Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Libros
Etiquetas | Escritora | Libro | Experiencias | Covid-19 | Hospital | Enfermedad | Superación | Entrevista | Anna R. Alós
Teresa Berengueras entrevista a Anna R. Alós, autora del libro 'Muerta un rato'

​“Cuando mi hijo Albert me tocó el brazo y lo vi sonreír con los ojos fue el día que empecé a tirar adelante”

|

Anna R. Alós, es amiga, periodista y escritora, durante tres meses vivió la Covid de una forma tremenda, entubada y en coma en el Hospital Clinic de Barcelona. El día 26 de este mes cumplirá un año de su entrada en el Clinic, sobre su historia de superación ha escrito un libro, “Muerta un rato”, se puede encontrar en Amazon. Describe su vida en el Clínic, su trato con el personal sanitario y escribe de la muerte. Ese tema tabú para todos, ese miedo ancestral que padecemos ante una realidad tangible y cierta, nacemos y morimos.


Foto Anna y Paca   calitat alta 300ppp

Anna, habla de la muerte, sin espavientos y la presenta con paz, placidez y lejos del dolor. Su texto, sin esconder una realidad dura, difícil y compleja, es un canto a la esperanza para poder batir a esta enemiga tan fuerte que nos azota desde hace dos años. Anna, se quedó sin fuerza, sin habla, sin musculatura, sin vida, ha vuelto a ella de una manera sosegada, pacientemente. 


Nuestra protagonista ha usado dos fuertes que la acompañan en el discurrir cotidiano, la voluntad y el sentido del humor, estar con Anna y reír, es fácil, aún en momentos dramáticos, le saca punta a todo. Ante la Covid, esta forma de ser, la ha usado, de otra manera, no sería ella.


Esta entrevista, no ha sido nada fácil para mí, pero ha servido para aprender de Anna y de muchos que, como ella, han vuelto a la vida. Y me sirve como felicitación navideña. Sabemos, lo dicen todos los días los sanitarios, que este virus, en su variante ómicron, crece de forma alarmante. Lo queremos muerto y enterrado.


Duele no socializar, molesta la mascarilla, la distancia, dejar de ir de cancaneo, no nos gusta todo eso, por eso aconsejo lean esta lección de superación, tendrán menos angustia, más paz y los negacionistas dejarán de explicar que este virus es un enviado de los poderosos. Por favor, sigan ese hilo, duro y humano. Sin llorar, se lo garantizo.


El libro que acabas de publicar, “Muerta un rato”, es muy duro.

Pero también es muy positivo. De la Covid, se me han muerto cinco amigos, amigos de hablar, y esto me ha dejado echa polvo.


Cuando te ingresaron, afectada por la Covid, muchos de tus amigos estábamos en un grupo de Whatsapp en el que cada día tus hijos nos informaban de cómo te encontrabas. Tus hijos, sin alarmar, nos daban el parte médico y la situación era muy grave, en el libro dejas claro que, mientras estabas en coma, no eras consciente de ello.

Es que aún no me he atrevido a mirar ese chat, no he tenido valor para mirarlo, no sé si quiero recordar tanto.


A pesar que siempre tomabas las medidas oportunas cogiste la Covid.

Si, fue en un día, sé cuándo fue exactamente, fue el día 26 de diciembre del 2020. El día de Navidad comí en casa con dos amigos, no fui con la familia porque estaba toda la familia de mi yerno y se mezclaban varias burbujas, dije, no voy, paso, y dos amigos míos, que estaban solos, vinieron a casa, comimos tomando distancia y con mucha precaución, en cambio, al día siguiente, nos fuimos a la terraza de un restaurante con toda la familia y dos amigos, y después nos venimos todos a casa a comer panetone y pensé, putada, pero vaya, no voy a ser yo la que diga que no al encuentro y es ahí cuando cojo el virus.


Eres responsable ante la propagación de la Covid, también te expresas contra los negacionistas, respetas todo cuanto dicen los sanitarios y te das cuenta de la importancia de esta enfermedad, de la fuerza brutal que tiene este virus.

Es muy cabrón, luché para huir de él, hasta el momento en que ya no pude más, y caí.


¿Crees en el destino?, en el libro dices que coger la Covid estaba en tu destino.

Creo bastante en el destino, en el libro explico que le quedan cuatro vidas a la gata, cuento que me estrellé en un avión, que aterricé en Teheran con un avión incendiado, yo he gastado tres vidas ya, ¿cómo no voy a creer en el destino?, claro que creo en él, no tengo fe, pero creo más en la brujería que en la fe.


Cuando una enfermera te aconseja que reces no le contestas.

No tengo ganas de contestarle, estoy cansada, y no quería iniciar una polémica con una enfermera, en ese momento me costaba hablar, me costaba respirar, llevo las lentillas por la nariz porque llevo el oxígeno para poder respirar, iba con el carrito del oxígeno.


¿Es verdad que el virus te deja sin vida?

Al principio, cuando despiertas, no puedes hablar, no puedes hacer pipí, no puedes hacer caca, no te puedes lavar, no puedes hacer nada.


Tú gran lección de humildad es cuando te ponen pañales.

Claro, hay personal sanitario que viene a lavarte, otra que viene a ver si te tienen que cambiar, si estás seca o mojada, eres como un bebé, y lo único que hago es dar gracias, hay una enfermera que me dice. “no nos des las gracias porque es nuestra obligación” y le respondo: “ya, pero con la cara que lo hacéis, tengo que daros las gracias”.


Sólo les veías los ojos, iban protegidas como si fueran buzos

Es cierto, tengo que decirte que hacen su trabajo con un cariño,amor y dedicación de forma acojonante, no hubo nadie que no despertara profesionalidad, y muy buena atención, sólo me quejé una vez cuando estaba en cuidados intermedios.


A pesar de todo, tuviste suerte en encontrar a un médico conocido.

Si, allí estaba el Doctor Josep Maria Grau, su mujer es la madrina de mi hijo, lo digo en el libro, mi médico y amigo, su mujer, Laura, ha estado más de treinta años de supervisora en el Clinic, y es la madrina de mi hijo pequeño, Albert. Mi hijo, desde que entré en la UCI, cada día estaba sentado a la puerta de la UCI, en todo este proceso hay un hecho muy importante, creo que hay que explicarlo porque la UCI tiene unos protocolos muy serios, sólo dejan entrar a los familiares cuando estás a punto de morir, con la Covid, estos protocolos se han endurecido muchísimo, y no dejan entrar a nadie, hubo un día que en la UCI del Clinic les hizo pena mi hijo Albert y lo dejaron entrar, y yo ese día, cuando Albert me tocó el brazo y lo vi sonreír con los ojos fue el día en que empecé a tirar adelante.


