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Es patente y peligroso el notable incremento de sujetos endiosados; hombres y mujeres

Reflejos importantes

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Esto al final es como un cuento que cada cual lee a su manera, mientras el cuento sigue impertérrito como quedó escrito. Hay quien lo leerá al revés o al derecho, sólo extrae frases sueltas, o aquellos de mayor osadía al modificar párrafos enteros; en este último caso, ya se perdió el relato. Así nos ocurre con casi todo, surgen las versiones más turbias, como emergen las ansias de infinitos bien dibujados. Revoloteamos en torno a un EJE CENTRAL bien asentado en un avispero de misterios. Al proseguir con sus averiguaciones, cada uno experimentará sensaciones, si recibe algún picotazo, se hunde en la marisma, topa con recios obstáculos o bien se dispone a volar con los ojos velados entre las incógnitas.


La misma gente, unas veces se toma en serio y otras ni sabe hacia donde dirige la mirada. Veamos como a la hora de ocuparse de su PROFESIÓN, ya topamos con la vocación o la obligada aceptación debida a las circunstancias. A su vez puede estar orientada a vivir en un sentido amplio centrado en la persona con todos sus atributos. Por triste, no podemos desechar la exclusiva justificación profesional ceñida a la mera subsistencia. El apartado de los equívocos garrafales para esclavizarse de por vida a sus achaques es deplorable. La mirada retrospectiva e íntima no suele mentir, define con cierta precisión el alcance real de la cuota del libre albedrío; dicho de otro modo, el grado de responsabilidad desplegado.


Aunque puedan existir algunos GENIOS en cada sector, será complicado el hallazgo de uno al completo, puesto que los defectos también los incumben a ellos. Es frecuente el sentir personal de los aventajados para considerarse casi divinos, por encima de cualquier limitación y propensos a despreciar a la gente corriente con impertinencias prepotentes. Como anécdota, se cuenta de una reunión de afamados directores de orquesta, como uno afirmaba sentirse como si Dios le hubiera señalado; y la contestación de Karajan: “Pues no recuerdo haberle dicho a usted nada”. En cuanto uno se observa a sí mismo pueden surgir las extralimitaciones, entre gente ilustre o con tendencia deprimente cuando se trata de los menos dotados.


Lo de mirarse en el espejo, de tamaño grande, tiene sus aplicaciones prácticas indiscutibles. Para bajar los humos de quienes se subieron a lugares demasiado elevados; en ese reflejo descubrirán una grandeza independiente de la altura conseguida. En otros niveles, al descubrir realidades iremos confiando en la DIGNIDAD de unos aprendizajes nítidos con los pies en el suelo, sin alharacas injustificadas, alejados también de la credulidad nefasta basada en los supuestos genios, cuando muchos de estos no pasan de falsas deidades populistas. La contemplación sin ambages ni contubernios extraños, nos permitirá empezar la carrera desde unas bases fidedignas, utilizando la franqueza como instrumento primordial.


En ocasiones, en la imagen reflejada, se aprecia detrás de nosotros un panorama ilustrativo, las nubes pavoneándose por el cielo azul, dejando ver más allá de ese telón la inmensidad sin llegar a detectar su final. Un toque de atención en toda regla, nos pone de relieve las verdaderas dimensiones, la PEQUEÑEZ de los humanos situados en ese marco tan amplio. Algo así como el contraste cósmico abarcando a un átomo presuntuoso, que al fin pretende ignorar lo que sabe y ni siquiera intuye lo que ignora. Una potente expresión de la necedad, con la propensión a convertirla además en el lema existencial. En este examen de la imagen propia se obtienen enseñanzas prácticas y de verdadera sabiduría.


Ni con espejos relucientes ni con potentes ordenadores accedemos con seguridad a las certezas, por intrincadas o distanciadas. Vislumbramos algunos detalles aproximativos con el regusto de no arribar a la culminación. Nos ocurre también si pretendemos averiguar lo que somos y de donde venimos. Las respuestas vienen bien provistas de luces y sombras. El examen de lo HEREDADO nos aporta conocimientos y abundantes interrogantes. De los familiares directos, apenas captamos detalles de los más recientes. Si atendemos al entramado genético, nos ofrece luces esporádicas, pero su alcance extiende las ramificaciones de manera inexcrutable. Hemos de adaptarnos a eso de, es lo que hay.


Por eso es tan complicado ajustar las definiciones, sobre todo cuando van referidas a las características personales. Estas, todavía están amplificadas por su ineludible ligazón social. Para percatarnos de esas observaciones es necesario hacerlo con precisión, de lo contrario hablaremos y pensaremos sin sentido, darán igual las afirmaciones. Los conceptos manejados han de ser concretos para ser útiles a los razonamientos. Utilizamos en exceso los conceptos DESBORDADOS cuando en ellos incluimos cualquier idea. Si todo es arte, profesionalidad, progreso, cultura, amor, democracia o educación; en realidad nos adentramos en la jungla, cada sujeto involucrado tendrá dificultades para entenderse.


