En sí mismas, las cosas carecen de valor, incluso la vida. Verán: un billete de 500 euros, en sí mismo, vale menos que el papel en el que está impreso. Aunque en frío, decir que la vida humana carece de valor, parece una barbaridad, en la práctica es lo que hay. Pero ¡No se alarmen! Denme un poco de tiempo antes de acuchillarme.
Me explicaré: en una guerra mueren soldados ¿Los militares son seres humanos? ¿Los judíos son seres humanos? Pues no hace mucho hubo un genocidio. ¿A cuántas personas mató Joseph Stalin en su “Gran Purga”? ¿Los negros son seres humanos o animales? ¿Son seres humanos los habitantes de Ucrania? Entonces ¿Por qué les vendemos armas? Y la gente de Rusia ¿qué son? ¿Son seres humanos la gente de Afganistán, Líbano, Yemen, Irak, Vietnam, etc., o son cagarrutas de caballo? ¿Son seres humanos los bebés que abortamos?”
Teniendo en cuenta esta vara de medir, no hace falta ser un fiera para deducir que, para el Estado, la vida de usted vale menos que la papeleta de su voto. Bueno, ahora que lo pienso, quizás sí: quizás con sus dientes valdrían para hacer un collar, o una pulsera; con su cabellera un bonito adorno para la pared, con sus huesos una flauta, con los fetos abortados crema nutritiva, etc. Estoy convencido que con lo imaginativos que somos, seguro que encontraremos alguna aplicación con nuestros restos"…
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