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Perdemos lo mejor por desviaciones sinsorgas

Hechizos esquivos

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Situados de lleno en estos trayectos de la modernidad, aún sufrimos los efectos de frustraciones penosas, encandilados como estamos detrás de ciertas ensoñaciones como eso de igualdad y justicia, que no aparecen por ningún sitio. Allá por donde miremos, en los planos materiales, en los del pensamiento, incluso en los íntimos; se impone la diversidad de pequeños reductos agrupados con carácter efímero. Constituyen MINORÍAS de números oscilantes en función de sus características; cada una con sus matices, desde los moleculares a los ideológicos, con notables elementos intermedios. Las dimensiones de su complejidad no siempre son atendidas como corresponde.


La lógica de la diversidad impone las líneas directrices de funcionamiento, a cualidades desiguales, resultados bien diferentes. Aunque a la larga no falten incógnitas para situarse ante el futuro, los mejores logros conseguidos por el momento distribuyen al personal; asoman los rezagados y los mejor dispuestos. En cada sector se erige progresivamente una serie de sujetos como la avanzadilla a la hora obtener conocimientos y sus aplicaciones. Esa capacitación es exigente, agrupa a los mejores para cada ocupación, constituyen una minoría AVANZADA. Calificarla de selecta no parece apropiado, porque sus supuestos progresos se proyectan en sentidos contradictorios, convincentes o penosos.


De hecho, en cuanto a las agrupaciones entre la gente, se producen situaciones dispares, con frecuencia impensables. El muestrario es variopinto, con sus apreciaciones e intereses como elementos de alejamiento. Es curioso ese olvido progresivo de lo que representan los diferentes. La calidad de las relaciones oscila al son de las divergencias, se configuran fuerzas litigantes modeladoras de la escenificación comunitaria, bien en pequeños sectores o globalmente. Los más aventajados aportan ilustraciones notables, pero en cuanto arraigan en zonas poderosas, suelen convertirse en minorías TENDENCIOSAS poco loables, opresoras, manipuladoras, agresivas e incluso terroríficas.


Aquello de las valoraciones razonadas, la franqueza de las conversaciones, el relato veraz y ecuánime de los hechos; han venido a menos en el ajetreo acelerado de los procedimientos actuales. Los numerosos logros tecnológicos han contribuido a polarizarnos en torno a dichos avances y su aplicación práctica. Las estupendas mejoras obtenidas nos inducen a la idea de un crecimiento sin par, centrando en ese proceso las actuaciones públicas y privadas; eso nos aboca a pasar por alto ese otro concepto básico para los seres vivos, el de la MADURACIÓN. Expresa la imprescindible visión de conjunto. Su carencia se refleja en una larga serie de comportamientos lamentables bien notorios.


Los pantallazos reiterados lanzan informaciones a borbotones, a un ritmo endiablado; emiten fragmentos de unos supuestos contenidos en plan avasallador. Su incompletud impide el análisis comprensivo, caemos de hecho en las garras de los manipuladores; ocultan con saña a los promotores y sólo ofrecen los detalles de su interés. Fascinados por ese amplio panorama fácilmente accesible, penetramos con entusiasmo en el tobogán de la confusión. Al fin, si acaso con buena dosis de aturdimiento, empezamos a discernir las verdaderas DIFERENCIAS; del simple mirar sin pausas, del ver los signos auténticos entre la maraña, y más lejos si pretendemos introducirnos en los territorios de la comprensión.


A nadie se le escapa la importancia de cuantos factores contribuyen al desarrollo de un hecho determinado. El hecho aislado no se concibe sin sus promotores y condicionantes previos. Existen múltiples maneras de participar, decisivas o complementarias, colaboradoras o no, con actitudes frívolas o responsables. Esa confluencia también tiende a manipularse hoy en día, en especial para ser utilizada caprichosamente al servicio de gente poderosa. El manejo de los PRELIMINARES se convierte en material útil, silenciando complicidades, sacando a relucir contenidos sectarios, falseando a medias; modelando así la imagen final, adaptada al objetivo utilitario de quien gestione la información.


Las excusas suelen referirse a la complejidad, de los interiores personales y sobre todo de la trama social. El meollo de los asuntos se desperdiga entre esa apabullante  intervención de elementos complicados. Trazada la desviación, creada la trampa, porque dejaremos de mirar hacia donde corresponda. Con poco de atención descubriremos el desaguisado desorientador sin dificultad. No es cuestión de demostraciones. Tampoco de palabras elegidas, habría necesidad de aclarar sus significados. El caso es más sencillo e indefinible, se trata del VEREDICTO interior de cada quien, pronto se sitúa con acierto. Como lo proyecte en la práctica o lo comunique a los demás, es cuestión aparte.