El desconcierto está bien abonado en estas sociedades modernas, las manifestaciones proliferan como hogueras crepitantes con ideas polimorfas de todo género. Esta pluralidad contrasta con la discordancia referente a los servicios prestados, que debieran ser recíprocos, del individuo a la sociedad y de la sociedad al individuo; se impone por el contrario la perniciosa tendencia del servilismo de las personas. Y lo que es más perverso, la que denominamos sociedad es una auténtica TAPADERA de quienes adquirieron los principales poderes. El desconcierto deviene en descubrimiento de ese engaño funcional expuesto a la vista de todos. Las diferencias cualitativas de las personas no justifican tales procedimientos.


El éxito prodigioso de los modernos dinosaurios, como los denominó Bertrand Russell, se deriva de la atención exclusiva a la acumulación de fuerzas, sean económicas, armamentísticas o ideológicas. Está claro el aparcamiento de otras aspiraciones enfocadas a la dignidad de las personas, a la ponderación inteligente de los razonamientos o incluso al bien común como manera óptima de mantenernos. No paran mientes en el tipo de recursos, destacan las ideologías como destructoras de la personalidad. El imperativo de una evolución EQUILIBRADA planea como requisito plausible, para cuya consecución necesitamos transformarlo de ideal utópico a realidad, aunque fuera inestable.


Los reflejos percibidos ante las diversas maneras de plantear la existencia, con las numerosas penalidades y el vislumbre de logros magníficos; si algo nos evidencian, son las CARENCIAS, incluso para definirlos adecuadamente. Como ocurre con las grandes realidades, la vida, el arte o la poesía, no caben en las palabras habituales tan manipuladas; su palpitante vigor es su expresión fidedigna. Las definiciones y esquemas son insuficientes y equívocas, con el peligro añadido de las interpretaciones maliciosas.


Si no se cultivan con primor las FACULTADES intelectuales de las personas, utilizando sólo y de manera sectaria sus potencias al servicio de intereses particulares; el desconcierto sólo podrá ir en aumento, casi siempre en perjuicio del mismo tipo de personas, contribuyendo a la suma de despropósitos. Pero la opción de dicha obstinación, por desgracia, sigue en pie.

Reflejos importantes

Es patente y peligroso el notable incremento de sujetos endiosados; hombres y mujeres
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 17 de junio de 2022, 10:24 h (CET)

Esto al final es como un cuento que cada cual lee a su manera, mientras el cuento sigue impertérrito como quedó escrito. Hay quien lo leerá al revés o al derecho, sólo extrae frases sueltas, o aquellos de mayor osadía al modificar párrafos enteros; en este último caso, ya se perdió el relato. Así nos ocurre con casi todo, surgen las versiones más turbias, como emergen las ansias de infinitos bien dibujados. Revoloteamos en torno a un EJE CENTRAL bien asentado en un avispero de misterios. Al proseguir con sus averiguaciones, cada uno experimentará sensaciones, si recibe algún picotazo, se hunde en la marisma, topa con recios obstáculos o bien se dispone a volar con los ojos velados entre las incógnitas.


La misma gente, unas veces se toma en serio y otras ni sabe hacia donde dirige la mirada. Veamos como a la hora de ocuparse de su PROFESIÓN, ya topamos con la vocación o la obligada aceptación debida a las circunstancias. A su vez puede estar orientada a vivir en un sentido amplio centrado en la persona con todos sus atributos. Por triste, no podemos desechar la exclusiva justificación profesional ceñida a la mera subsistencia. El apartado de los equívocos garrafales para esclavizarse de por vida a sus achaques es deplorable. La mirada retrospectiva e íntima no suele mentir, define con cierta precisión el alcance real de la cuota del libre albedrío; dicho de otro modo, el grado de responsabilidad desplegado.


Aunque puedan existir algunos GENIOS en cada sector, será complicado el hallazgo de uno al completo, puesto que los defectos también los incumben a ellos. Es frecuente el sentir personal de los aventajados para considerarse casi divinos, por encima de cualquier limitación y propensos a despreciar a la gente corriente con impertinencias prepotentes. Como anécdota, se cuenta de una reunión de afamados directores de orquesta, como uno afirmaba sentirse como si Dios le hubiera señalado; y la contestación de Karajan: “Pues no recuerdo haberle dicho a usted nada”. En cuanto uno se observa a sí mismo pueden surgir las extralimitaciones, entre gente ilustre o con tendencia deprimente cuando se trata de los menos dotados.


