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Me ha llamado por teléfono Eugenio, dice que me quiere y que me iré con él, pero tiene madre ¿qué vamos hacer?, señora para cuidar no la deseo, lo bueno en malo se puede convertir y entonces... no sé que hacer, sigue tu camino en solitario.
Escoba de paja para volar por la noches, alambre, hojalata, pinceles que pintan como si nada... lienzos que no encuentran su momento de gloria, libros que escribí haciendo una triste historia, te quiero, Guillermo, te extraño y te adoro y no puedo pintarte ni escribirte ni llamarte. Nada. Gracias a Dios.
Me llamaban "flaca" porque no tenía grasa, buena figura me sustentaba, buena cabeza, talla y talle, excelente silueta, delgada y aventurera, comiendo manzanas hasta las primeras luces del nuevo día, quien pudiera dejar de comerlas...
Más, intentaré ser buena al atardecer, levantaré mi pecho al sol esperando un monumento y todo en mí será paz y honor.
No hice nada malo, si con ellos no puedo, que ofrezcan alternativas a mis impedimentos. Más como manzanas, dulce alimento, tal si fuera libre de todo desconsuelo.
En el mundo de la Cultura de las Artes así actúan muchos, sin sustento de base. Anochecía cuando llegó el tren, empero, el tren pudo haber llegado mucho antes. La verdad era que se había retrasado horas y aún no se sabía por qué. Era una conversación frívola, con intercambio de chismes sobre amistades del vecindario.
En su nuevo libro, el reputado economista Juan Torres López los analiza como expresiones de una crisis del capitalismo neoliberal que, ante la desorientación y la impotencia de la izquierda contemporánea, choca con la democracia y alimenta el auge de la extrema derecha.
A Mercedes Isabel: A mi edad, me pregunto, sin pretender escribir los versos mas triste esta tarde. Como olvidarte, flor de mi vida. Desventurado sería, no haberte tenido.
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