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La realidad es una síntesis que cada quien hace de su propia experiencia

Redescubrirse a través de los recuerdos ajenos

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En relación a lo que cada quien ha vivido creemos saberlo todo. No es para menos, nadie más ha vivido por nosotros, ni cada uno ha vivido lo de otro. ¿Cómo no ser expertos en lo que nadie más ha vivido?, es decir, nos hermanan las experiencias parecidas, muy parecidas, pero irrepetibles en cuanto a la decodificación interna que cada quien realiza en su interior.


Por ejemplo, un mismo amanecer visto por muchas personas en el mismo lugar, a la misma hora, no es el mismo en cuanto a la huella y lectura que cada uno de los asistentes hace de ello. Lo mismo sucede con todo, pero de manera más compleja, porque si en un solo hecho, acto o acontecimiento tenemos múltiples registros, dependiendo de cuántas personas lo estén viviendo, entonces, ¿qué será del cúmulo de experiencias a lo largo de los años?


La realidad es una síntesis que cada quien hace de su propia experiencia, sumario que conforma parte de nuestra cosmovisión y la apercepción de lo que asumimos ser.


Por otra parte, la ciencia nos ha mostrado la riqueza de la socialización del conocimiento para ponerle a prueba y asumir que, más allá de la individualidad y subjetividad de las realidades psicológicas y trascendentes, hay una realidad en la cual coincidimos y que no está sujeta totalmente a las arbitrariedades de la interpretación.


En fin, en medio de todo ello, y regresando al punto de que, creemos saberlo todo en relación con lo que hemos vivido, es una sacudida cuando nos descubrimos o redescubrimos en las anécdotas y testimonios de quienes nos rodean.


Hace poco me sucedió un pasaje de estos al conversar con mi querido profesor de Español de la secundaria, César Cariño García. Coincidimos en Tehuacán –mi ciudad natal–, en dos presentaciones de la Segunda Antología Internacional de Poesía Sabersinfin. Además de su sapiencia y expertiz literaria, César  Cariño nutrió su participación y conversación con pormenorizadas anécdotas que solo provienen cuando se tiene una mente privilegiada.


Lo escuché con mucha atención. Y lo volví a escuchar una y otra vez. Me estaba compartiendo cosas del pasado que me parecieron nuevas, porque yo ya las había excluido de mi síntesis de aquellos años. Algunos pasajes salieron del olvido y encajaron en nuevos significados que les dotaron de vigencia y actualidad.


Me maravillé de la fortuna de dialogar con alguien con una memoria tan fresca, solo se equipara ésta  al talento creativo literario y musical que le caracteriza al profesor César. Vi con ojos ampliados mi paso por la secundaria, porque a las anécdotas del maestro, llegaron más pormenores de compañeros de aquellos años, quienes con su versión extendieron el recuerdo.


Sí, nadie puede vivir por otro la vida de cada quien, pero la experiencia está incompleta sin la versión del otro, de los otros, a través del tiempo, porque los testimonios cambian en la temporalidad. Me sentí bendecido por contar con el testimonio tan pormenorizado del profesor César Cariño, porque representa la oportunidad de retornar a algunos pasajes de mi vida personal. Bendición que acrecentó cuando descubrí que el maestro me incluyó en su libro Mis personajes…, del cual le daré cuenta en una próxima entrega.


Creo que vale la pena, estimado lector, identificar a aquellas personas que podrían regalarnos algunos de sus testimonios con los cuales reconstruir nuestra historia personal. No hay que dejarles ir sin escucharles, preguntarles, aprenderles. También es un regalo, tener siempre presente, que no lo sabemos todo en cuanto a la experiencia personal de estar enfundado en la piel y calzado que llevamos, porque, ¿no acaso también es ceguera no ver todos los ángulos de la realidad?

Redescubrirse a través de los recuerdos ajenos

La realidad es una síntesis que cada quien hace de su propia experiencia
Abel Pérez Rojas
martes, 19 de abril de 2022, 08:53 h (CET)

En relación a lo que cada quien ha vivido creemos saberlo todo. No es para menos, nadie más ha vivido por nosotros, ni cada uno ha vivido lo de otro. ¿Cómo no ser expertos en lo que nadie más ha vivido?, es decir, nos hermanan las experiencias parecidas, muy parecidas, pero irrepetibles en cuanto a la decodificación interna que cada quien realiza en su interior.


Por ejemplo, un mismo amanecer visto por muchas personas en el mismo lugar, a la misma hora, no es el mismo en cuanto a la huella y lectura que cada uno de los asistentes hace de ello. Lo mismo sucede con todo, pero de manera más compleja, porque si en un solo hecho, acto o acontecimiento tenemos múltiples registros, dependiendo de cuántas personas lo estén viviendo, entonces, ¿qué será del cúmulo de experiencias a lo largo de los años?


La realidad es una síntesis que cada quien hace de su propia experiencia, sumario que conforma parte de nuestra cosmovisión y la apercepción de lo que asumimos ser.


Por otra parte, la ciencia nos ha mostrado la riqueza de la socialización del conocimiento para ponerle a prueba y asumir que, más allá de la individualidad y subjetividad de las realidades psicológicas y trascendentes, hay una realidad en la cual coincidimos y que no está sujeta totalmente a las arbitrariedades de la interpretación.


En fin, en medio de todo ello, y regresando al punto de que, creemos saberlo todo en relación con lo que hemos vivido, es una sacudida cuando nos descubrimos o redescubrimos en las anécdotas y testimonios de quienes nos rodean.


Hace poco me sucedió un pasaje de estos al conversar con mi querido profesor de Español de la secundaria, César Cariño García. Coincidimos en Tehuacán –mi ciudad natal–, en dos presentaciones de la Segunda Antología Internacional de Poesía Sabersinfin. Además de su sapiencia y expertiz literaria, César  Cariño nutrió su participación y conversación con pormenorizadas anécdotas que solo provienen cuando se tiene una mente privilegiada.


Lo escuché con mucha atención. Y lo volví a escuchar una y otra vez. Me estaba compartiendo cosas del pasado que me parecieron nuevas, porque yo ya las había excluido de mi síntesis de aquellos años. Algunos pasajes salieron del olvido y encajaron en nuevos significados que les dotaron de vigencia y actualidad.


Me maravillé de la fortuna de dialogar con alguien con una memoria tan fresca, solo se equipara ésta  al talento creativo literario y musical que le caracteriza al profesor César. Vi con ojos ampliados mi paso por la secundaria, porque a las anécdotas del maestro, llegaron más pormenores de compañeros de aquellos años, quienes con su versión extendieron el recuerdo.


Sí, nadie puede vivir por otro la vida de cada quien, pero la experiencia está incompleta sin la versión del otro, de los otros, a través del tiempo, porque los testimonios cambian en la temporalidad. Me sentí bendecido por contar con el testimonio tan pormenorizado del profesor César Cariño, porque representa la oportunidad de retornar a algunos pasajes de mi vida personal. Bendición que acrecentó cuando descubrí que el maestro me incluyó en su libro Mis personajes…, del cual le daré cuenta en una próxima entrega.


Creo que vale la pena, estimado lector, identificar a aquellas personas que podrían regalarnos algunos de sus testimonios con los cuales reconstruir nuestra historia personal. No hay que dejarles ir sin escucharles, preguntarles, aprenderles. También es un regalo, tener siempre presente, que no lo sabemos todo en cuanto a la experiencia personal de estar enfundado en la piel y calzado que llevamos, porque, ¿no acaso también es ceguera no ver todos los ángulos de la realidad?

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