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Locha a locha, euro a euro, peso a peso, bolívar a bolívar… pero no los tengo, sólo soledad, pena y horror, un amor que me llama sin control, amor que huele a muerte, a asesinato, mejor no responder entonces aunque el corazón reclame. Escapar, que olvidaré fácil las malas intenciones y me pondré a salvo de sus risas. Secar el sudor, escribir un cuento y pedirle a Dios, que sea como sé yo, aunque también lo será conmigo y lo aceptaré.
La poesía del maestro Enrique González Arias nos demuestra no solo su calidad humana, también la belleza con la que, desde hace mucho tiempo ha venido fraguando su obra literaria. Misma que el autor la cincela con los martillos de la vida, la existencia y la contemplación de lo inefable.
No soy un poeta al uso, ni he presumido de serlo; hubiera sido un abuso afirmarlo y sostenerlo como haría un ser obtuso.
Nos encontramos una tarde de este extinto mes de marzo con el polifacético José Antonio García Palazón para hablar sobre su trayectoria literaria, instándolo a que nos enterara de cuáles son sus referentes y premisas así como de sus próximos proyectos. Personaje excéntrico y heterodoxo donde los haya nos obsequió un agradable rato de conversación.
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