En Agosto los católicos celebraron el día de la Asunción de María, el día en el que supuestamente María ascendió en cuerpo y alma a los Cielos. Una festividad que se considera el punto culminante del culto mariano, el cual juega un papel importante en la fe católica pues en honor a María se llevan a cabo numerosas peregrinaciones, y en su nombre se han erigido miles de iglesias. El diario regional alemán Südkurier calificó a María incluso de ser la «mujer más poderosa de la Tierra».
Sin embargo durante los primeros siglos tras la muerte de Jesús este culto era desconocido. Solo tras algunos concilios posteriores se empezó a hablar de la «Madre de Dios», y poco a poco fue surgiendo el culto mariano. Muy significativo y que realza el importante papel que tiene este culto es el hecho de que incluso en la actualidad, es decir en el siglo XX, se haya cimentado a través de un dogma la creencia de que María ascendió a los Cielos con su cuerpo físico, lo que anunció hace 60 años el papa Pío XII.
Todos los Papas posteriores, incluyendo a Francisco, han sido grandes promotores del culto mariano. Sin embargo vale la pena reflexionar sobre cuán cristiano es este culto. Pues historiadores y críticos de la Iglesia, como p.ej. Karlheinz Deschner, están convencidos de que el culto mariano fue un invento de la Iglesia para sustituir el culto ancestral a la diosa madre, siendo uno de los ejemplos más destacados de cuán arraigados siguen en nuestros días algunos cultos pre-cristianos.
A Jesús de Nazaret no se le puede atribuir una adoración especial de Su madre. Todo lo contrario. Él en una ocasión dijo: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos? Quien cumpla la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre». Y el que durante su vida María cumplió la voluntad de Dios, fue la base de la unión que Jesús tuvo con ella.
El catedrático de estudios religiosos y antiguo decano de la facultad de teología de la Universidad de Viena, Hubertus Mynarek, analizó la idea católica de la «Madre de Dios», y en una entrevista declaró lo siguiente: El Dios eterno no tiene madre, surgió de Sí mismo y no le debe Su existencia a nadie más. Sin embargo de forma dogmática es decir, mediante la proclamación de un dogma, se apostrofa a María como la Madre de Dios. ¡Vamos, que es imposible conseguir un puesto más privilegiado en toda la historia de la humanidad, pero también es imposible llevar a cabo una estafa mayor en torno a esta mujer! Pues a esta humilde israelita se la eleva a diosa de los cielos, a Madre de Dios, algo que esta sencilla mujer con toda seguridad sentiría como un insulto a su persona».
El catedrático Mynarek habla de una estafa en torno a María, que va tan lejos como para presentarla como supuesta intermediaria ante Dios y los hombres. Y puesto que como madre amorosa simboliza corazón y comprensión, muchos creyentes esperan que interceda por ellos ante Dios y Le presente las súplicas de éstos.