El problema no es político, ni económico, ni tan siquiera sanitario; es moral, espiritual- Parémonos y reflexionemos. Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, dotado de inteligencia y voluntad, y además le creó libre, para que el mismo elija el camino que quiere seguir. Si cuando yo era joven me hubiesen dicho las leyes y la Iglesia Católica que actualmente tenemos, no solo yo, cualquier persona lo habría tomado como si fuese un demente, falto de juicio.
Pues aquel demente, comparando aquella situación con la actual, habría resultado ser un aficionado. No podemos ser libres y hacer lo que nos plazca, si nos extraviamos habrá que pagar su precio. La pandemia es una purificación, una advertencia divina de que vamos a nuestra perdición, pero parece que nadie lo entiende, ni tan siquiera la Iglesia Católica, porque lo más grave de este libertinaje e inmoralidad, se ha originado en las naciones que antes eran cristianas.
Como no hay conversión y seguimos el camino de nuestra perdición, no olvidemos que somos libres, esta purificación se prolongará y cada vez será más grave. Pero estamos en tiempo de Navidad, vino la Luz al mundo, el Amor de Dios por el hombre se hace visible. Podemos elegir entre la Luz y las tinieblas; hay muchos seres maléficos (“haberlos haylos” dijo Vicente Risco) que quieren nuestra perdición, por tanto, a ver que camino tomamos, si nos equivocamos habrá que atenerse a las consecuencias. LUZ o Tinieblas, no hay posturas ambiguas, o con la LUZ o las Tinieblas.
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