| ||||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||||
|
|
Este es un cuento sencillo, el cuento que siempre quise contar, que guardaba en un bolsillo del pantalón, que quería transmitir y no podía, porque no había a quien o no había quien quisiese escucharlo con paciencia. Ahora alguien lo leerá. No fue fácil contarlo, pues es producto de muchos años de vida y eso es difícil de reflejar pues cada una de ellas es diferente y unos no entendemos los
modos de pensar y razonar del otro... normalmente.
Mi cuento es fácil: amé y perdí y no me importó, nada pierdo, nada pierden. Nada dejo si me dejan. Nada dejan si me tienen, no fue el caso. Más lo que dejan no extrañarán y si les pasa lo superan porque nada ganan y nada pierden conmigo ni con ellas.
Así de sencillo. Ahora sabes de mi cuento.
El hombre ocupa el área ocre de la pista. La mujer, el área aceituna. El hombre, debajo de una mesa liviana. Cerca y silencioso, un enanito disfrazado de enanito de jardín. El haz del “buscador”, quieto, lo ilumina. Se enloquece. Se pasea por el área ocre. Se detiene en el hombre: Romeo, el italiano. Habrán de imaginárselo: candor.
Resulta admirable encontrarse con un libro que guarda sus raíces en la investigación académica y en la fusión de las pasiones por la tradición oral y la ilustración. La cantidad de datos, citas, reflexiones minuciosas, relatos, trazos y nombres aparecen de una manera tan acertada, que en conjunto configuran ese terreno seguro donde entregarnos confiadamente a la lectura.
En el finísimo camino del hilo casi invisible / la araña desafíala terca gravedad y la engañosa distancia, / el hierro se desgastacon el frotar de la ventana, / casi una imperceptible sinfonía endulza el ambiente / cuando el viento transitaentre las grietas de la madera, / al mismo tiempo, / dos enamorados entregan su saliva el uno al otro / como si fueran enfermos recibiendo una transfusión.
|