¿Cuánto tiempo llevabas en la UCI?

Como mínimo ocho semanas, y es en ese momento cuando empiezo a pensar que tengo que remontar porque tengo a mis hijos, a mi familia, cada día pensaba me estoy muriendo, pero bueno, estoy bien porque como había visto a mi madre, me quería quedar allí arriba, y mis hijos, ni Bárbara ni Albert, pensaron en ningún momento que me estaba muriendo, ni que eso iba suceder. Ellos sabían que saldría de allí. La doctora les daba el parte todos los días y eran partes muy negros, el doctor Grau, es muy bestia y les decía: “Ya veremos si sale de esta, ya veremos, no confiéis”.


Me hablabas de los protocolos en la UCI.

Creo que estaría bien que los revisaran porque el contacto humano de una persona que quieres te da fuerza para tirar adelante.


Este virus se transmite con mucha facilidad.

Cuando la gente entra en la UCI llevan tres capas de plástico, tres guantes, no uno, tres, a mi me vino a ver un médico que me dijo.”soy el médico hippy”, no llevaba guantes, no le pregunté por qué iba así, yo llevaba la tráquea agujereada, las lentillas en la nariz, no tenía voz, es duro despertarse y no tener voz.


¿No podías pedir nada?

En realidad, no necesitas nada, cuando me desperté iba conectada con aparatos por todas partes, y cada vez que me quitaban un aparato tenía miedo porqué no sabía lo que me iba a pasar.


¿Padeciste dolor?

En ningún momento, tuve mucha angustia, cuando estoy en coma no me acuerdo de nada y cuando estoy consciente, en ningún momento me ahogo, cada día me comprueban el oxígeno.


Portada Muerta un rato   Anna R. Alós   Alta 300ppp

Explicas en “Muerta un rato”, que al tener la traqueostomía hecha tienes un agujero que te lo tapan y cuando quieren abrirlo para saber cómo estás y cómo reacciona tu cuerpo les dices que no lo hagan porque ya te encuentras bien así.

Te da miedo cualquier cosa que te cambie en la que tú estás bien, es como cuando te pasan de la UCI a cuidados intermedios, yo les dije, ¿por qué me cambian si ya estoy bien en la UCI?, y cuando te pasan de cuidados intermedios a planta. Cualquier cambio te da miedo, vas mejorando, pero tienes mucho miedo, miedo a padecer, a darte cuenta que te mueres, es difícil de explicar, a mi no me da miedo la muerte, me da miedo todo lo que pasa antes de la muerte, es decir, cuando te quitan un catéter, y piensas que te hará mucho daño.


Pero me estás diciendo que no has padecido dolor.

Sólo hubo un momento de dolor, cuando me pusieron una sonda nasogástrica, fue un horror. Me la ponen para poder comer, no comía nada y beber, no puedes, el líquido te lo ponen por sonda, cuando sales de la UCI no tienes musculatura y no te puede entrar nada sólido por la tráquea, te hacen una prueba de sólidos, los líquidos tardan más porque podrían encharcar los pulmones. Es curioso porque podemos pensar que es al revés, que los líquidos pasan mejor y los sólidos no, y es todo lo contrario.


En la cama de la UCI estás más veces colocada en postura prono, boca abajo, ¿por qué?

Fui la más “pronada” de aquella UCI, me moría, me ahogaba, había un momento en que no me podían poner más oxígeno, y con la Covid han descubierto que los pacientes colocados boca abajo respiran mejor, no pueden tenerte muchas horas así y te van dando vueltas, yo estaba en coma y de todo esto no me acuerdo de nada, me lo han explicado después.


Cuando estás en coma se te aparece una luz infinita, ¿te llega desde otra parte y tú estás en otro lugar?

Estoy en un lugar oscuro, en un ambiente oscuro, y de repente aparece una luz delante mío, no veo un túnel como han explicado otros, veo una luz e intento pasar de la oscuridad a la luz pero no puedo, debía ser en el momento en que me estaba ahogando a causa de un moco que hacia que no llegara la sangre al cerebro, debía estar en un momento de si me iba para allí o para acá, deduzco que eso me pasó en uno de aquellos momentos.


¿Qué sensación tienes, era complicado ir de la oscuridad a la luz?

Para mi fue imposible, recuerdo eso con mucha paz, nada de angustia, yo quería quedarme allí.


¿Viste a tu padre?

A mi padre le vi de lejos, es a mi madre a la que tengo enfrente, la veo enseguida, iba con un vestido azul marino, tenía unos 50 años, y la veo en la puerta de la luz, entre la luz y la oscuridad, como si ella no hubiera pasado del todo a la luz, me habla, oigo su voz y me mira a los ojos, esto es espeluznante.


Cuando lo he leído en el libro me he quedado de piedra, ¿puedes hablar con tu madre?

Todo el rato hablo con ella, publico en el libro la conversación que tenemos, yo me quiero quedar allí donde está ella, y mi madre me dice que me vaya, que allí no tengo nada que hacer, y me dice que allí, en la luz, no puedo estar.


Según explicas en el libro estos encuentros se producen cuatro veces, ¿siempre son igual?

La luz cada vez es menos blanca y la silueta se va difuminando, hasta el punto de que ya no la reconozco mucho, que es cuando realmente vuelvo, pienso que puedo ir allí cuando yo quiero y llega un punto en el que no puedo volver a esa luz, en el momento en el que yo ya no puedo ir a la luz ésta desaparece del todo y lo que es terrible es cuando despiertas y te ves allí con el monitor, los cables, con los pipipipip...


Sin dolor, pero con soledad.

Esto es matador, envío un mensaje a Bárbara, mi hija, diciéndole que no tienen vergüenza de tenerme allí sola, mi hija, pobre, me dice llorando que no la dejan entrar, no la dejan venir a verme, y en ese momento piensas estoy sola, colgada como un fuet, esa soledad es bestial, tienes suerte del personal sanitario.


¿Hablas o todavía no?

Hablo mediante señas, muevo la boca y las enfermeras algunas me entienden y otras no, había un camillero cubano con el que me reía mucho, era muy gracioso.


Cuando despiertas tienes un problema en un ojo, no puedes levantarte para ir al lavabo, no te puedes sentar, no puedes hablar, ¿te das cuenta de golpe de esta situación?

