casos de Almería e Ibiza), se hayan diluido en el tiempo sin que nadie haya conseguido averiguar que ocurrió con aquellos expedientes que, probablemente, deben estar archivados en algún polvoriento cajón de un juzgado desconocido. Resulta tan patente, tan evidente y tan descarado que se ha querido levantar una montaña de porquería en torno al PP, precisamente en el momento en que se está en víspera de unas elecciones autonómicas, las de Galicia y el País Vasco; que los mismos que se han afanado en pergeñar esta sucia jugada, deberían ser destituidos tajantemente por no haber sido capaces de idear una martingala menos burda y desaliñada.

Que nadie olvide la situación de España a la que nos han conducido estos artistas de la propaganda y que ningún parado dude, ni por un momento, de que si lo está se lo debe, en un 80%, a los señores del Partido Socialista que ni supieron prever con tiempo la llegada de la crisis ni lo quisieron anunciar para que nos preparáramos para afrontarla ni han hecho nada, medianamente útil, para que las empresas españolas, especialmente las Pymes y los autónomos, recibieran la ayuda que precisaban, urgentemente, en el momento en que más necesidad tenían de ella. Pero necesitaban ocultar la realidad, desviar la atención de ella e intentar que los españoles guiáramos la atención hacia las vicisitudes del partido de la oposición, para así conseguir atribuirles las culpas de todo lo que no funciona en esta bendita nación. Por intereses partidistas, por empeño idealista y por restar méritos a la oposición, se han empeñado en mantener una política de ayudas, de primar a los amigos y ser cicateros con los demás; de favorecer a las autonomías de las que precisaban para gobernar y de escatimar con aquellas que sabían que no tenían una influencia básica en el cómputo de representantes, que pudieran hacer tambalear su poder absoluto en el Congreso.

No soy partidario del PP del señor Rajoy, con el que difiero radicalmente en muchas cosas, pero la objetividad no me permite quedar callado ante unos hechos tan repugnantes, máxime, cuando en su sustanciación, como siempre, ha aparecido con un papel estelar el señor Garzón, este sujeto que, aparte de gastarse el dinero de los españoles en proezas irrealizables, como pudiera ser procesar a personalidades extranjeras sabiendo que no estaba legitimado para ello, nunca ha dudado en mostrarse muy sumiso a los intereses del partido socialista y, especialmente activo, cuando se ha tratado de actuar en perjuicio del PP. ¡Miren qué curioso!, tanta diligencia para enjuiciar a los amigos del PP y, sin embargo, en uno de los enmohecidos cajones de su despacho de la Audiencia Nacional, oculto entre una pila de expedientes viejos, debe de estar aquel que hace referencia al famoso chivatazo que les llegó a los etarras que les permitió esquivar la acción de la Justicia. Alguien pudiera pensar, y no sin razón, que para este juez estrella hay asuntos que prefiere no tratar y otros en los que se muestra súper activo y con una diligencia digna de mejores causa.

Pero, señores, este es el país en el que los socialistas, con tesón y empeño, han trasformado a la ”muy católica” España; saltándose las normas constitucionales, olvidándose de la división de poderes establecida por Montesquieu y minando las raíces cristianas de los españoles, para “laicizarlos” y arrebatarles sus creencias religiosas, de forma que los hiciera maleables y fácilmente inducibles a permeabilizar las doctrinas marxistas y los postulados del librepensamiento engueliano (el señor Engels tuvo el raro “privilegio” de ser empresario y marxista a la vez; lo mismo que muchos de los de la farándula de hoy en día que son “progres”, comunistas y millonarios). Esta nueva sociedad, poco acostumbrada a enfrentare a la pobreza y a la recesión económica, es la que ahora, perpleja, deberá contemplar como se derrumban sus ídolos de barro y, experimentar en carne propia, a dónde conduce estos ensayos basados en el apadrinamiento del Estado, la educación politizada y carente de rigor científico y la falta de valores morales que sirvan de apoyo para, juntamente con el esfuerzo y el sacrificio, estar preparado para enfrentarse a la adversidad. Los acontecimientos venideros, por desgracia, nos podrán ilustrar de las consecuencias de tal enfoque político.

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