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Mártires en París

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La terrible masacre en la capital francesa es la manifestación del fanatismo más cruel y despiadado que se pueda imaginar. La muerte de 129 personas y, entre las mismas, la de un joven español deja una sensación estremecedora. Firmo, simbólicamente, en el libro de condolencias de este gran país que es Francia, y también en el de nuestro país.

Y lo que es todavía más horrible es que son ciudadanos inocentes que no han hecho nada para merecer morir asesinados. El simple azar y la mala suerte han sido algo definitivo para ellos. En París la sangre derramada nos ha impresionado a todos.

Ya se sabe que la seguridad absoluta es un deseo imposible, por muchas razones, pero lo que, sí es posible, es aumentar la seguridad ciudadana. Para lograr esto me parece necesario un considerable aumento del número de policías y vigilantes de seguridad, convenientemente, armados.

Según los expertos en terrorismo yihadista además del Estado Islámico existen otras ramas armadas del fundamentalismo que siguen usando la violencia, como, por ejemplo Al Qaeda, Boko Haram, etc., a una distancia de unas dos horas de avión de España. Y también el fundamentalismo islámico de los talibán en Afganistán, etc. Por tanto, las amenazas a la seguridad, por desgracia, seguirán.

En las calles de Europa deberá haber, en mi opinión, más presencia policial de la ya existente, si se quiere proteger, de mejor manera, la seguridad de todos.

La existencia de 1.600 millones de musulmanes en el mundo es un dato que pone de manifiesto la importancia del Islam para entender la realidad actual del planeta. Afortunadamente, la casi totalidad de los mismos son pacíficos, y apoyan las libertades cívicas, y también una convivencia armoniosa y basada en el respeto mutuo.

Pero los fanáticos que son una minoría pueden hacer mucho daño, aunque sean unas decenas o centenares de miles nada más. Sus tácticas suicidas y propias de kamikazes son, difícilmente, neutralizables, ya que parece que no tienen ningún miedo a la muerte. Es muy complicado luchar contra el desprecio absoluto a la vida que demuestran respecto a los demás y a sí mismos.

Y, si logran convencer a muchísimos musulmanes, de la necesidad de una especie de guerra santa contra los infieles pueden resultar casi invencibles.Ya que estos atentados yihadistas parecen querer provocar, entre otras cosas, reacciones de islamofobia para, de este modo, captar más islamistas radicales violentos.

Por otra parte, aunque España vende armas a Arabia Saudí que, según todos los indicios, está dando ayuda económica al ISIS, el gobierno español dice que existen garantías del uso final del armamento. Aunque también es cierto que el Estado Islámico se financia con numerosos pozos petrolíferos que controla, etc.

Mártires en París

José Manuel López García
domingo, 15 de noviembre de 2015, 10:26 h (CET)
La terrible masacre en la capital francesa es la manifestación del fanatismo más cruel y despiadado que se pueda imaginar. La muerte de 129 personas y, entre las mismas, la de un joven español deja una sensación estremecedora. Firmo, simbólicamente, en el libro de condolencias de este gran país que es Francia, y también en el de nuestro país.

Y lo que es todavía más horrible es que son ciudadanos inocentes que no han hecho nada para merecer morir asesinados. El simple azar y la mala suerte han sido algo definitivo para ellos. En París la sangre derramada nos ha impresionado a todos.

Ya se sabe que la seguridad absoluta es un deseo imposible, por muchas razones, pero lo que, sí es posible, es aumentar la seguridad ciudadana. Para lograr esto me parece necesario un considerable aumento del número de policías y vigilantes de seguridad, convenientemente, armados.

Según los expertos en terrorismo yihadista además del Estado Islámico existen otras ramas armadas del fundamentalismo que siguen usando la violencia, como, por ejemplo Al Qaeda, Boko Haram, etc., a una distancia de unas dos horas de avión de España. Y también el fundamentalismo islámico de los talibán en Afganistán, etc. Por tanto, las amenazas a la seguridad, por desgracia, seguirán.

En las calles de Europa deberá haber, en mi opinión, más presencia policial de la ya existente, si se quiere proteger, de mejor manera, la seguridad de todos.

La existencia de 1.600 millones de musulmanes en el mundo es un dato que pone de manifiesto la importancia del Islam para entender la realidad actual del planeta. Afortunadamente, la casi totalidad de los mismos son pacíficos, y apoyan las libertades cívicas, y también una convivencia armoniosa y basada en el respeto mutuo.

Pero los fanáticos que son una minoría pueden hacer mucho daño, aunque sean unas decenas o centenares de miles nada más. Sus tácticas suicidas y propias de kamikazes son, difícilmente, neutralizables, ya que parece que no tienen ningún miedo a la muerte. Es muy complicado luchar contra el desprecio absoluto a la vida que demuestran respecto a los demás y a sí mismos.

Y, si logran convencer a muchísimos musulmanes, de la necesidad de una especie de guerra santa contra los infieles pueden resultar casi invencibles.Ya que estos atentados yihadistas parecen querer provocar, entre otras cosas, reacciones de islamofobia para, de este modo, captar más islamistas radicales violentos.

Por otra parte, aunque España vende armas a Arabia Saudí que, según todos los indicios, está dando ayuda económica al ISIS, el gobierno español dice que existen garantías del uso final del armamento. Aunque también es cierto que el Estado Islámico se financia con numerosos pozos petrolíferos que controla, etc.

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