Poco a poco me doy cuenta de cómo estoy, existen diversas reacciones cuando la gente despierta en la UCI, hay personas que se lo han arrancado todo, se levantan y caen porque la musculatura está destrozada, me desperté y pensé, ¿dónde estoy?, cuando despiertas suena una alarma y los sanitarios se acercan a ti y te dicen : “Estás en la UCI del hospital Clinic”, te sitúan, no sabes que ha pasado, eso sucede después de casi dos meses, y te preguntas donde estás y qué es todo los que ha pasado.


¿Cuando entras en el Clinic sabes que tienes la Covid?

Como soy una optimista activa y militante pienso que me curarán y regresaré a casa, cuando me suben a planta ya no me entero de nada, el último recuerdo que tengo es que estaba en una cola y una persona me decía: “Tía, yo me voy”. Ya no tengo otro recuerdo, Alex Salmón, mi ex director, me dice que le envié un mensaje que ponía: “No sé si algún día seré capaz de explicar todo esto” y este mensaje, es cierto que se lo envié porque lo tengo pero no soy consciente de haberlo escrito, tampoco soy consciente de haber firmado que me podían inducir al coma, porque esto lo tienes que firmar, cuando tienes más de cuarenta de fiebre no recuerdas nada, ese era mi caso.


Desde que comenzó la pandémia es público que a los sanitarios les faltaban medios y manos para combatirla. ¿Mientras estás hospitalizada observas este problema?

Faltaban manos, viví la fuerza y la crudeza que se estaba viviendo pero en ningún momento me sentí abandonada, aún siendo una más, nunca he agobiado a nadie, no soy una enferma que toque el timbre con insistencia, tuve un apuro porque pedía una cuña y no llegaba, ponen las cuñas con los ojos cerrados, una enfermera me dejó allí, un poco tirada, y es el único momento que me quedé sin asistencia, pero sólo fue ese episodio, en ese momento no me podía levantar de la cama, me era imposible caminar, tuve que aprender de nuevo con un fisioterapeuta que te coge con los brazos y haces un pequeño paseo, al principio das un paso, luego tres, luego cinco, no puedes más, me quedo sin fibra, me quedo sin nada, no te aguantas en pie, si te dejan sola caes.


Ante esta realidad, alguien que no sea tan positivo como tú y tenga que comenzar de cero, tiene muy difícil salir adelante.

Sólo se sale con fuerza de voluntad, empiezas de cero y tienes que repetirte mil veces, te recuperarás, te lo dicen también te dicen: “si haces lo que te decimos, te recuperarás”, me creí lo que me dijeron, me lo creí porque quería creerlo, lo pregunté tres veces: “¿Seguro que me recuperaré?”, y me dijeron: “Si, no te preocupes”, el fisioterapeuta, viene todos los días un rato porque somos muchos los enfermos en esas circunstancias, cuando llegaba siempre me encontraba haciendo ejercicios, todo el tiempo los estaba haciendo. Cuando me fui a casa desde el Clínic me pusieron un fisio, me dio el máximo de sesiones y me decían que no habían visto a nadie progresar tan rápidamente, me lo tomé muy en serio, la fuerza de la voluntad es una máxima de la familia, la recuperación sé que hay que hacerla muy bien, me he roto muchas cosas, esquiando, montando a caballo, he realizado deportes bastante duros y sé lo que es la recuperación, si la haces bien es mucho mejor, pero antes caminaba diez y quince kilómetros diarios y ahora camino cinco.


Aún no ha pasado un año, ¿cómo estás?

Me ha quedado un cansancio muy bestia y ahí es donde los médicos no saben contestar, les preguntas si te recuperarás totalmente y la contestación es que esperan que lo hagas pero que no todavía no tienen suficientes datos para dar una respuesta total. El Clinic, ha montado un espacio para atender a los pacientes post Covid, conozco a una persona que lleva seis operaciones de tráquea, cada persona es un mundo, hay días que me hace daño todo.


Ya recuperada, ¿cómo recuerdas ahora a tu madre? ¿ha cambiado tu forma de saber de ella?

Ahora la veo en el momento en que la vi con tanta luz, pienso mucho en ella, la primera imagen es esa, rodeada de luz y vestida de azul marino, tengo que decir que no tenía una relación especial ni profunda con mi madre, la tenía con mi padre, mi icono familiar era mi padre, mi padre en esa visión que tengo, no me hace tanto caso, como queriendo decir que deje en paz a mi madre, me ha quedado esta sensación, como que mi padre quería que me fuera y que dejara estar en paz a mi madre.


¿Celos?

En absoluto, lo que pasa es que mi madre siempre había vivido en función de mi padre, era la típica mujer que vivía para su marido y mi padre siempre se fiaba de mi madre, cuando por la mañana no encontraba la ropa preparada decía que era un hombre desgraciado, no abría un cajón para coger los calcetines, era el hombre más mimado del mundo, mi madre, estaba muy dedicada a él , siempre fue más esposa que madre, no recuerdo haber jugado con ella, mi hermana, diez años menor que yo, si que estaba más ligada a ella, pero nunca me sentí abandonada, hizo lo que sabía y además vivía con los suegros que son situaciones complicadas, no me imagino vivir con mi suegra recién casada y con veintitrés años, la generación de mi madre no podían vivir solos porque no había dinero para vivir solos, era un tema económico, de echo, este problema, ahora ha vuelto y son los hijos los que no se van de casa de los padres. Es muy difícil vivir ahora.


Ya no tienes a tus hijos en casa.

Es cierto, Albert, mi hijo, lo dejó todo para estar cerca de mí, cuando yo ingresé en el Clínic, trasladó su despacho a mi casa para ayudarme. La verdad, es que Albert, ha sido brutal, Bárbara, se fue de casa a los veintitrés años y cuando Albert lo ha pasado mal, también he estado allí, esto nos ha unido mucho a ambos. Mis hijos, tanto Bárbara como Albert, en esta Covid mía lo han pasado muy mal, también mi hermana lo pasó fatal.


Es muy importante que hayas contado el tema de la luz de forma clara, tal y como lo viviste, teniendo en cuenta que no eres creyente.

El mensaje es que la buena muerte es paz, no puedo decir que esto le sucede a todo el mundo, todos los que se fueron nunca regresaron para explicar lo que sintieron en el momento de la muerte.


Lo que explicas en el libro, ¿a alguien le puede parecer increíble?

