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Metalengua / A veces las palabras/ son simplemente palabras/ a veces las palabras/ atraviesan el corazón/ y se clavan en la conciencia, / a veces el espacio/ parece otro universo/ a veces el tiempo/ atraviesa el universo/ y te clava en la realidad
Metacuerpo/ Mandíbulas y maseteros/ ay, ay, son su yo verdadero/ lo demás es sólo relleno
Miles de muertos en el imperial ocaso/ y un millón de arrumacos vivos
Es romántico metafísico/ ay, sólo cuando necesita, ay/ olvidar la unidad de contrarios/ porque la conciencia es un don/ y, a veces, una maldición
Porque-¡pardiez!, señoras y señores-/ ser consciente de la realidad/ como materialista dialéctico/ -ustedes lo mediten-/ de las leyes de la física/ del materialismo histórico y el psicoanálisis/ entonces -ustedes le perdonen-/ su conciencia es un don/ a veces, una maldición
Tardó más de treinta y cuatro/ largos años/ en reunir fuerzas y ser capaz/ de abrirse en canal/ obviamente, nada le es dado enseñar/ más allá/ de las heridas/ y las cicatrices
Y el titanio no es ya sólo química/ ni la revolución es ya un objetivo titánico/ porque los maseteros se vuelven titánicos/ porque la conciencia así lo exige
Érase un hombre titánico/ porque mordía la vida/ y después la saboreaba/ porque masticaba la vida/ y después la saboreaba/ y sus maseteros/ rompían un tornillo de titanio
A la luz de la luna llena/ los maseteros, ay, rompían/ un tornillo de titanio/ y las mandíbulas se quedaban/ ay, los restos del tornillo/ a la luz de la luna llena/ ay, las hienas, las hienas
Delicada y suavemente/ sigilosa, sinuosamente/ ¡ay!, se desliza el duende/ entre los muy aterradores/ maseteros trituradores/ ¡ay!, se desliza el duende/ entre crecientes/ huesos crujientes/ ¡ay!, se desliza el duende/ entre el quebrado tornillo/ de fatigado titanio/ ¡ay!, se desliza el duende/ delicada y suavemente/ sigilosa, sinuosamente
Su anomalía reside en las neuronas colaterales/ por lo que todo el daño proviene de ellas/ ya que en una realidad concreta/ de todas las leyes universales que la determinan/ la anomalía es la ley universal inesperada/ porque en la anomalía también/ lo universal reside en lo particular
Si uno no se encariña de su vida/ se encariña de su muerte
Cariño busca ternura/ tortura busca locura/ corazón y cabeza se persiguen/ tiempo y distancia se ayudan/ no hay ataduras que buscar/ sólo cadenas que romper
Medio siglo, dos décadas y un año/ lleva su piel dejándose acariciar/ por el sol y la luna/ y en su rostro tallados/ los años, no todos/ las penas, sólo algunas/ las alegrías, casi todas/ y con el tiempo su cara se ha ido desnudando/ -adolescente todavía/ heridas a flor de piel-/ y según se ha ido desnudando/ ha ido viendo/ cómo el ropaje se le iba cayendo/ a todos los demás
En tiempo sufrido, ay/ ya ha besado cuatro frentes muertas/ ya no le quedan/ ni de esas frentes ni besos tales/ ya sólo cultiva amaneceres/ ya sólo busca/ un par de ojos vivos/ y un par de besos tiernos
No es solo un hombre, son muchos hombres/ no es solo un hambre, son muchas hambres/ no es solo una mujer, son muchas mujeres/ no es solo un dolor, son muchos dolores/ no es solo un niño, son muchos niños/ no es solo una vida, son muchas vidas
En su vida resuenan muchas vidas/ mientras vive emanan todas esas vidas/ en su risa pululan muchas risas/ cuando ríe retumban todas esas risas/ en su sangre habitan muchas sangres/ cuando sangra reviven todas esas sangres
Aclarando el panorama/ No ha nacido en un cuerpo equivocado/ ha nacido en una sociedad equivocada/ es lo más femenino/ que cabe en un cuerpo masculino/ es un hombre/ atrapado en un alma de mujer/ atrapada en un cuerpo de hombre/ en una sociedad equivocada
Eres mi hombre, le dijo, / y yo tu capricho, / él a ella/ en la duermevela
El tiempo va por dentro/ y dentro hace un día espléndido/ riqueza de siglos/ dijo él/ y ella brindó/ por un tiempo que abarque un siglo/ y gracias le dio/ por acompañarla cultivando amaneceres
El tiempo va sobre el viento/el fuego va sobre el sexo/ y la Mar va sobre el cuerpo/ cultivando amaneceres/ y la belleza de su desnudez/ reside en su inocencia
Ha decidido verla en frío/ y que el magma haga lo que quiera/ así que gestiona los hangares/ para el aéreosumergible/ y que el duende llegue por donde quiera
Empezar una nueva vida/ sólo necesita/ dos pequeñas/ condiciones modestas/ una propia/ mantener todavía/ a pesar del tiempo/ una mirada de niño/ y la ilusión por la vida/ y otra ajena/ encontrar a alguien/ que con ojos inocentes te mire/ y también/ quiera empezar una nueva vida/ y le haga alguna ilusión/ compartirla contigo/ de alguna manera
Metadatos. Microanomalía oída en la calle. Días de fiesta local. Dos amigas charlando en la terraza de un bar. Carmen: Bueno, ¿y qué tal estás? María: La verdad es que estoy bien. C: Ya, ya te noto bastante animada y positiva. M: Sí, es como iniciando una nueva vida. C: Estupendo. Me alegro… ¿No habrás empezado a salir ya con alguien? M: (Breve silencio) Pues lo has intuido. Sí, salgo con alguien. C: ¡Anda! ¡Muy bien!... ¿Y qué hace, qué edad tiene? M: (Breve silencio un poco más largo) Está jubilado y tiene setenta años. C: ¡No fastidies! ¡Pero si tú eres joven todavía! M: (Silencio ya nada breve y bastante largo) Es sólo sexo y lo disfruto. C: ¡Glup! Pero, ¿qué dices? ¿no tiene setenta años? M: (Silencio alargándose en su larga duración) Es que es un viejo potro salvaje, ay, sabio y tierno. C: ¡Glup! ¡Glup! (Silencio sin paliativos). M: (Animada) ¿Qué le vamos a hacer? Ha surgido la ocasión. No es para desaprovecharla. C: ¡Glup! ¡Glup! ¡Glup! (Silencio algo inquietante) ¡Oye, María! ¿Lo tienes a tiempo completo o le dejas libre algunos ratos… para otras? M: ¡Glup! ¡Glup! ¡Glup! (Sonrisa aún más inquietante).
A Mercedes Isabel: A mi edad, me pregunto, sin pretender escribir los versos mas triste esta tarde. Como olvidarte, flor de mi vida. Desventurado sería, no haberte tenido.
El hombre ocupa el área ocre de la pista. La mujer, el área aceituna. El hombre, debajo de una mesa liviana. Cerca y silencioso, un enanito disfrazado de enanito de jardín. El haz del “buscador”, quieto, lo ilumina. Se enloquece. Se pasea por el área ocre. Se detiene en el hombre: Romeo, el italiano. Habrán de imaginárselo: candor.
Resulta admirable encontrarse con un libro que guarda sus raíces en la investigación académica y en la fusión de las pasiones por la tradición oral y la ilustración. La cantidad de datos, citas, reflexiones minuciosas, relatos, trazos y nombres aparecen de una manera tan acertada, que en conjunto configuran ese terreno seguro donde entregarnos confiadamente a la lectura.
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