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Ritos de iniciación

Octavi Pereña
Octavi Pereña
jueves, 12 de febrero de 2009, 12:40 h (CET)
La antigüedad y la modernidad convergen. En las sociedades primitivas se encuentran los «ritos de tránsito» que sirven para señalar el paso de la pubertad a la madurez. Básicamente lo que se pretendía es que a través de una prueba de referencia el adolescente y la sociedad fuesen capaces de establecer un «antes» y un «después». Antes de la prueba era un niño, superada ésta con éxito se convertía en un hombre. Esto implicaba que había de superar algunos obstáculos. Si el joven fracasa, el oprobio le persigue toda la vida. Cada situación implicaba unos derechos y unas obligaciones distintos y establecía el rango social.

Los ritos de iniciación acaban con tres episodios clave: la mutilación ritual, la aventura de iniciación y la comida ritual. Algunas tribus circuncidaban al sujeto el cual tenía que mostrar valor y aplomo durante la operación que se hacía en vivo y con un instrumental muy rudimentario. En otros casos, la mutilación ritual consiste en practicar incisiones en la piel y se impide la cicatrización normal de las heridas con la aplicación de ungüentos y aceites. Una vez curadas las heridas, las cicatrices resultantes forman dibujos geométricos.

En otras tribus, durante el desarrollo de los ritos de iniciación se hacían incisiones en la nariz, insertando en las heridas huesos o dientes de animales, con lo cual se pretendía transmitir sus cualidades y potencialidades.

A la ceremonia de iniciación le sigue la aventura de introducción que podía consistir en cazar un animal salvaje, robar un objeto perteneciente a otra tribu, participar en un combate singular. Si la aventura terminaba conexito, la comunidad desbordando de alegría finalizaba la ceremonia con una comida ritual.

Es evidente que el Occidente culto y civilizado estas ceremonias han desaparecido y no se sabe con exactitud en que momento termina la adolescencia y comienza la madurez. Los problemas que se derivan de este desconocimiento son evidentes: Jóvenes que no tienen conciencia de su edad y se niegan a asumir responsabilidades. Padres que tratan siempre a sus hijos como adolescentes a pesar que tengan más de veinte años. En definitiva, confusión por lo que hace derechos y obligaciones en cada etapa de la vida. Es aquí en donde confluye primitivismo con modernidad.

La falta de puntos de referencia en la adolescencia actual, a veces se la substituye con sucedáneos que permiten que el sujeto sepa en que punto de crecimiento se encuentra. Esto nos introduce a la filosofía «skin». Múdese la mutilación ritual por el corte del cabello al cero. Las incisiones en la piel por los tatuajes. La aventura de iniciación por las peleas con otras tribus urbanas y la violencia exteriorizada en los estadios. La comida ritual la substituye la litrona y las drogas. Los tambores y los ritmos hipnóticos se substituyen por el ruido ensordecedor de la música de máquina que brota de los altavoces incrustados en los vehículos y de los deflectores de sonido de las discotecas.

Los ritos de iniciación de los pueblos primitivos estaban vinculados a la adoración a sus dioses. La reproducción moderna del ritual primitivo guarda una estrecha relación con el ocultismo. La Biblia tiene algo que decir al pueblo de Israel. Éste era una comunidad santa, es decir, que estaba apartada de los otros pueblos para servir al Dios que los había liberado de la esclavitud egipcia. Por ello tenían que tener una manera de hacer totalmente distinta de sus vecinos: tenían prohibido raparse la cabeza y hacerse incisiones en el cuerpo. Si no me equivoco la única referencia bíblica que tenga que ver con el paso de la adolescencia a la madurez la encontramos en Lucas,2:41,42, en donde Jesús, cuando tenía 12 años fue por primera vez al templo a celebrar la Pascua “como era costumbre”. Esta manera de señalar el paso de la adolescencia a la madurez estaba exenta de violencia y derramamiento de sangre humana. Los recién ingresados a la madurez celebraban por primera vez la Pascua y podían reflexionar en las maravillas que había obrado el Señor cuando los liberó de la esclavitud en Egipto. La reflexión en la obra de Dios que en la cruz del Gólgota se cumple la promesa, proporciona al adorador la sabiduría que hace sabio al necio.

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