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Algunas cosas que estimo curiosas de las elecciones

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Terminó el día de las elecciones y el recuento de votos con los resultados de todos conocidos y se me ocurre anotar algunos aspectos que se me antojan curiosos de estos días, aunque seguirán produciéndose incidentes que llenarán las páginas de los diarios y los programas televisivos.

Para mi gusto, que seguramente muchos compartirán, el resultado de estas elecciones es bastante insatisfactorio, aunque los cabezas de cada lista salieran la noche del recuento mostrando su satisfacción por los buenos resultados obtenidos. No es nada original ya que siempre pasa lo mismo.

El partido del gobierno se ha pasado la campaña desgañitándose paral explicar lo que ha hecho, pero no ha dedicado ni un minuto para justificar lo que ha dejado por hacer de lo prometido en las elecciones anteriores, a pesar de la aplastante mayoría que obtuvo. Si votó contra las leyes de Rodríguez Zapatero que legalizaba el aborto, las uniones homosexuales, el divorcio exprés, la educación para la ciudadanía como vehículo para introducir la ideología de género, si llegó incluso a recurrir al Tribunal Constitucional contra alguna de ellas, ¿por qué no hizo nada? ¿Por qué el escaso número de diputados que se atrevieron a señalar el abandono de una política pro-vida fueron excluidos de las listas electorales?

Rodríguez Rubalcaba ya profetizó que el Partido Popular no se atrevería a modificar ninguna de las leyes socialistas y así ha ocurrido. Quizás Mariano Rajoy tiene miedo a parecer menos progresista que su antecesor.

El partido socialista se ha pasado la campaña repitiendo que su objetivo era desalojar a Rajoy de la Moncloa por la corrupción y que va a derogar todas las reformas del partido popular, pero no he escuchado que tenga algún proyecto para mejorar la situación de los españoles, salvo invocar como panacea una reforma federal que nadie sabe en lo que pueda consistir si ya tenemos un estado autonómico. Si Rajoy mira el caso Bárcenas como algo ajeno, Sánchez hace lo mismo con los casos andaluces.

El populismo de Podemos ha conseguido ser la tercera fuerza. En su campaña consiguió incluso aparecer como social-demócrata, pero cuando tomó la palabra en la noche del domingo pudimos comprobar que sigue con sus delirios populistas, pero su discurso revolucionario llega con un siglo de retraso, la revolución rusa fue en 1917. Las reformas que considera inaplazables como una reforma radical de la constitución, el derecho a decidir de las regiones que forman España, la entrega del poder al pueblo o el blindaje de los derechos, me parecen pura demagogia.

Albert Rivera llegó a creerse en su campaña que iba a llegar a la jefatura del gobierno y que si no era él quien gobernara no pensaba apoyar a nadie. No sabemos lo que hará el partido Ciudadanos en este incierto futuro inmediato que se nos avecina, pero de lo que haga dependerá mucho que se consolide o se desinfle. Creo que de toda la gente que vio en este partido una buena opción bastantes no han llegado a votarle por desconfianza.

También resulta curioso y anacrónico, aquí en Europa, que tanto la gente de Iglesias como la de Alberto Garzón sigan levantando el puño izquierdo del viejo comunismo que terminó en el 89.

Algunas cosas que estimo curiosas de las elecciones

Francisco Rodríguez
lunes, 21 de diciembre de 2015, 23:00 h (CET)
Terminó el día de las elecciones y el recuento de votos con los resultados de todos conocidos y se me ocurre anotar algunos aspectos que se me antojan curiosos de estos días, aunque seguirán produciéndose incidentes que llenarán las páginas de los diarios y los programas televisivos.

Para mi gusto, que seguramente muchos compartirán, el resultado de estas elecciones es bastante insatisfactorio, aunque los cabezas de cada lista salieran la noche del recuento mostrando su satisfacción por los buenos resultados obtenidos. No es nada original ya que siempre pasa lo mismo.