Con los medios disponibles, situación en el mundo, características biológicas, la razón, los sentidos y ese fondo bullicioso del subconsciente; afrontamos otra realidad, la insoslayable convivencia comunitaria. Resultan oportunos algunos principios básicos para el entendimiento común, desde ellos se adaptarían mejor los comportamientos. Sin embargo, despreciamos estos principios y nos enfrascamos en unas éticas subjetivas limitadas a individuos o agrupaciones, DEGRADANTES  por su parcialidad, desprovistas del mínimo pensamiento comprensivo del conjunto, de la relación con el mundo y del hecho comunitario, por encima de mayorías o minorías con manifiesta tendencia a ser excluyentes.


El hechizo de la paz es equívoco por una doblez en su discurso. Nos introduce en una credulidad bonachona que se deja infiltrar por elementos subversivos; ideas intempestivas caprichosas, abrumadores porcentajes de corrupción, drogas desnaturalizadoras, intolerancias y empoderamientos, con ausencia de justificaciones. Todo ello, adobado con un olvido crucial, la paz no existe y es un objetivo un tanto utópico e indeterminado; exige  por lo tanto la reactivación de una LABORIOSIDAD armonizadora con delicadas matizaciones. Las características tensiones pacificadoras se actualizan a diario, los equívocos se cuelan, son insidiosos, mientras la crueldad se mantiene al acecho.


No vivimos en época de soluciones estables. Cuando detectamos cualidades gratificantes, hemos de centrarnos en las conductas apropiadas para su mantenimiento e intensificación, los descuidos se lamentan sin remedios retroactivos. Contra las tentaciones acomodaticias se requiere la suficiente PRESTEZA para cotejar las posibilidades sin perder de vista el ojo crítico para detectar los errores antes de que se adelanten los elementos turbulentos.


Lo vemos también en torno al AMOR. No es un objeto conquistado y almacenado. Su duración e intensidad se destila desde una amplia serie de actitudes, que además no pueden aislarse de las circunstancias ambientales. El sino de permanecer atentos y críticos no se desvanece.

Hechizos esquivos

Perdemos lo mejor por desviaciones sinsorgas
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 13 de mayo de 2022, 09:20 h (CET)

Situados de lleno en estos trayectos de la modernidad, aún sufrimos los efectos de frustraciones penosas, encandilados como estamos detrás de ciertas ensoñaciones como eso de igualdad y justicia, que no aparecen por ningún sitio. Allá por donde miremos, en los planos materiales, en los del pensamiento, incluso en los íntimos; se impone la diversidad de pequeños reductos agrupados con carácter efímero. Constituyen MINORÍAS de números oscilantes en función de sus características; cada una con sus matices, desde los moleculares a los ideológicos, con notables elementos intermedios. Las dimensiones de su complejidad no siempre son atendidas como corresponde.


La lógica de la diversidad impone las líneas directrices de funcionamiento, a cualidades desiguales, resultados bien diferentes. Aunque a la larga no falten incógnitas para situarse ante el futuro, los mejores logros conseguidos por el momento distribuyen al personal; asoman los rezagados y los mejor dispuestos. En cada sector se erige progresivamente una serie de sujetos como la avanzadilla a la hora obtener conocimientos y sus aplicaciones. Esa capacitación es exigente, agrupa a los mejores para cada ocupación, constituyen una minoría AVANZADA. Calificarla de selecta no parece apropiado, porque sus supuestos progresos se proyectan en sentidos contradictorios, convincentes o penosos.


De hecho, en cuanto a las agrupaciones entre la gente, se producen situaciones dispares, con frecuencia impensables. El muestrario es variopinto, con sus apreciaciones e intereses como elementos de alejamiento. Es curioso ese olvido progresivo de lo que representan los diferentes. La calidad de las relaciones oscila al son de las divergencias, se configuran fuerzas litigantes modeladoras de la escenificación comunitaria, bien en pequeños sectores o globalmente. Los más aventajados aportan ilustraciones notables, pero en cuanto arraigan en zonas poderosas, suelen convertirse en minorías TENDENCIOSAS poco loables, opresoras, manipuladoras, agresivas e incluso terroríficas.