El libro está ayudando a la gente a ver la muerte de forma menos traumática, para mi no ha sido traumático, supongo que la gente que padece mucho, también desea la muerte, la muerte creo que es un tránsito, eso es lo que me queda a mi de todo lo vivido con esta enfermedad, sabemos que la muerte es lo único en la vida que no podemos evitar, que eso es lo que realmente nos diferencia de los animales, ellos no saben que van a morir, nosotros sí, el miedo a la muerte es atávico, y más en el Mediterráneo, en Nápoles según el estatus del difunto van más o menos caballos tirando de la carroza mortuoria en el entierro, los pobres con un caballo y los ricos con diez y con plumeros. En el Mediterráneo hay un fuerte culto a la muerte, también entre los anglicanos. Yo quiero que cuando muera la gente haga una fiesta, que se lo pase bien y ria contando anécdotas.


¿Qué hiciste al despertar del coma?

En aquel momento no quería ver a nadie y mi único proyecto era recuperarme, cuando llegué a casa sólo tenía un objetivo que era volver a andar, volver a poder vestirme, poder subir una escalera, poder abrir una botella de agua, y poder recoger algo del suelo, porque, cosas tan sencillas que se hacen día día, no las podía llevar a cabo, no podía ir a comprar, ahora, a través de Internet, compras pero, !cuidado¡, tenía que ir a abrir la puerta y de donde estaba yo, en casa, a abrir la puerta, tengo que subir unos pocos escalones, puse unos libros de Shakespeare y unos de Bresson, que me sirvieron me sirvieron para llegar hasta la puerta, Shakespeare sirve, como vemos para muchas cosas (ríe).


En una de tus alucinaciones encuentras en la Cerdanya a un hombre llamado Jordi que se quiere casar contigo, ¿existe este Jordi?

Este hombre, que quería que planchara y lavara la ropa, no es real , he ido a buscar la casa que vi en aquella alucinación, la casa existe pero siempre está cerrada, he ido un montón de veces para ver si existe realmente este Jordi, y siempre está cerrado, en esa casa, cuando he ido, siempre he visto que han talado la leña, es posible que las personas que viven en esa casa sólo vayan a dormir, conseguiré averiguar quién en ese Jordi, no puedo vivir sin sentido del humor.


¿Hospitalizada también mantuviste este sentido del humor?

Si, jamás lo he perdido, ni cuando una enfermera me hablaba de Jesucristo mientras yo pensaba, madre mía, qué me dice ahora esta, hubo un momento en que veía que había una abeja y tenía miedo de que me picara, todo irreal, claro, la enfermera me dijo: “Sólo faltaría que ahora le picara una abeja”, yo, con aquella frase, me puse a reír.


En un momento dado le hablas a tu hija de un barco inexistente y le pides que se ocupe de él.

Cuando le escribo la nota estaba segura que tenía un barco, me enfadé con mi hija Bárbara y le dije que no dijera chorradas y se ocupara del barco, lo tenía bien claro, diciéndole que lo sacara del amarradero porqué eso me iba a costar una “pasta”, pero no tengo ningún barco. Otra cosa que me preocupaba era tener que pagar los gastos de la UCI, no podría pagar, y me decía que lo importante era estar viva. En ningún momento me pasó por la cabeza que los gastos corrían a cargo de la Seguridad Social, en aquellos momentos aún no tenía muchas cosas claras, mi vida se fue situando en su lugar poco a poco.


Hay algo enojoso, que también explicas en “Muerta un rato”, estás suscrita a la mutua, REALE-DKV, desde la época de tus abuelos y cuando acabas con la fisioterapia que te dan en casa a través de la Seguridad Social precisas más sesiones y acudes a esa Mutua que te niega el tratamiento.

Es una mutua a la que estamos suscritos desde hace un montón de años, pago la iguala en la actualidad con la tarifa que me envían con el recibo, en ningún momento la mutua me dice si quiero actualizarla, me niegan el servicio, aunque pago el precio actual.


¿Cuando te fuiste encontrando mejor iba más rápida tu mente que tus palabras?

Mi cabeza iba mucho más rápida que todo lo demás, siempre tuve la duda de si sería capaz de tirar adelante, siempre me pregunté, ¿tiraré adelante?, principalmente en cosas tan sencillas como entrar a la ducha, como vestirme, ahora me visto en un minuto y durante la recuperación, tardaba una eternidad, todo esto ya lo he recuperado pero aún hay cosas que me cuestan, por ejemplo ponerme los calcetines, me agota hacer la cama, y tengo pereza, no sabía lo que era la pereza y ahora me da pereza hacerlo todo, hay pecados capitales que los tengo todos menos dos, que son la pereza y la envidia, estos no los tengo y los otros, los tengo multiplicados, las cosas que me dan pereza las hago, familia y amigos se ofrecen a hacerlas ellos, pero yo me niego a que lo hagan por mi. La voluntad que tengo es lo que me hace ir hacia adelante.


¿No te cansa tener tanta voluntad?

Claro que sí, pero me dura poco el cansancio y a veces me enfado con mi voluntad, pero al momento vuelvo a tenerla.


La Covid, ¿te ha hecho replantearte la vida?

No doy excusas, cuando una cosa no la quiero hacer, lo digo, cuando me preguntan porqué no voy a algún sitio ahora respondo que no tengo ganas, tengo pocas ganas de hacer vida social, en toda mi carrera profesional me han pagado para ir a fiestas, ahora pagaría por no tener que ir, la Covid, nos ha cambiado a todos y la gente está muy triste, que nadie baje la guardia, !por favor¡, ómicron es muy fuerte. Vivo en un pueblo, sola, con mi perra, Paca, tiene mucha importancia para mi en estos momentos que me cuesta andar, Paca es la que me hace salir a andar, gracias a ella, salgo a dar paseos, eso no hay forma de agradecerlo a un perro, además, Paca, me trata de una forma que sólo pueden entender las personas que tienen perros en casa, también está conmigo cuando estoy en Barcelona y damos unas caminatas inmensas, vivo en la zona alta lo que significa que me es más fácil ir a la montaña, busco que mis viviendas estén cerca de la montaña, me gusta mucho el mar pero no puedo vivir sin estar en la montaña.


¿Qué vas a hacer estas Navidades?

Debido a las circunstancias que vivimos, nos vamos a reunir la familia en un parque cercano a casa, a las 10:30 horas de la mañana, con mascarilla y guardando las distancias, y después cado uno a su casa.


ANNA R. ALÓS

*Fotos: Albert Ventosa

​“Cuando mi hijo Albert me tocó el brazo y lo vi sonreír con los ojos fue el día que empecé a tirar adelante”

Teresa Berengueras entrevista a Anna R. Alós, autora del libro 'Muerta un rato'
Teresa Berengueras
jueves, 23 de diciembre de 2021, 09:42 h (CET)

Anna R. Alós, es amiga, periodista y escritora, durante tres meses vivió la Covid de una forma tremenda, entubada y en coma en el Hospital Clinic de Barcelona. El día 26 de este mes cumplirá un año de su entrada en el Clinic, sobre su historia de superación ha escrito un libro, “Muerta un rato”, se puede encontrar en Amazon. Describe su vida en el Clínic, su trato con el personal sanitario y escribe de la muerte. Ese tema tabú para todos, ese miedo ancestral que padecemos ante una realidad tangible y cierta, nacemos y morimos.