El partido del gobierno se ha pasado la campaña desgañitándose paral explicar lo que ha hecho, pero no ha dedicado ni un minuto para justificar lo que ha dejado por hacer de lo prometido en las elecciones anteriores, a pesar de la aplastante mayoría que obtuvo. Si votó contra las leyes de Rodríguez Zapatero que legalizaba el aborto, las uniones homosexuales, el divorcio exprés, la educación para la ciudadanía como vehículo para introducir la ideología de género, si llegó incluso a recurrir al Tribunal Constitucional contra alguna de ellas, ¿por qué no hizo nada? ¿Por qué el escaso número de diputados que se atrevieron a señalar el abandono de una política pro-vida fueron excluidos de las listas electorales?

Rodríguez Rubalcaba ya profetizó que el Partido Popular no se atrevería a modificar ninguna de las leyes socialistas y así ha ocurrido. Quizás Mariano Rajoy tiene miedo a parecer menos progresista que su antecesor.

El partido socialista se ha pasado la campaña repitiendo que su objetivo era desalojar a Rajoy de la Moncloa por la corrupción y que va a derogar todas las reformas del partido popular, pero no he escuchado que tenga algún proyecto para mejorar la situación de los españoles, salvo invocar como panacea una reforma federal que nadie sabe en lo que pueda consistir si ya tenemos un estado autonómico. Si Rajoy mira el caso Bárcenas como algo ajeno, Sánchez hace lo mismo con los casos andaluces.

El populismo de Podemos ha conseguido ser la tercera fuerza. En su campaña consiguió incluso aparecer como social-demócrata, pero cuando tomó la palabra en la noche del domingo pudimos comprobar que sigue con sus delirios populistas, pero su discurso revolucionario llega con un siglo de retraso, la revolución rusa fue en 1917. Las reformas que considera inaplazables como una reforma radical de la constitución, el derecho a decidir de las regiones que forman España, la entrega del poder al pueblo o el blindaje de los derechos, me parecen pura demagogia.

Albert Rivera llegó a creerse en su campaña que iba a llegar a la jefatura del gobierno y que si no era él quien gobernara no pensaba apoyar a nadie. No sabemos lo que hará el partido Ciudadanos en este incierto futuro inmediato que se nos avecina, pero de lo que haga dependerá mucho que se consolide o se desinfle. Creo que de toda la gente que vio en este partido una buena opción bastantes no han llegado a votarle por desconfianza.

También resulta curioso y anacrónico, aquí en Europa, que tanto la gente de Iglesias como la de Alberto Garzón sigan levantando el puño izquierdo del viejo comunismo que terminó en el 89.

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Estamos fuertemente imbuidos, cada uno en lo suyo, de que somos algo consistente. Por eso alardeamos de un cuerpo, o al menos, lo notamos como propio. Al pensar, somos testigos de esa presencia particular e insustituible. Nos situamos como un estandarte expuesto a la vista de la comunidad y accesible a sus artefactos exploradores.

En medio de los afanes de la semana, me surge una breve reflexión sobre las sectas. Se advierte oscuro, aureolar que diría Gustavo Bueno, su concepto. Las define el DRAE como “comunidad cerrada, que promueve o aparenta promover fines de carácter espiritual, en la que los maestros ejercen un poder absoluto sobre los adeptos”. Se entienden también como desviación de una Iglesia, pero, en general, y por extensión, se aplica la noción a cualquier grupo con esos rasgos.

Acostumbrados a los adornos políticos, cuya finalidad no es otra que entregar a las gentes a las creencias, mientras grupos de intereses variados hacen sus particulares negocios, quizá no estaría de más desprender a la política de la apariencia que le sirve de compañía y colocarla ante esa realidad situada más allá de la verdad oficial. Lo que quiere decir lavar la cara al poder político para mostrarle sin maquillaje.

 
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