Señor Pedro Sánchez, tengo 10 años. Sé que, en ocasiones, la edad puede ser una trinchera como la que tienen ustedes con el aforamiento. Quiero pues que quede claro que yo soy el único responsable de lo que a continuación voy a decirle. Que nadie sabe nada de esto. Que nadie me dictó. Que nadie me dio la idea. Que lo que voy a exponer salió de mí. Que mi forma de decirlo es fruto de la educación que me dieron mis padres. Y que, si hubiera alguna nefasta consecuencia, aunque no sea ahora, quiero ser yo el que lo pague.
Dicho esto, paso a exponer el motivo de mi carta:” Mi papá dice que usted y su Gobierno no valen un duro como dirigentes de un país. Y yo opino que eso no es cierto, que usted y su Gobierno cometen errores como los comete cualquiera. Y en ocasiones, nuestros errores son fruto de nuestras pasiones. En mi modesta opinión, yo creo que lo que le hace falta a usted es más amor. Yo creo que el amor es como aquel elixir que lo curaba todo y que lo vendían de feria en feria.
Y al decir todo, quiero decir todo: las pupas, la cobardía, la caída de pelo, el egoísmo, la diarrea, etc. ¿Qué dónde se compra esto? No en las ferias ¡jeje! En primer lugar, queriéndolo conseguir por encima de todas las cosas. Y en segundo lugar, atendiendo su voz en su interior”. En fin, Sr. Sánchez, esta es mi opinión y espero no haberle ofendido. Sin más, me despido con un atento saludo.
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