Aquello de las valoraciones razonadas, la franqueza de las conversaciones, el relato veraz y ecuánime de los hechos; han venido a menos en el ajetreo acelerado de los procedimientos actuales. Los numerosos logros tecnológicos han contribuido a polarizarnos en torno a dichos avances y su aplicación práctica. Las estupendas mejoras obtenidas nos inducen a la idea de un crecimiento sin par, centrando en ese proceso las actuaciones públicas y privadas; eso nos aboca a pasar por alto ese otro concepto básico para los seres vivos, el de la MADURACIÓN. Expresa la imprescindible visión de conjunto. Su carencia se refleja en una larga serie de comportamientos lamentables bien notorios.


Los pantallazos reiterados lanzan informaciones a borbotones, a un ritmo endiablado; emiten fragmentos de unos supuestos contenidos en plan avasallador. Su incompletud impide el análisis comprensivo, caemos de hecho en las garras de los manipuladores; ocultan con saña a los promotores y sólo ofrecen los detalles de su interés. Fascinados por ese amplio panorama fácilmente accesible, penetramos con entusiasmo en el tobogán de la confusión. Al fin, si acaso con buena dosis de aturdimiento, empezamos a discernir las verdaderas DIFERENCIAS; del simple mirar sin pausas, del ver los signos auténticos entre la maraña, y más lejos si pretendemos introducirnos en los territorios de la comprensión.


A nadie se le escapa la importancia de cuantos factores contribuyen al desarrollo de un hecho determinado. El hecho aislado no se concibe sin sus promotores y condicionantes previos. Existen múltiples maneras de participar, decisivas o complementarias, colaboradoras o no, con actitudes frívolas o responsables. Esa confluencia también tiende a manipularse hoy en día, en especial para ser utilizada caprichosamente al servicio de gente poderosa. El manejo de los PRELIMINARES se convierte en material útil, silenciando complicidades, sacando a relucir contenidos sectarios, falseando a medias; modelando así la imagen final, adaptada al objetivo utilitario de quien gestione la información.


Las excusas suelen referirse a la complejidad, de los interiores personales y sobre todo de la trama social. El meollo de los asuntos se desperdiga entre esa apabullante  intervención de elementos complicados. Trazada la desviación, creada la trampa, porque dejaremos de mirar hacia donde corresponda. Con poco de atención descubriremos el desaguisado desorientador sin dificultad. No es cuestión de demostraciones. Tampoco de palabras elegidas, habría necesidad de aclarar sus significados. El caso es más sencillo e indefinible, se trata del VEREDICTO interior de cada quien, pronto se sitúa con acierto. Como lo proyecte en la práctica o lo comunique a los demás, es cuestión aparte.


Con los medios disponibles, situación en el mundo, características biológicas, la razón, los sentidos y ese fondo bullicioso del subconsciente; afrontamos otra realidad, la insoslayable convivencia comunitaria. Resultan oportunos algunos principios básicos para el entendimiento común, desde ellos se adaptarían mejor los comportamientos. Sin embargo, despreciamos estos principios y nos enfrascamos en unas éticas subjetivas limitadas a individuos o agrupaciones, DEGRADANTES  por su parcialidad, desprovistas del mínimo pensamiento comprensivo del conjunto, de la relación con el mundo y del hecho comunitario, por encima de mayorías o minorías con manifiesta tendencia a ser excluyentes.


El hechizo de la paz es equívoco por una doblez en su discurso. Nos introduce en una credulidad bonachona que se deja infiltrar por elementos subversivos; ideas intempestivas caprichosas, abrumadores porcentajes de corrupción, drogas desnaturalizadoras, intolerancias y empoderamientos, con ausencia de justificaciones. Todo ello, adobado con un olvido crucial, la paz no existe y es un objetivo un tanto utópico e indeterminado; exige  por lo tanto la reactivación de una LABORIOSIDAD armonizadora con delicadas matizaciones. Las características tensiones pacificadoras se actualizan a diario, los equívocos se cuelan, son insidiosos, mientras la crueldad se mantiene al acecho.


No vivimos en época de soluciones estables. Cuando detectamos cualidades gratificantes, hemos de centrarnos en las conductas apropiadas para su mantenimiento e intensificación, los descuidos se lamentan sin remedios retroactivos. Contra las tentaciones acomodaticias se requiere la suficiente PRESTEZA para cotejar las posibilidades sin perder de vista el ojo crítico para detectar los errores antes de que se adelanten los elementos turbulentos.


Lo vemos también en torno al AMOR. No es un objeto conquistado y almacenado. Su duración e intensidad se destila desde una amplia serie de actitudes, que además no pueden aislarse de las circunstancias ambientales. El sino de permanecer atentos y críticos no se desvanece.

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