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Tengo ganas de pedir limosna en el mundo vagabundo, con mi cerveza en la mano, jamás fumando un puro. Vagabunda de noches sin pan, sin poder contar las estrellas, cuando pierda el trabajo, probaré ese mundo. Beber ya sé, extender la mano... aprenderé pronto.
Además, me gustan los gatitos de cuatro patas y lanuditos. Se lamen, se besan y se llenan de sueños, me dan noches de infinita paz que no acabarían en las aventuras de mendigo acariciadas por mí. Panza arriba, con sus ojos redonditos y su pelito, elegantes, llenarán mis horas de alegría. Son la mejor compañía de una pordiosera creyente y poco ambiciosa de bienes.
GatoTruffo, fiel. Te queremos muy muy bien. Eres buen tesoro.
María Herreros es una ilustradora valenciana que termina de publicar ‘Un barbero en la guerra’ (Ed. Lumen), un trabajo que no resulta fácil de catalogar. No es un cómic. No es un libro ilustrado. Es otra cosa. Una hibridación, un cruce, una suma de. Al final las hibridaciones van a consolidarse como género. ‘Un barbero en la guerra’ cuenta la historia del abuelo de la propia María, Domingo Evangelio, un hombre que con diecinueve años hubo de incorporarse a la lucha.
La demencia, más allá de una simple pérdida de memoria asociada a la vejez, representa un complejo conjunto de trastornos que afecta a la vida de quienes la padecen y supone un camino repleto de dudas y obstáculos para familiares y amigos. Este libro proporciona una completa mirada sobre los diferentes tipos de demencias, más allá del conocido alzhéimer, y revela cómo afectan y se manifiestan en cada persona.
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