Lo de mirarse en el espejo, de tamaño grande, tiene sus aplicaciones prácticas indiscutibles. Para bajar los humos de quienes se subieron a lugares demasiado elevados; en ese reflejo descubrirán una grandeza independiente de la altura conseguida. En otros niveles, al descubrir realidades iremos confiando en la DIGNIDAD de unos aprendizajes nítidos con los pies en el suelo, sin alharacas injustificadas, alejados también de la credulidad nefasta basada en los supuestos genios, cuando muchos de estos no pasan de falsas deidades populistas. La contemplación sin ambages ni contubernios extraños, nos permitirá empezar la carrera desde unas bases fidedignas, utilizando la franqueza como instrumento primordial.


En ocasiones, en la imagen reflejada, se aprecia detrás de nosotros un panorama ilustrativo, las nubes pavoneándose por el cielo azul, dejando ver más allá de ese telón la inmensidad sin llegar a detectar su final. Un toque de atención en toda regla, nos pone de relieve las verdaderas dimensiones, la PEQUEÑEZ de los humanos situados en ese marco tan amplio. Algo así como el contraste cósmico abarcando a un átomo presuntuoso, que al fin pretende ignorar lo que sabe y ni siquiera intuye lo que ignora. Una potente expresión de la necedad, con la propensión a convertirla además en el lema existencial. En este examen de la imagen propia se obtienen enseñanzas prácticas y de verdadera sabiduría.


Ni con espejos relucientes ni con potentes ordenadores accedemos con seguridad a las certezas, por intrincadas o distanciadas. Vislumbramos algunos detalles aproximativos con el regusto de no arribar a la culminación. Nos ocurre también si pretendemos averiguar lo que somos y de donde venimos. Las respuestas vienen bien provistas de luces y sombras. El examen de lo HEREDADO nos aporta conocimientos y abundantes interrogantes. De los familiares directos, apenas captamos detalles de los más recientes. Si atendemos al entramado genético, nos ofrece luces esporádicas, pero su alcance extiende las ramificaciones de manera inexcrutable. Hemos de adaptarnos a eso de, es lo que hay.


Por eso es tan complicado ajustar las definiciones, sobre todo cuando van referidas a las características personales. Estas, todavía están amplificadas por su ineludible ligazón social. Para percatarnos de esas observaciones es necesario hacerlo con precisión, de lo contrario hablaremos y pensaremos sin sentido, darán igual las afirmaciones. Los conceptos manejados han de ser concretos para ser útiles a los razonamientos. Utilizamos en exceso los conceptos DESBORDADOS cuando en ellos incluimos cualquier idea. Si todo es arte, profesionalidad, progreso, cultura, amor, democracia o educación; en realidad nos adentramos en la jungla, cada sujeto involucrado tendrá dificultades para entenderse.


El desconcierto está bien abonado en estas sociedades modernas, las manifestaciones proliferan como hogueras crepitantes con ideas polimorfas de todo género. Esta pluralidad contrasta con la discordancia referente a los servicios prestados, que debieran ser recíprocos, del individuo a la sociedad y de la sociedad al individuo; se impone por el contrario la perniciosa tendencia del servilismo de las personas. Y lo que es más perverso, la que denominamos sociedad es una auténtica TAPADERA de quienes adquirieron los principales poderes. El desconcierto deviene en descubrimiento de ese engaño funcional expuesto a la vista de todos. Las diferencias cualitativas de las personas no justifican tales procedimientos.


El éxito prodigioso de los modernos dinosaurios, como los denominó Bertrand Russell, se deriva de la atención exclusiva a la acumulación de fuerzas, sean económicas, armamentísticas o ideológicas. Está claro el aparcamiento de otras aspiraciones enfocadas a la dignidad de las personas, a la ponderación inteligente de los razonamientos o incluso al bien común como manera óptima de mantenernos. No paran mientes en el tipo de recursos, destacan las ideologías como destructoras de la personalidad. El imperativo de una evolución EQUILIBRADA planea como requisito plausible, para cuya consecución necesitamos transformarlo de ideal utópico a realidad, aunque fuera inestable.


Los reflejos percibidos ante las diversas maneras de plantear la existencia, con las numerosas penalidades y el vislumbre de logros magníficos; si algo nos evidencian, son las CARENCIAS, incluso para definirlos adecuadamente. Como ocurre con las grandes realidades, la vida, el arte o la poesía, no caben en las palabras habituales tan manipuladas; su palpitante vigor es su expresión fidedigna. Las definiciones y esquemas son insuficientes y equívocas, con el peligro añadido de las interpretaciones maliciosas.


Si no se cultivan con primor las FACULTADES intelectuales de las personas, utilizando sólo y de manera sectaria sus potencias al servicio de intereses particulares; el desconcierto sólo podrá ir en aumento, casi siempre en perjuicio del mismo tipo de personas, contribuyendo a la suma de despropósitos. Pero la opción de dicha obstinación, por desgracia, sigue en pie.

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