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Príncipe de Kiev, “San Vladimiro de Kiev”, nació en Ucrania en 958, mil años antes que Putin

San Vladimir y san Baldomero

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Etimológicamente Baldomero y Vladimir significan “Señor del mundo”. Son estos, dos santos a los que acudir relacionados con los protagonistas actuales para invocar favores y ruegos a la iglesia internacional. Son coincidentes los personajes por sus nombres que no en el tiempo. Hacen en su traducción de homónimos, una curiosa coincidencia de nombres en dos personajes tocayos, dos dirigentes de la actualidad por la fatídica guerra de Europa, como son Putin y Zelenski. Se llaman igual, aunque por distintos rasgos de lenguas modernas atiendan por Vladímir y Volodímir, y eso que si buscamos en la historia, llegamos a diversos acentos eslavos y nórdicos antiguos como Volodímer, Valdamar, Valdemar…, vocablos muy relacionados con Baldomero.


Del segundo san Baldomero, francés de Lyon, resaltaré poco para este escrito. Es el Patrón de los herreros, y herreros modernos se necesitarán para levantar una ciudad como Kiev, destruida tan bárbaramente. Este santo católico murió curiosamente el mismo día de la invasión, un 24 de febrero pero del año 630.Según su biografía fue un portento de virtudes y generosidad.


Del primer san Baldomero, o san Vladimir, contamos con numerosos datos: Príncipe de Kiev, “San Vladimiro de Kiev”, nació en Ucrania en 958, mil años antes que Putin. Sin embargo, pese a esa gran diferencia, se dice que tienen personalidades semejantes en cuanto al poder. El representante de la iglesia ortodoxa llegó a tener tanto poderío en su trono que se le acusó de haber matado a su padre, a su hermano, a mantener a cientos de concubinas, incluso a la violación de la hermana de un rey para casarse.


Tras conocer los detalles de ciertas festividades católicas, se convirtió al catolicismo, y antes de casarse se bautizó. Como príncipe pasó a la historia como “unificador y defensor de las tierras rusas”, Putin le ha llamado “político visionario” e incluso él se hace seguidor de su legado espiritual para combatir a las “amenazas modernas” del XXI.


Fue venerado en la iglesia católica y en la ortodoxa; tras guerrear y volver a Kiev, defendiendo lo que consideraba justo, levanta iglesias y destruye monumentos paganos. Su escudo de armas es la base del escudo de Ucrania, en su vida de gobernante ordenó a miles de tropas y acabó con las distintas revueltas políticas y religiosas, y se hizo llamar “Vladimir el Grande”.


Puede que por ese listado de “virtudes”, y llamarse como él, Putin le hace en 2016 una estatua de 30 metros en el Kremlin, un san Baldomero gigante. Si el primer Vladimir, brutal, guerrero, sin relación alguna con Moscú, sirve a Putin para reclamar Crimea y Ucrania, por ser el viejo santo bautizado en Crimea y considerarlo Kiev como propio, aparece un paralelismo claro entre ambos personajes afines.


Sea a estos santos o a otros, hay que lanzar plegarias para el pueblo ucraniano y el ruso, para detener las órdenes de algunos dirigentes del mundo, no santos y sí bárbaros.

San Vladimir y san Baldomero

Príncipe de Kiev, “San Vladimiro de Kiev”, nació en Ucrania en 958, mil años antes que Putin
Nieves Fernández
miércoles, 2 de marzo de 2022, 09:27 h (CET)

Etimológicamente Baldomero y Vladimir significan “Señor del mundo”. Son estos, dos santos a los que acudir relacionados con los protagonistas actuales para invocar favores y ruegos a la iglesia internacional. Son coincidentes los personajes por sus nombres que no en el tiempo. Hacen en su traducción de homónimos, una curiosa coincidencia de nombres en dos personajes tocayos, dos dirigentes de la actualidad por la fatídica guerra de Europa, como son Putin y Zelenski. Se llaman igual, aunque por distintos rasgos de lenguas modernas atiendan por Vladímir y Volodímir, y eso que si buscamos en la historia, llegamos a diversos acentos eslavos y nórdicos antiguos como Volodímer, Valdamar, Valdemar…, vocablos muy relacionados con Baldomero.


Del segundo san Baldomero, francés de Lyon, resaltaré poco para este escrito. Es el Patrón de los herreros, y herreros modernos se necesitarán para levantar una ciudad como Kiev, destruida tan bárbaramente. Este santo católico murió curiosamente el mismo día de la invasión, un 24 de febrero pero del año 630.Según su biografía fue un portento de virtudes y generosidad.


Del primer san Baldomero, o san Vladimir, contamos con numerosos datos: Príncipe de Kiev, “San Vladimiro de Kiev”, nació en Ucrania en 958, mil años antes que Putin. Sin embargo, pese a esa gran diferencia, se dice que tienen personalidades semejantes en cuanto al poder. El representante de la iglesia ortodoxa llegó a tener tanto poderío en su trono que se le acusó de haber matado a su padre, a su hermano, a mantener a cientos de concubinas, incluso a la violación de la hermana de un rey para casarse.


Tras conocer los detalles de ciertas festividades católicas, se convirtió al catolicismo, y antes de casarse se bautizó. Como príncipe pasó a la historia como “unificador y defensor de las tierras rusas”, Putin le ha llamado “político visionario” e incluso él se hace seguidor de su legado espiritual para combatir a las “amenazas modernas” del XXI.


Fue venerado en la iglesia católica y en la ortodoxa; tras guerrear y volver a Kiev, defendiendo lo que consideraba justo, levanta iglesias y destruye monumentos paganos. Su escudo de armas es la base del escudo de Ucrania, en su vida de gobernante ordenó a miles de tropas y acabó con las distintas revueltas políticas y religiosas, y se hizo llamar “Vladimir el Grande”.


Puede que por ese listado de “virtudes”, y llamarse como él, Putin le hace en 2016 una estatua de 30 metros en el Kremlin, un san Baldomero gigante. Si el primer Vladimir, brutal, guerrero, sin relación alguna con Moscú, sirve a Putin para reclamar Crimea y Ucrania, por ser el viejo santo bautizado en Crimea y considerarlo Kiev como propio, aparece un paralelismo claro entre ambos personajes afines.


Sea a estos santos o a otros, hay que lanzar plegarias para el pueblo ucraniano y el ruso, para detener las órdenes de algunos dirigentes del mundo, no santos y sí bárbaros.

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