Foto Anna y Paca   calitat alta 300ppp

Anna, habla de la muerte, sin espavientos y la presenta con paz, placidez y lejos del dolor. Su texto, sin esconder una realidad dura, difícil y compleja, es un canto a la esperanza para poder batir a esta enemiga tan fuerte que nos azota desde hace dos años. Anna, se quedó sin fuerza, sin habla, sin musculatura, sin vida, ha vuelto a ella de una manera sosegada, pacientemente. 


Nuestra protagonista ha usado dos fuertes que la acompañan en el discurrir cotidiano, la voluntad y el sentido del humor, estar con Anna y reír, es fácil, aún en momentos dramáticos, le saca punta a todo. Ante la Covid, esta forma de ser, la ha usado, de otra manera, no sería ella.


Esta entrevista, no ha sido nada fácil para mí, pero ha servido para aprender de Anna y de muchos que, como ella, han vuelto a la vida. Y me sirve como felicitación navideña. Sabemos, lo dicen todos los días los sanitarios, que este virus, en su variante ómicron, crece de forma alarmante. Lo queremos muerto y enterrado.


Duele no socializar, molesta la mascarilla, la distancia, dejar de ir de cancaneo, no nos gusta todo eso, por eso aconsejo lean esta lección de superación, tendrán menos angustia, más paz y los negacionistas dejarán de explicar que este virus es un enviado de los poderosos. Por favor, sigan ese hilo, duro y humano. Sin llorar, se lo garantizo.


El libro que acabas de publicar, “Muerta un rato”, es muy duro.

Pero también es muy positivo. De la Covid, se me han muerto cinco amigos, amigos de hablar, y esto me ha dejado echa polvo.


Cuando te ingresaron, afectada por la Covid, muchos de tus amigos estábamos en un grupo de Whatsapp en el que cada día tus hijos nos informaban de cómo te encontrabas. Tus hijos, sin alarmar, nos daban el parte médico y la situación era muy grave, en el libro dejas claro que, mientras estabas en coma, no eras consciente de ello.

Es que aún no me he atrevido a mirar ese chat, no he tenido valor para mirarlo, no sé si quiero recordar tanto.


A pesar que siempre tomabas las medidas oportunas cogiste la Covid.

Si, fue en un día, sé cuándo fue exactamente, fue el día 26 de diciembre del 2020. El día de Navidad comí en casa con dos amigos, no fui con la familia porque estaba toda la familia de mi yerno y se mezclaban varias burbujas, dije, no voy, paso, y dos amigos míos, que estaban solos, vinieron a casa, comimos tomando distancia y con mucha precaución, en cambio, al día siguiente, nos fuimos a la terraza de un restaurante con toda la familia y dos amigos, y después nos venimos todos a casa a comer panetone y pensé, putada, pero vaya, no voy a ser yo la que diga que no al encuentro y es ahí cuando cojo el virus.


Eres responsable ante la propagación de la Covid, también te expresas contra los negacionistas, respetas todo cuanto dicen los sanitarios y te das cuenta de la importancia de esta enfermedad, de la fuerza brutal que tiene este virus.

Es muy cabrón, luché para huir de él, hasta el momento en que ya no pude más, y caí.


¿Crees en el destino?, en el libro dices que coger la Covid estaba en tu destino.

Creo bastante en el destino, en el libro explico que le quedan cuatro vidas a la gata, cuento que me estrellé en un avión, que aterricé en Teheran con un avión incendiado, yo he gastado tres vidas ya, ¿cómo no voy a creer en el destino?, claro que creo en él, no tengo fe, pero creo más en la brujería que en la fe.


Cuando una enfermera te aconseja que reces no le contestas.

No tengo ganas de contestarle, estoy cansada, y no quería iniciar una polémica con una enfermera, en ese momento me costaba hablar, me costaba respirar, llevo las lentillas por la nariz porque llevo el oxígeno para poder respirar, iba con el carrito del oxígeno.


¿Es verdad que el virus te deja sin vida?

Al principio, cuando despiertas, no puedes hablar, no puedes hacer pipí, no puedes hacer caca, no te puedes lavar, no puedes hacer nada.


Tú gran lección de humildad es cuando te ponen pañales.

Claro, hay personal sanitario que viene a lavarte, otra que viene a ver si te tienen que cambiar, si estás seca o mojada, eres como un bebé, y lo único que hago es dar gracias, hay una enfermera que me dice. “no nos des las gracias porque es nuestra obligación” y le respondo: “ya, pero con la cara que lo hacéis, tengo que daros las gracias”.


Sólo les veías los ojos, iban protegidas como si fueran buzos

Es cierto, tengo que decirte que hacen su trabajo con un cariño,amor y dedicación de forma acojonante, no hubo nadie que no despertara profesionalidad, y muy buena atención, sólo me quejé una vez cuando estaba en cuidados intermedios.


A pesar de todo, tuviste suerte en encontrar a un médico conocido.

Si, allí estaba el Doctor Josep Maria Grau, su mujer es la madrina de mi hijo, lo digo en el libro, mi médico y amigo, su mujer, Laura, ha estado más de treinta años de supervisora en el Clinic, y es la madrina de mi hijo pequeño, Albert. Mi hijo, desde que entré en la UCI, cada día estaba sentado a la puerta de la UCI, en todo este proceso hay un hecho muy importante, creo que hay que explicarlo porque la UCI tiene unos protocolos muy serios, sólo dejan entrar a los familiares cuando estás a punto de morir, con la Covid, estos protocolos se han endurecido muchísimo, y no dejan entrar a nadie, hubo un día que en la UCI del Clinic les hizo pena mi hijo Albert y lo dejaron entrar, y yo ese día, cuando Albert me tocó el brazo y lo vi sonreír con los ojos fue el día en que empecé a tirar adelante.


¿Cuánto tiempo llevabas en la UCI?

Como mínimo ocho semanas, y es en ese momento cuando empiezo a pensar que tengo que remontar porque tengo a mis hijos, a mi familia, cada día pensaba me estoy muriendo, pero bueno, estoy bien porque como había visto a mi madre, me quería quedar allí arriba, y mis hijos, ni Bárbara ni Albert, pensaron en ningún momento que me estaba muriendo, ni que eso iba suceder. Ellos sabían que saldría de allí. La doctora les daba el parte todos los días y eran partes muy negros, el doctor Grau, es muy bestia y les decía: “Ya veremos si sale de esta, ya veremos, no confiéis”.


