Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Libros
Etiquetas | Brindar | Poetas | Tristeza | Sentimientos
Es nuestro descarado acto

Se chocan las copas

|

Brindis de poetas… en que estaba yo, sola o en chancletas… brindis de poetas, cual triste canción, marcan con violetas toda la ilusión. El amor no ha sido, brindar es mi castigo, brindis de poetas, el amor no fue, me dejó sin críos… Brindis de poetas mientras cae la luna cual dulce criatura de mi soledad. Brindis de personas tristes, tristes como el sol en la noche inexistente… y yo… que dependo de la luz, del rayo solar, aquí estoy gastando tinta, energía vacía en este lamento triste en que me encuentro… Brindaremos con tu copa y la mía, con ellas al cielo tendidas y mirando a Dios, que nos responderá, sólo el ciego no lo verá… sin tristezas que inundan los seres, no hay por donde agarrarlo…


Quiero ser alguien para alguien que quiera mucho, pero ya sólo el anexo sería, la que vino de más… se me acabó la esencia, habéis elegido perderme y no pasa ná. Ahora es tarde para comenzar. Lloro al sol y sudo, brindis poetizo, quebradizo de tanto soñar y poco ganar… Se chocan las copas, se intercambian líquidos, se llenan las bocas y sabe bien el vino. Se prueba de nuevo y un nuevo sabor aflora en la boca… se acaba el amor, amor del real, pero no todo puede acabar mal.


En el último brindis, rompemos las copas, la dureza del golpe no da lugar a detalles. Tomamos la botella y va de mano en mano hasta el último trago. Ya el vino se acaba y cae la botella, nada aquí se salva de la destrucción, ni nuestros cuerpos de poetas que han sufrido demasiado. Fue un acto descarado propio de borrachos, que esconden su vicio tras los charcos del pasado y ahora lo dejan libre para salir del laberinto de una vida de suicidio.


Dedicado a Redacción S. XXI

Se chocan las copas

Es nuestro descarado acto
Aurora Peregrina Varela Rodriguez
lunes, 10 de octubre de 2022, 09:21 h (CET)

Brindis de poetas… en que estaba yo, sola o en chancletas… brindis de poetas, cual triste canción, marcan con violetas toda la ilusión. El amor no ha sido, brindar es mi castigo, brindis de poetas, el amor no fue, me dejó sin críos… Brindis de poetas mientras cae la luna cual dulce criatura de mi soledad. Brindis de personas tristes, tristes como el sol en la noche inexistente… y yo… que dependo de la luz, del rayo solar, aquí estoy gastando tinta, energía vacía en este lamento triste en que me encuentro… Brindaremos con tu copa y la mía, con ellas al cielo tendidas y mirando a Dios, que nos responderá, sólo el ciego no lo verá… sin tristezas que inundan los seres, no hay por donde agarrarlo…


Quiero ser alguien para alguien que quiera mucho, pero ya sólo el anexo sería, la que vino de más… se me acabó la esencia, habéis elegido perderme y no pasa ná. Ahora es tarde para comenzar. Lloro al sol y sudo, brindis poetizo, quebradizo de tanto soñar y poco ganar… Se chocan las copas, se intercambian líquidos, se llenan las bocas y sabe bien el vino. Se prueba de nuevo y un nuevo sabor aflora en la boca… se acaba el amor, amor del real, pero no todo puede acabar mal.


En el último brindis, rompemos las copas, la dureza del golpe no da lugar a detalles. Tomamos la botella y va de mano en mano hasta el último trago. Ya el vino se acaba y cae la botella, nada aquí se salva de la destrucción, ni nuestros cuerpos de poetas que han sufrido demasiado. Fue un acto descarado propio de borrachos, que esconden su vicio tras los charcos del pasado y ahora lo dejan libre para salir del laberinto de una vida de suicidio.


Dedicado a Redacción S. XXI

Noticias relacionadas

Soneto dedicado a la Hermandad del Cristo de los Estudiantes de Córdoba que ha logrado esta imagen, tan cabal como conmovedora, que nos acerca, más aún, al Cristo Vivo del Sagrario.

A pocos días de que comience la Semana Santa, en donde se vive con especial devoción en lugares tan emblemáticos como Sevilla, cae en nuestras manos una característica novela negra del escritor Fran Ortega. Los hijos de justo comienza con el capellán de la Macarena degollado en la Basílica, en donde, además, no hay rastro de la imagen de la virgen. 

Te he mirado Señor, como otras veces, pero hoy tu rostro está más afligido. Sé que ahora te sientes muy herido por agravios que tu no te mereces.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto