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El nuevo presidente popular, con sus primeros pasos, está diseñando un itinerario propio

Con Feijóo puede que no baste

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Estamos en el momento más difícil del siglo y con el peor gobierno de los conocidos en democracia. Es necesario, pues, buscar un recambio. El que tenemos, coalición PSOE-UP, es fruto de un reparto de poder y atenciones a intereses personales o de grupos que no fue hecho ni pensado para atender necesidades. Se ha encontrado con imprevistos, pandemia, crisis, un volcán y la guerra de Ucrania que ha enfrentado como ha podido y con resultados conocidos. Hoy es una mezcla del ‘sanchismo’, residuo socialista; con lo que ha quedado de Podemos, tras la salida de Iglesias. Con criterios e intereses a veces enfrentados y débil por la divergencia, ha de soportar las servidumbres consecuentes con la estructura de un gobierno en coalición: Intereses diferentes, divergencias ideológicas, y discrepancias coherentes con el reparto de votos de un electorado que comparten.  

            

Pero el gobierno, este u otro, ha de atender la actualidad. Salud, paro, economía, crisis, futuro y un Estado del Bienestar que amenaza ruina. Por las servidumbres apuntadas, la solución es el recambio. También es el motivo que ha apuntado Núñez Feijóo al alcanzar la presidencia del PP y convertirse en alternativa al presidente del Gobierno. Feijóo puede ser la opción, acaso única, de repuesto: presidiendo un gobierno popular en mayoría, coaligado con Vox, o acompañado con quien haga falta, incluido el PSOE.

            

Desde esta perspectiva, la expectativa es Feijóo. Pero saliendo de un congreso extraordinario, sin programa definido, racionalmente no puede ser la solución de todo. Por partes y en ese orden, para buscar el éxito y el  beneficio nacional, tras reorganizar el partido, ha de: 1.- Estudiar la situación. 2.- Ver qué necesita España. 3.- Averiguar qué puede y debe hacer él y el PP para atender necesidades y mejorar situaciones. 4.- Decidir con quién hacerlo, solo o acompañado. Y 5.- Es función de lo anterior, precisar cómo y cuándo hacerlo.  

            

Es la tarea de Feijóo. La situación es conocida, pero para encararla hay que concretar. Entrar en las necesidades de España, definir con precisión y marcar preferencias, financiación y calendario. En función de lo anterior, el PP debe puntualizar qué puede y debe hacer; según unos proyectos que, sin concretar en un congreso extraordinario, debe redactar buscando la fidelidad a ideología, principios y metas populares. Acordadas las tres fases anteriores y no antes, será el momento de decidir con quién o quiénes emprender la tarea. Fiando en la capacidad y empuje del partido en soledad; o buscando ayudas en las fuerzas políticas afines, o no, para una empresa común explicada a todos, redactada con publicidad y pactada con antelación, luz y taquigrafía. Cubiertas las fases anteriores, será el momento de precisar cómo hacer lo decidido, cuándo hacerlo y con qué orden.

            

Por el momento, las noticias que llegan de Génova (sede popular) se refieren a la forma de reorganizar el partido. Puede hacerse a voluntad, pero no estaría de más que, también, se tratara de unir lo disponible, enlazar sinergias, y sacar utilidad al entusiasmo y capacidades de todos.

            

Ha pasado poco tiempo, unas horas, desde que se conoció el resultado del Congreso. Se acaban de concretar los nombres de las personas que han de ocuparse de algunas de las actividades principales y ya se nota algo que conviene tener en cuenta: Expectación. Los sectores productivos nacionales (empresas y sindicatos) IBEX y demás, están al tanto de que el envite Feijóo va a tener repercusiones. Todas las fuerzas políticas, sin excepción ni periodo de gracia, saben que lo que haga el PP con Feijóo al timón puede afectarles. A todos, en conjunto como miembros de partidos políticos, y de forma personal avivando o lastrando carreras políticas y actividades públicas y privadas.

            

Por ello, las opiniones que se propagan y conocemos. No se gruñe porque el PP cabalgue con sonidos distintos y cascabeles iguales (Adriana Lastra dixit) con presidente nuevo. Es la reacción normal, unas veces tímidas y otras miedosas o asustadas, de unas castas políticas sometidas a la tiranía de la lid política. Es en función de esta esclavitud como hay que entender, justificar es otra cosa, la situación y las reacciones que produce.

            

El PP, principal partido en la oposición hoy, estrena presidente. Con él va a tratar de superar el bache que supuso la equivocación del último congreso ordinario. Para convertirse en alternativa de gobierno y, llegado el caso, ofrecer un programa popular que seduzca y sea efectivo. En definitiva, para ganar las próximas elecciones generales. Como alternativa, el nuevo presidente popular, con sus primeros pasos, está diseñando un itinerario propio. Parecido al apuntado o distinto. Si acierta bien pero, sin más y solo, con Feijóo puede que no baste.   

Con Feijóo puede que no baste

El nuevo presidente popular, con sus primeros pasos, está diseñando un itinerario propio
José Luis Heras Celemín
martes, 5 de abril de 2022, 13:09 h (CET)

Estamos en el momento más difícil del siglo y con el peor gobierno de los conocidos en democracia. Es necesario, pues, buscar un recambio. El que tenemos, coalición PSOE-UP, es fruto de un reparto de poder y atenciones a intereses personales o de grupos que no fue hecho ni pensado para atender necesidades. Se ha encontrado con imprevistos, pandemia, crisis, un volcán y la guerra de Ucrania que ha enfrentado como ha podido y con resultados conocidos. Hoy es una mezcla del ‘sanchismo’, residuo socialista; con lo que ha quedado de Podemos, tras la salida de Iglesias. Con criterios e intereses a veces enfrentados y débil por la divergencia, ha de soportar las servidumbres consecuentes con la estructura de un gobierno en coalición: Intereses diferentes, divergencias ideológicas, y discrepancias coherentes con el reparto de votos de un electorado que comparten.  

            

Pero el gobierno, este u otro, ha de atender la actualidad. Salud, paro, economía, crisis, futuro y un Estado del Bienestar que amenaza ruina. Por las servidumbres apuntadas, la solución es el recambio. También es el motivo que ha apuntado Núñez Feijóo al alcanzar la presidencia del PP y convertirse en alternativa al presidente del Gobierno. Feijóo puede ser la opción, acaso única, de repuesto: presidiendo un gobierno popular en mayoría, coaligado con Vox, o acompañado con quien haga falta, incluido el PSOE.

            

Desde esta perspectiva, la expectativa es Feijóo. Pero saliendo de un congreso extraordinario, sin programa definido, racionalmente no puede ser la solución de todo. Por partes y en ese orden, para buscar el éxito y el  beneficio nacional, tras reorganizar el partido, ha de: 1.- Estudiar la situación. 2.- Ver qué necesita España. 3.- Averiguar qué puede y debe hacer él y el PP para atender necesidades y mejorar situaciones. 4.- Decidir con quién hacerlo, solo o acompañado. Y 5.- Es función de lo anterior, precisar cómo y cuándo hacerlo.  

            

Es la tarea de Feijóo. La situación es conocida, pero para encararla hay que concretar. Entrar en las necesidades de España, definir con precisión y marcar preferencias, financiación y calendario. En función de lo anterior, el PP debe puntualizar qué puede y debe hacer; según unos proyectos que, sin concretar en un congreso extraordinario, debe redactar buscando la fidelidad a ideología, principios y metas populares. Acordadas las tres fases anteriores y no antes, será el momento de decidir con quién o quiénes emprender la tarea. Fiando en la capacidad y empuje del partido en soledad; o buscando ayudas en las fuerzas políticas afines, o no, para una empresa común explicada a todos, redactada con publicidad y pactada con antelación, luz y taquigrafía. Cubiertas las fases anteriores, será el momento de precisar cómo hacer lo decidido, cuándo hacerlo y con qué orden.

            

Por el momento, las noticias que llegan de Génova (sede popular) se refieren a la forma de reorganizar el partido. Puede hacerse a voluntad, pero no estaría de más que, también, se tratara de unir lo disponible, enlazar sinergias, y sacar utilidad al entusiasmo y capacidades de todos.

            

Ha pasado poco tiempo, unas horas, desde que se conoció el resultado del Congreso. Se acaban de concretar los nombres de las personas que han de ocuparse de algunas de las actividades principales y ya se nota algo que conviene tener en cuenta: Expectación. Los sectores productivos nacionales (empresas y sindicatos) IBEX y demás, están al tanto de que el envite Feijóo va a tener repercusiones. Todas las fuerzas políticas, sin excepción ni periodo de gracia, saben que lo que haga el PP con Feijóo al timón puede afectarles. A todos, en conjunto como miembros de partidos políticos, y de forma personal avivando o lastrando carreras políticas y actividades públicas y privadas.

            

Por ello, las opiniones que se propagan y conocemos. No se gruñe porque el PP cabalgue con sonidos distintos y cascabeles iguales (Adriana Lastra dixit) con presidente nuevo. Es la reacción normal, unas veces tímidas y otras miedosas o asustadas, de unas castas políticas sometidas a la tiranía de la lid política. Es en función de esta esclavitud como hay que entender, justificar es otra cosa, la situación y las reacciones que produce.

            

El PP, principal partido en la oposición hoy, estrena presidente. Con él va a tratar de superar el bache que supuso la equivocación del último congreso ordinario. Para convertirse en alternativa de gobierno y, llegado el caso, ofrecer un programa popular que seduzca y sea efectivo. En definitiva, para ganar las próximas elecciones generales. Como alternativa, el nuevo presidente popular, con sus primeros pasos, está diseñando un itinerario propio. Parecido al apuntado o distinto. Si acierta bien pero, sin más y solo, con Feijóo puede que no baste.   

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