Me hablabas de los protocolos en la UCI.

Creo que estaría bien que los revisaran porque el contacto humano de una persona que quieres te da fuerza para tirar adelante.


Este virus se transmite con mucha facilidad.

Cuando la gente entra en la UCI llevan tres capas de plástico, tres guantes, no uno, tres, a mi me vino a ver un médico que me dijo.”soy el médico hippy”, no llevaba guantes, no le pregunté por qué iba así, yo llevaba la tráquea agujereada, las lentillas en la nariz, no tenía voz, es duro despertarse y no tener voz.


¿No podías pedir nada?

En realidad, no necesitas nada, cuando me desperté iba conectada con aparatos por todas partes, y cada vez que me quitaban un aparato tenía miedo porqué no sabía lo que me iba a pasar.


¿Padeciste dolor?

En ningún momento, tuve mucha angustia, cuando estoy en coma no me acuerdo de nada y cuando estoy consciente, en ningún momento me ahogo, cada día me comprueban el oxígeno.


Portada Muerta un rato   Anna R. Alós   Alta 300ppp

Explicas en “Muerta un rato”, que al tener la traqueostomía hecha tienes un agujero que te lo tapan y cuando quieren abrirlo para saber cómo estás y cómo reacciona tu cuerpo les dices que no lo hagan porque ya te encuentras bien así.

Te da miedo cualquier cosa que te cambie en la que tú estás bien, es como cuando te pasan de la UCI a cuidados intermedios, yo les dije, ¿por qué me cambian si ya estoy bien en la UCI?, y cuando te pasan de cuidados intermedios a planta. Cualquier cambio te da miedo, vas mejorando, pero tienes mucho miedo, miedo a padecer, a darte cuenta que te mueres, es difícil de explicar, a mi no me da miedo la muerte, me da miedo todo lo que pasa antes de la muerte, es decir, cuando te quitan un catéter, y piensas que te hará mucho daño.


Pero me estás diciendo que no has padecido dolor.

Sólo hubo un momento de dolor, cuando me pusieron una sonda nasogástrica, fue un horror. Me la ponen para poder comer, no comía nada y beber, no puedes, el líquido te lo ponen por sonda, cuando sales de la UCI no tienes musculatura y no te puede entrar nada sólido por la tráquea, te hacen una prueba de sólidos, los líquidos tardan más porque podrían encharcar los pulmones. Es curioso porque podemos pensar que es al revés, que los líquidos pasan mejor y los sólidos no, y es todo lo contrario.


En la cama de la UCI estás más veces colocada en postura prono, boca abajo, ¿por qué?

Fui la más “pronada” de aquella UCI, me moría, me ahogaba, había un momento en que no me podían poner más oxígeno, y con la Covid han descubierto que los pacientes colocados boca abajo respiran mejor, no pueden tenerte muchas horas así y te van dando vueltas, yo estaba en coma y de todo esto no me acuerdo de nada, me lo han explicado después.


Cuando estás en coma se te aparece una luz infinita, ¿te llega desde otra parte y tú estás en otro lugar?

Estoy en un lugar oscuro, en un ambiente oscuro, y de repente aparece una luz delante mío, no veo un túnel como han explicado otros, veo una luz e intento pasar de la oscuridad a la luz pero no puedo, debía ser en el momento en que me estaba ahogando a causa de un moco que hacia que no llegara la sangre al cerebro, debía estar en un momento de si me iba para allí o para acá, deduzco que eso me pasó en uno de aquellos momentos.


¿Qué sensación tienes, era complicado ir de la oscuridad a la luz?

Para mi fue imposible, recuerdo eso con mucha paz, nada de angustia, yo quería quedarme allí.


¿Viste a tu padre?

A mi padre le vi de lejos, es a mi madre a la que tengo enfrente, la veo enseguida, iba con un vestido azul marino, tenía unos 50 años, y la veo en la puerta de la luz, entre la luz y la oscuridad, como si ella no hubiera pasado del todo a la luz, me habla, oigo su voz y me mira a los ojos, esto es espeluznante.


Cuando lo he leído en el libro me he quedado de piedra, ¿puedes hablar con tu madre?

Todo el rato hablo con ella, publico en el libro la conversación que tenemos, yo me quiero quedar allí donde está ella, y mi madre me dice que me vaya, que allí no tengo nada que hacer, y me dice que allí, en la luz, no puedo estar.


Según explicas en el libro estos encuentros se producen cuatro veces, ¿siempre son igual?

La luz cada vez es menos blanca y la silueta se va difuminando, hasta el punto de que ya no la reconozco mucho, que es cuando realmente vuelvo, pienso que puedo ir allí cuando yo quiero y llega un punto en el que no puedo volver a esa luz, en el momento en el que yo ya no puedo ir a la luz ésta desaparece del todo y lo que es terrible es cuando despiertas y te ves allí con el monitor, los cables, con los pipipipip...


Sin dolor, pero con soledad.

Esto es matador, envío un mensaje a Bárbara, mi hija, diciéndole que no tienen vergüenza de tenerme allí sola, mi hija, pobre, me dice llorando que no la dejan entrar, no la dejan venir a verme, y en ese momento piensas estoy sola, colgada como un fuet, esa soledad es bestial, tienes suerte del personal sanitario.


¿Hablas o todavía no?

Hablo mediante señas, muevo la boca y las enfermeras algunas me entienden y otras no, había un camillero cubano con el que me reía mucho, era muy gracioso.


Cuando despiertas tienes un problema en un ojo, no puedes levantarte para ir al lavabo, no te puedes sentar, no puedes hablar, ¿te das cuenta de golpe de esta situación?

Poco a poco me doy cuenta de cómo estoy, existen diversas reacciones cuando la gente despierta en la UCI, hay personas que se lo han arrancado todo, se levantan y caen porque la musculatura está destrozada, me desperté y pensé, ¿dónde estoy?, cuando despiertas suena una alarma y los sanitarios se acercan a ti y te dicen : “Estás en la UCI del hospital Clinic”, te sitúan, no sabes que ha pasado, eso sucede después de casi dos meses, y te preguntas donde estás y qué es todo los que ha pasado.


¿Cuando entras en el Clinic sabes que tienes la Covid?

