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Yo, a lo mío: Andalucía

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Fui uno de los ocho millones de españoles que vio y escuchó la “entrevista” de Osborne a Rajoy; y estuvo bien el gallego con su retranca de nacimiento y algún que otro taco soltado con naturalidad. He visto esta mañana el pequeño rifirrafe entre Celia Villalobos y Pablo Iglesias y me ha gustado la espontaneidad del mismo y el taco de la “dama roja” del PP. He leído con atención el resultado del sondeo del Centro de Investigaciones Sociológicas hecho, lógicamente, antes de lo de Bertín y al que dedicaré un “copo”, tal vez mañana pero no lo sé porque es un día que se presenta muy embrollado porque tengo que hacer unas compras para la “merenguito” o nieta Elena que viene a pasar un par de días con nosotros.

Pues bien, aunque existe material suficiente para escribir sobre cualquier de las patas de ese trípode citado anteriormente, no puedo ni quiero olvidar el 4 de diciembre de 1977 celebrado en Andalucía hace un porrón de años, si ustedes hacen la cuenta.

Y no lo deseo olvidar porque fue un día, uno de los pocos diría un servidor en que me sentí orgulloso de ser y ejercer de andaluz; ya ven que no habían pasado ni seis meses de las elecciones de 1977 -las que dieron lugar a la creación de la Constitución Española por la “ignominiosa casta”- cuando unos pocos de millones de andaluces nos manifestamos para decirle a España y su gobierno que deseábamos gozar de una Autonomía en igualdad con la que se preveía en el País Vasco y Cataluña, por cierto que en tierras catalanas salieron a la calle cerca de un millón de andaluces de aquellos que hicieron la diáspora con su maleta de cartón para buscar comida y dignidad, o sea, trabajo.

Aquella marea humana de ilusión y reivindicación vino a demostrar el significado de un pueblo en marcha en busca de su identidad, marcha de alegría e ilusión que se truncó en parte por la muerte y/o asesinato de un joven malagueño.

De poco sirvió la sangre derramada y el torrente de dignidad que cruzó toda Andalucía, y lo digo porque esta sigue subsidiada por el centralismo de los partidos colonizadores y por los políticos que siendo andaluces no ejercieron como tales, sino que se plegaron y lo siguen haciendo a los mandatos de sus jefes de filas, tan sólo un pequeño grupo de andaluces integrados en el desaparecido PSA-PA hicieron algo por Andalucía, pero ya dejó de existir, se lo llevó la marea centralista y ellos mismos se han hecho el haraquiri.

Algún día, no lo veré, creo que el orgullo de ser andaluz volverá a ondear junto a la blancayverde para que Andalucía sea por sí, por España y por la Humanida, pero esencialmente “por sí”.

Yo, a lo mío: Andalucía

José García Pérez
jueves, 3 de diciembre de 2015, 23:14 h (CET)
Fui uno de los ocho millones de españoles que vio y escuchó la “entrevista” de Osborne a Rajoy; y estuvo bien el gallego con su retranca de nacimiento y algún que otro taco soltado con naturalidad. He visto esta mañana el pequeño rifirrafe entre Celia Villalobos y Pablo Iglesias y me ha gustado la espontaneidad del mismo y el taco de la “dama roja” del PP. He leído con atención el resultado del sondeo del Centro de Investigaciones Sociológicas hecho, lógicamente, antes de lo de Bertín y al que dedicaré un “copo”, tal vez mañana pero no lo sé porque es un día que se presenta muy embrollado porque tengo que hacer unas compras para la “merenguito” o nieta Elena que viene a pasar un par de días con nosotros.

Pues bien, aunque existe material suficiente para escribir sobre cualquier de las patas de ese trípode citado anteriormente, no puedo ni quiero olvidar el 4 de diciembre de 1977 celebrado en Andalucía hace un porrón de años, si ustedes hacen la cuenta.

Y no lo deseo olvidar porque fue un día, uno de los pocos diría un servidor en que me sentí orgulloso de ser y ejercer de andaluz; ya ven que no habían pasado ni seis meses de las elecciones de 1977 -las que dieron lugar a la creación de la Constitución Española por la “ignominiosa casta”- cuando unos pocos de millones de andaluces nos manifestamos para decirle a España y su gobierno que deseábamos gozar de una Autonomía en igualdad con la que se preveía en el País Vasco y Cataluña, por cierto que en tierras catalanas salieron a la calle cerca de un millón de andaluces de aquellos que hicieron la diáspora con su maleta de cartón para buscar comida y dignidad, o sea, trabajo.

Aquella marea humana de ilusión y reivindicación vino a demostrar el significado de un pueblo en marcha en busca de su identidad, marcha de alegría e ilusión que se truncó en parte por la muerte y/o asesinato de un joven malagueño.

De poco sirvió la sangre derramada y el torrente de dignidad que cruzó toda Andalucía, y lo digo porque esta sigue subsidiada por el centralismo de los partidos colonizadores y por los políticos que siendo andaluces no ejercieron como tales, sino que se plegaron y lo siguen haciendo a los mandatos de sus jefes de filas, tan sólo un pequeño grupo de andaluces integrados en el desaparecido PSA-PA hicieron algo por Andalucía, pero ya dejó de existir, se lo llevó la marea centralista y ellos mismos se han hecho el haraquiri.

Algún día, no lo veré, creo que el orgullo de ser andaluz volverá a ondear junto a la blancayverde para que Andalucía sea por sí, por España y por la Humanida, pero esencialmente “por sí”.

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