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​Al parecer solo existen las cosas que aparecen en los telediarios entre las que no se cuentan las adiciones al juego ni a la droga

Adicciones y televisiones

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Como colaborador de Proyecto Hombres desde hace más de veinte años recibo la revista de la Asociación correspondiente al mes de diciembre pasado en el que se insertan varios artículos relativos a la adición al juego y los problemas tanto personales como familiares que causa la ludopatía.


Aunque hay un Plan Nacional sobre Drogas no veo que las diversas cadenas de televisión le dediquen ninguna atención a este problema. Solo se da publicidad a los casos en que la policía descubre alijos de droga o plantaciones de marihuana. Debe de ser un buen negocio para los traficantes ya que no cesa este turbio negocio directamente relacionado con la adición a la droga.

Pero respecto a la ludopatía no veo que los telediarios traigan noticia alguna ya que todas al unísono solo nos cuentan cada día, con gran despliegue de mapas, la evolución de la pandemia y las sesudas opiniones de médicos, virólogos o inmunólogos que han crecido como hongos, dejando atrás aquellos meses primerizos del COVID en el que solo veíamos la cara del “experto” Fernando Simón junto al “simpático” ministro Illa.


Ahora todo el problema de España es el número de vacunas que hay que ponerle a cada ciudadano, actividad a la que se entregan en cuerpo y alma, aunque los enfermos de otras patologías queden relegados, telefónicamente, a que lleguen otros tiempos en los que la pandemia haya desaparecido.

Si en tiempos de la picaresca eran los tahúres los que montaban timbas de juego, Carlos III trajo de Nápoles la lotería que pronto empezó a funcionar en España para beneficio de las arcas públicas y así ha continuado el negocio cada vez más diversificado de loterías, quinielas o bonolotos y ahora además salones de juego abiertos las 24 horas a la espera de incautos que dejen allí su jornal o el dinero que han conseguido de su familia, al mismo tiempo que adquieren el deseo acuciante de probar suerte una vez y otra.


La afición al juego no solo causa estragos en el jugador sino también en su familia. En el régimen anterior el juego estaba prohibido, aunque no así la lotería ni las quinielas, pero se seguían montando timbas en los locales de otras instituciones que se decían culturales o recreativas y donde algún jugador terminaba arruinado. Cada mañana veo antes de la hora de apertura las colas que se forman en las administraciones de loterías de gente mayor que se levanta pensando que hoy va a ser su día de suerte.


Los sucesivos gobiernos pusieron mayor interés en erradicar el tabaquismo (y hoy sería aún más difícil fumar con la mascarilla). Parece que todo lo que engrose las arcas de la administración cuenta con las bendiciones del gobierno.


Hay otros adictos a ocupar viviendas ajenas, siguiendo lo propugnado por Doña Ada Colau y secundado por todos los que se confiesan comunistas, aunque cuando ellos llegan a poseer una lujosa vivienda se la vigila la policía para que la disfruten sin peligro.


Creo que las televisiones seguirán hablando de lo que le sugieran sus dueños, grandes corporaciones y sobre todo el Gobierno, y no se van a ocupar de las diversas adiciones que padecen muchos españoles, aunque beneméritas asociaciones como Proyecto Hombre dediquen sus esfuerzos a combatir estas plagas.


Es seguro que no harán mucho caso, entretenidos en sus luchas partidarias y presupuestarias.

Adicciones y televisiones

​Al parecer solo existen las cosas que aparecen en los telediarios entre las que no se cuentan las adiciones al juego ni a la droga
Francisco Rodríguez
martes, 18 de enero de 2022, 09:21 h (CET)

Como colaborador de Proyecto Hombres desde hace más de veinte años recibo la revista de la Asociación correspondiente al mes de diciembre pasado en el que se insertan varios artículos relativos a la adición al juego y los problemas tanto personales como familiares que causa la ludopatía.


Aunque hay un Plan Nacional sobre Drogas no veo que las diversas cadenas de televisión le dediquen ninguna atención a este problema. Solo se da publicidad a los casos en que la policía descubre alijos de droga o plantaciones de marihuana. Debe de ser un buen negocio para los traficantes ya que no cesa este turbio negocio directamente relacionado con la adición a la droga.

Pero respecto a la ludopatía no veo que los telediarios traigan noticia alguna ya que todas al unísono solo nos cuentan cada día, con gran despliegue de mapas, la evolución de la pandemia y las sesudas opiniones de médicos, virólogos o inmunólogos que han crecido como hongos, dejando atrás aquellos meses primerizos del COVID en el que solo veíamos la cara del “experto” Fernando Simón junto al “simpático” ministro Illa.


Ahora todo el problema de España es el número de vacunas que hay que ponerle a cada ciudadano, actividad a la que se entregan en cuerpo y alma, aunque los enfermos de otras patologías queden relegados, telefónicamente, a que lleguen otros tiempos en los que la pandemia haya desaparecido.

Si en tiempos de la picaresca eran los tahúres los que montaban timbas de juego, Carlos III trajo de Nápoles la lotería que pronto empezó a funcionar en España para beneficio de las arcas públicas y así ha continuado el negocio cada vez más diversificado de loterías, quinielas o bonolotos y ahora además salones de juego abiertos las 24 horas a la espera de incautos que dejen allí su jornal o el dinero que han conseguido de su familia, al mismo tiempo que adquieren el deseo acuciante de probar suerte una vez y otra.


La afición al juego no solo causa estragos en el jugador sino también en su familia. En el régimen anterior el juego estaba prohibido, aunque no así la lotería ni las quinielas, pero se seguían montando timbas en los locales de otras instituciones que se decían culturales o recreativas y donde algún jugador terminaba arruinado. Cada mañana veo antes de la hora de apertura las colas que se forman en las administraciones de loterías de gente mayor que se levanta pensando que hoy va a ser su día de suerte.


Los sucesivos gobiernos pusieron mayor interés en erradicar el tabaquismo (y hoy sería aún más difícil fumar con la mascarilla). Parece que todo lo que engrose las arcas de la administración cuenta con las bendiciones del gobierno.


Hay otros adictos a ocupar viviendas ajenas, siguiendo lo propugnado por Doña Ada Colau y secundado por todos los que se confiesan comunistas, aunque cuando ellos llegan a poseer una lujosa vivienda se la vigila la policía para que la disfruten sin peligro.


Creo que las televisiones seguirán hablando de lo que le sugieran sus dueños, grandes corporaciones y sobre todo el Gobierno, y no se van a ocupar de las diversas adiciones que padecen muchos españoles, aunque beneméritas asociaciones como Proyecto Hombre dediquen sus esfuerzos a combatir estas plagas.


Es seguro que no harán mucho caso, entretenidos en sus luchas partidarias y presupuestarias.

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