Como soy una optimista activa y militante pienso que me curarán y regresaré a casa, cuando me suben a planta ya no me entero de nada, el último recuerdo que tengo es que estaba en una cola y una persona me decía: “Tía, yo me voy”. Ya no tengo otro recuerdo, Alex Salmón, mi ex director, me dice que le envié un mensaje que ponía: “No sé si algún día seré capaz de explicar todo esto” y este mensaje, es cierto que se lo envié porque lo tengo pero no soy consciente de haberlo escrito, tampoco soy consciente de haber firmado que me podían inducir al coma, porque esto lo tienes que firmar, cuando tienes más de cuarenta de fiebre no recuerdas nada, ese era mi caso.


Desde que comenzó la pandémia es público que a los sanitarios les faltaban medios y manos para combatirla. ¿Mientras estás hospitalizada observas este problema?

Faltaban manos, viví la fuerza y la crudeza que se estaba viviendo pero en ningún momento me sentí abandonada, aún siendo una más, nunca he agobiado a nadie, no soy una enferma que toque el timbre con insistencia, tuve un apuro porque pedía una cuña y no llegaba, ponen las cuñas con los ojos cerrados, una enfermera me dejó allí, un poco tirada, y es el único momento que me quedé sin asistencia, pero sólo fue ese episodio, en ese momento no me podía levantar de la cama, me era imposible caminar, tuve que aprender de nuevo con un fisioterapeuta que te coge con los brazos y haces un pequeño paseo, al principio das un paso, luego tres, luego cinco, no puedes más, me quedo sin fibra, me quedo sin nada, no te aguantas en pie, si te dejan sola caes.


Ante esta realidad, alguien que no sea tan positivo como tú y tenga que comenzar de cero, tiene muy difícil salir adelante.

Sólo se sale con fuerza de voluntad, empiezas de cero y tienes que repetirte mil veces, te recuperarás, te lo dicen también te dicen: “si haces lo que te decimos, te recuperarás”, me creí lo que me dijeron, me lo creí porque quería creerlo, lo pregunté tres veces: “¿Seguro que me recuperaré?”, y me dijeron: “Si, no te preocupes”, el fisioterapeuta, viene todos los días un rato porque somos muchos los enfermos en esas circunstancias, cuando llegaba siempre me encontraba haciendo ejercicios, todo el tiempo los estaba haciendo. Cuando me fui a casa desde el Clínic me pusieron un fisio, me dio el máximo de sesiones y me decían que no habían visto a nadie progresar tan rápidamente, me lo tomé muy en serio, la fuerza de la voluntad es una máxima de la familia, la recuperación sé que hay que hacerla muy bien, me he roto muchas cosas, esquiando, montando a caballo, he realizado deportes bastante duros y sé lo que es la recuperación, si la haces bien es mucho mejor, pero antes caminaba diez y quince kilómetros diarios y ahora camino cinco.


Aún no ha pasado un año, ¿cómo estás?

Me ha quedado un cansancio muy bestia y ahí es donde los médicos no saben contestar, les preguntas si te recuperarás totalmente y la contestación es que esperan que lo hagas pero que no todavía no tienen suficientes datos para dar una respuesta total. El Clinic, ha montado un espacio para atender a los pacientes post Covid, conozco a una persona que lleva seis operaciones de tráquea, cada persona es un mundo, hay días que me hace daño todo.


Ya recuperada, ¿cómo recuerdas ahora a tu madre? ¿ha cambiado tu forma de saber de ella?

Ahora la veo en el momento en que la vi con tanta luz, pienso mucho en ella, la primera imagen es esa, rodeada de luz y vestida de azul marino, tengo que decir que no tenía una relación especial ni profunda con mi madre, la tenía con mi padre, mi icono familiar era mi padre, mi padre en esa visión que tengo, no me hace tanto caso, como queriendo decir que deje en paz a mi madre, me ha quedado esta sensación, como que mi padre quería que me fuera y que dejara estar en paz a mi madre.


¿Celos?

En absoluto, lo que pasa es que mi madre siempre había vivido en función de mi padre, era la típica mujer que vivía para su marido y mi padre siempre se fiaba de mi madre, cuando por la mañana no encontraba la ropa preparada decía que era un hombre desgraciado, no abría un cajón para coger los calcetines, era el hombre más mimado del mundo, mi madre, estaba muy dedicada a él , siempre fue más esposa que madre, no recuerdo haber jugado con ella, mi hermana, diez años menor que yo, si que estaba más ligada a ella, pero nunca me sentí abandonada, hizo lo que sabía y además vivía con los suegros que son situaciones complicadas, no me imagino vivir con mi suegra recién casada y con veintitrés años, la generación de mi madre no podían vivir solos porque no había dinero para vivir solos, era un tema económico, de echo, este problema, ahora ha vuelto y son los hijos los que no se van de casa de los padres. Es muy difícil vivir ahora.


Ya no tienes a tus hijos en casa.

Es cierto, Albert, mi hijo, lo dejó todo para estar cerca de mí, cuando yo ingresé en el Clínic, trasladó su despacho a mi casa para ayudarme. La verdad, es que Albert, ha sido brutal, Bárbara, se fue de casa a los veintitrés años y cuando Albert lo ha pasado mal, también he estado allí, esto nos ha unido mucho a ambos. Mis hijos, tanto Bárbara como Albert, en esta Covid mía lo han pasado muy mal, también mi hermana lo pasó fatal.


Es muy importante que hayas contado el tema de la luz de forma clara, tal y como lo viviste, teniendo en cuenta que no eres creyente.

El mensaje es que la buena muerte es paz, no puedo decir que esto le sucede a todo el mundo, todos los que se fueron nunca regresaron para explicar lo que sintieron en el momento de la muerte.


Lo que explicas en el libro, ¿a alguien le puede parecer increíble?

El libro está ayudando a la gente a ver la muerte de forma menos traumática, para mi no ha sido traumático, supongo que la gente que padece mucho, también desea la muerte, la muerte creo que es un tránsito, eso es lo que me queda a mi de todo lo vivido con esta enfermedad, sabemos que la muerte es lo único en la vida que no podemos evitar, que eso es lo que realmente nos diferencia de los animales, ellos no saben que van a morir, nosotros sí, el miedo a la muerte es atávico, y más en el Mediterráneo, en Nápoles según el estatus del difunto van más o menos caballos tirando de la carroza mortuoria en el entierro, los pobres con un caballo y los ricos con diez y con plumeros. En el Mediterráneo hay un fuerte culto a la muerte, también entre los anglicanos. Yo quiero que cuando muera la gente haga una fiesta, que se lo pase bien y ria contando anécdotas.


¿Qué hiciste al despertar del coma?

