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Apolo y Dionisio

Nietzsche considera que los filósofos se cargaron la tragedia
Carlos Ortiz de Zárate
martes, 23 de febrero de 2016, 09:09 h (CET)
No tengo al alcance El principio de la tragedia, a fin de cuentas, la única obra que tenía de Nietzsche. Tampoco es mi intención filosofar. Mantengo muy vivo el sentimiento de la lucha a muerte entre un Apolo que perdía su dogma, “autóritas”, pero que imponía su “potestas” y un Dionisio, que surgía de los efectos del impacto de esta degradación en las “tripas” de los ciudadanos.

He vivido este recuerdo en varias etapas de mi vida; la publicación de la obra en un círculo de filólogos fue una provocación que he compartido, con mis publicaciones, con menos éxito... Los filólogos se identifican con el Oráculo de Delfos, tan denunciado por Dionisio y en todo caso, tan poco sensibles a la visceralidad de éste. La movida para formar gobierno en España tras las elecciones del 20D está en esta guerra.

Hay, en efecto, un Apolo: el que representan los partidos del “orden”: PP, PSOE y Ciudadanos. Hay un Dionisio, el que representan los partidos del “desorden”, el resto de los aspirantes a gobernarnos.

Apolo no tiene claro, en la “tragedia” de Nietzsche, el mantenimiento del “dogma” y Dionisio tiene este argumento, sobre todo cuando está servido el espectáculo de la corrupción, de la descomposición y las amenazas a la cotidianidad de los ciudadanos.

En tiempos de Nietzsche había otros escenarios, pero con efectos similares en la concepción de la obra. Hay momentos en que Dionisio tiene más audiencia que Apolo, pero el último conserva “potestas”.

Nietzsche considera que los filósofos se cargaron la tragedia y que nos condenaron al eterno retorno de las batallas entre Apolo y Dionisio, precisamente, por los mantenedores del discurso de la descomposición del “autóritas”.

Es cierto, ahí estamos; como si no fuéramos conscientes de que la corrupción es la causa de los recortes y del aumento de la deuda y de que el discursos de Apolo y el oráculo de Delfos, nos la auguran aún más cruda.

Cierto que el nihilismo de Nietzsche lo pinta muy negro. Le tocó el surgimiento de Prusia. A nosotros nos toca la Merkel; pero yo no soy tan escéptico como él. Pienso que la voz de Dionisio es lo suficientemente potente como para poder acallar al oráculo de Delfos y que el mito del eterno retorno es un mito. Me gustaría que los que sientan a las mesas para hablar del gobierno lo tuvieran en cuenta.

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He de aclarar que, si alguna vez alguien me quiere envenenar, que no lo intente con una manzana. Prefiero el bizcocho de chocolate o las chocolatinas de menta, tal vez un trozo de pizza de pepperoni o unas sabrosas cigalas, pero una manzana, lo que se dice una manzana… no.

La actual actitud y compromiso fuerte del militante que gusta a los grandes y más antiguos partidos, se identifica con ellos porque comulga con el ideario del partido, porque se expresa y participa a través de la estructura del partido, porque reconoce la autoridad del líder..., pero luego están los activistas, que anteponen la actitud independiente y el compromiso débil con la sociedad civil.

El vínculo que nos une, no es tanto de sangre, como de respeto y alegría mutua. Desde luego, no hay mejor poética que aceptar las diferencias y tener la capacidad de escucha, con políticas orientadas a la familia para un desarrollo sostenible, haciendo hincapié en el tema de la inclusión social y en lograr un trabajo decente, que nos permita cimentar un equilibrio entre espacios y naturalezas diversas.

 
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