En aquel momento no quería ver a nadie y mi único proyecto era recuperarme, cuando llegué a casa sólo tenía un objetivo que era volver a andar, volver a poder vestirme, poder subir una escalera, poder abrir una botella de agua, y poder recoger algo del suelo, porque, cosas tan sencillas que se hacen día día, no las podía llevar a cabo, no podía ir a comprar, ahora, a través de Internet, compras pero, !cuidado¡, tenía que ir a abrir la puerta y de donde estaba yo, en casa, a abrir la puerta, tengo que subir unos pocos escalones, puse unos libros de Shakespeare y unos de Bresson, que me sirvieron me sirvieron para llegar hasta la puerta, Shakespeare sirve, como vemos para muchas cosas (ríe).


En una de tus alucinaciones encuentras en la Cerdanya a un hombre llamado Jordi que se quiere casar contigo, ¿existe este Jordi?

Este hombre, que quería que planchara y lavara la ropa, no es real , he ido a buscar la casa que vi en aquella alucinación, la casa existe pero siempre está cerrada, he ido un montón de veces para ver si existe realmente este Jordi, y siempre está cerrado, en esa casa, cuando he ido, siempre he visto que han talado la leña, es posible que las personas que viven en esa casa sólo vayan a dormir, conseguiré averiguar quién en ese Jordi, no puedo vivir sin sentido del humor.


¿Hospitalizada también mantuviste este sentido del humor?

Si, jamás lo he perdido, ni cuando una enfermera me hablaba de Jesucristo mientras yo pensaba, madre mía, qué me dice ahora esta, hubo un momento en que veía que había una abeja y tenía miedo de que me picara, todo irreal, claro, la enfermera me dijo: “Sólo faltaría que ahora le picara una abeja”, yo, con aquella frase, me puse a reír.


En un momento dado le hablas a tu hija de un barco inexistente y le pides que se ocupe de él.

Cuando le escribo la nota estaba segura que tenía un barco, me enfadé con mi hija Bárbara y le dije que no dijera chorradas y se ocupara del barco, lo tenía bien claro, diciéndole que lo sacara del amarradero porqué eso me iba a costar una “pasta”, pero no tengo ningún barco. Otra cosa que me preocupaba era tener que pagar los gastos de la UCI, no podría pagar, y me decía que lo importante era estar viva. En ningún momento me pasó por la cabeza que los gastos corrían a cargo de la Seguridad Social, en aquellos momentos aún no tenía muchas cosas claras, mi vida se fue situando en su lugar poco a poco.


Hay algo enojoso, que también explicas en “Muerta un rato”, estás suscrita a la mutua, REALE-DKV, desde la época de tus abuelos y cuando acabas con la fisioterapia que te dan en casa a través de la Seguridad Social precisas más sesiones y acudes a esa Mutua que te niega el tratamiento.

Es una mutua a la que estamos suscritos desde hace un montón de años, pago la iguala en la actualidad con la tarifa que me envían con el recibo, en ningún momento la mutua me dice si quiero actualizarla, me niegan el servicio, aunque pago el precio actual.


¿Cuando te fuiste encontrando mejor iba más rápida tu mente que tus palabras?

Mi cabeza iba mucho más rápida que todo lo demás, siempre tuve la duda de si sería capaz de tirar adelante, siempre me pregunté, ¿tiraré adelante?, principalmente en cosas tan sencillas como entrar a la ducha, como vestirme, ahora me visto en un minuto y durante la recuperación, tardaba una eternidad, todo esto ya lo he recuperado pero aún hay cosas que me cuestan, por ejemplo ponerme los calcetines, me agota hacer la cama, y tengo pereza, no sabía lo que era la pereza y ahora me da pereza hacerlo todo, hay pecados capitales que los tengo todos menos dos, que son la pereza y la envidia, estos no los tengo y los otros, los tengo multiplicados, las cosas que me dan pereza las hago, familia y amigos se ofrecen a hacerlas ellos, pero yo me niego a que lo hagan por mi. La voluntad que tengo es lo que me hace ir hacia adelante.


¿No te cansa tener tanta voluntad?

Claro que sí, pero me dura poco el cansancio y a veces me enfado con mi voluntad, pero al momento vuelvo a tenerla.


La Covid, ¿te ha hecho replantearte la vida?

No doy excusas, cuando una cosa no la quiero hacer, lo digo, cuando me preguntan porqué no voy a algún sitio ahora respondo que no tengo ganas, tengo pocas ganas de hacer vida social, en toda mi carrera profesional me han pagado para ir a fiestas, ahora pagaría por no tener que ir, la Covid, nos ha cambiado a todos y la gente está muy triste, que nadie baje la guardia, !por favor¡, ómicron es muy fuerte. Vivo en un pueblo, sola, con mi perra, Paca, tiene mucha importancia para mi en estos momentos que me cuesta andar, Paca es la que me hace salir a andar, gracias a ella, salgo a dar paseos, eso no hay forma de agradecerlo a un perro, además, Paca, me trata de una forma que sólo pueden entender las personas que tienen perros en casa, también está conmigo cuando estoy en Barcelona y damos unas caminatas inmensas, vivo en la zona alta lo que significa que me es más fácil ir a la montaña, busco que mis viviendas estén cerca de la montaña, me gusta mucho el mar pero no puedo vivir sin estar en la montaña.


¿Qué vas a hacer estas Navidades?

Debido a las circunstancias que vivimos, nos vamos a reunir la familia en un parque cercano a casa, a las 10:30 horas de la mañana, con mascarilla y guardando las distancias, y después cado uno a su casa.


ANNA R. ALÓS

*Fotos: Albert Ventosa

Noticias relacionadas

A Mercedes Isabel: A mi edad, me pregunto, sin pretender escribir los versos mas triste esta tarde. Como olvidarte, flor de mi vida. Desventurado sería, no haberte tenido.

El hombre ocupa el área ocre de la pista. La mujer, el área aceituna. El hombre, debajo de una mesa liviana. Cerca y silencioso, un enanito disfrazado de enanito de jardín. El haz del “buscador”, quieto, lo ilumina. Se enloquece. Se pasea por el área ocre. Se detiene en el hombre: Romeo, el italiano. Habrán de imaginárselo: candor.

Resulta admirable encontrarse con un libro que guarda sus raíces en la investigación académica y en la fusión de las pasiones por la tradición oral y la ilustración. La cantidad de datos, citas, reflexiones minuciosas, relatos, trazos y nombres aparecen de una manera tan acertada, que en conjunto configuran ese terreno seguro donde entregarnos confiadamente a la lectura.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto