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Etiquetas | Constitución | Aniversario | Miedo | Dictadura franquista
Después de más de cuarenta años de uso y abuso aquella Constitución que substituía las leyes de casi cuarenta años de dictadura franquista ha dejado clara su obsolescencia

La Constitución que nació del miedo

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El pasado lunes con menos pompa y boato que en el resto de ocasiones se celebró el 43 aniversario de la Constitución, un texto legal que los que ahora se envuelven en los artículos que les interesan del mismo mientras olvidan los referidos a los derechos fundamentales de los españoles votaron en contra aquel 6 de Diciembre de 1.978, a pesar que entre los ponentes constituyentes estaba un firme defensor del franquismo como Manuel Fraga Iribarne. 


Después de más de cuarenta años de uso y abuso aquella Constitución que substituía las leyes de casi cuarenta años de dictadura franquista ha dejado clara su obsolescencia, además de su nacimiento marcado por el miedo a un ejercito donde la mayoría de mandos comulgaban con ideas involucionista y eran firmes enemigos de la democracia, como quedo demostrado aquel 23-F en que un grupo de guardia civiles al mando de un espadón bigotudo convirtieron el Congreso de los Diputados en el escenario de una mala zarzuela cuartelera.


Aprovecharon la Constitución para, de rondón, meter la aprobación de la Monarquía, herencia del dictador Franco. Adolfo Suárez, Presidente del Gobierno desde las primeras elecciones libres, celebradas en junio de 1977, confesó años más tarde, que había sido presionado por diversos jefes de Gobierno para que convocara un referéndum en el que los españoles decidieran entre Monarquía o República como forma de gobierno. Nunca lo hizo, afirmó ante Victoria Prego, creyendo que el micrófono estaba cerrado, que sabia que ganaría la opción republicana. 


El único debate entre Monarquía o República se produjo el 4 de Julio de 1978 en el Congreso de los Diputados durante la discusión en la ponencia constitucional donde los diputados tenían que votar cual iba a ser la forma de gobierno estatuida por la nueva Constitución española. Tan sólo un diputado defendió su enmienda, fue Heribert Barrera de ERC, una enmienda que decía así “El Estado español, formado por una comunidad de pueblos, se constituye en una república democrática y parlamentaria”. 


La enmienda del diputado Barrera solo fue votada afirmativamente por nueve de los presentes, Ramón Trias Fargas i Joaquin Arana que iban en coalición con Jordi Pujol, Tierno Galván del Partido Socialista Popular, Letamendia, de la izquierda abertzale más tres diputados de la UCD que se despistaron y votaron erróneamente. La enmienda del diputado Barrera solo fue votada afirmativamente por nueve de los presentes, Ramón Trias Fargas y Joaquim Arana que iban en coalición con Jordi Pujol, Tierno Galván del Partido Socialista Popular, Letamendia, de la izquierda abertzale más tres diputados de la UCD que se despistaron y votaron erróneamente. 


Tanto el PSOE como el PC de Carrillo hicieron bueno el refrán que dice que “el miedo guarda la viña” y dejaron pasar la ocasión aceptando, de manera vergonzante, la institución monárquica impuesta por Franco.


A la inmensa mayoría de los políticos actuales, muchos no votaron esta Constitución porque no tenían edad, les va bien dejar todo como está y que el carro siga marchando mientras ellos están montados en él. De tanto en tanto alguno deja caer en alguna declaración ante la prensa que es hora ya de reformar la Constitución, pero siempre lo dicen con la boca pequeña o en momentos de mitín entre el calor de su público como hizo Pedro Sánchez hace un par de meses en el Congreso del PSOE celebrado en Valencia donde abogó por la necesidad de una reforma constitucional. 


Ahora, el pasado lunes, parece ser que la anunciada reforma ya no es necesaria, como declaró Margarita Robles, ministra de Defensa y firme militante del PSOE más escorado a la derecha, o la Constitución es quien nos protege, como titulo un artículo en El País el Vicepresidente Bolaños. Los “padres constituyentes” redactaron una Constitución fiel seguidora en su articulado del deseo de Franco de dejarlo “todo atado y bien atado”. 


El sistema de reforma hace de ella una Constitución cerrada e imposible de reformar en su articulado más importante: el que hace referencia a la Corona y a los derechos fundamentales. Como han dicho estos días los firmantes de la “Declaració de Llotja de Mar” firmada en Barcelona en 1979 por ERC, JUNTS, CUP, EH BILDU, BNG, MÉS PER MALLORCA I MÉS PER MENORCA, “la Constitución se ha convertido en un instrumento para violentar derechos democráticos básicos”.


Y así es, amparándose en la Constitución partidos políticos y algunos miembros de la cúpula judicial violentan derechos democráticos básicos, los políticos judicializando la política y los jueces, desde el Tribunal Supremo y el Constitucional, haciendo política mediante las sentencias que vienen dictando. Pasaran los años y seguiremos con una Constitución que nació con esperanza para algunos pero que el tiempo ha demostrado que su padrino de nacimiento fue el miedo a romper con el pasado dictatorial y franquista. Porque todo quedó “atado y bien atado” como predijo el viejo dictador cuyo rostro nos aburrimos de ver en las monedas y los sellos de correos. 

La Constitución que nació del miedo

Después de más de cuarenta años de uso y abuso aquella Constitución que substituía las leyes de casi cuarenta años de dictadura franquista ha dejado clara su obsolescencia
Rafa Esteve-Casanova
viernes, 10 de diciembre de 2021, 13:13 h (CET)

El pasado lunes con menos pompa y boato que en el resto de ocasiones se celebró el 43 aniversario de la Constitución, un texto legal que los que ahora se envuelven en los artículos que les interesan del mismo mientras olvidan los referidos a los derechos fundamentales de los españoles votaron en contra aquel 6 de Diciembre de 1.978, a pesar que entre los ponentes constituyentes estaba un firme defensor del franquismo como Manuel Fraga Iribarne. 


Después de más de cuarenta años de uso y abuso aquella Constitución que substituía las leyes de casi cuarenta años de dictadura franquista ha dejado clara su obsolescencia, además de su nacimiento marcado por el miedo a un ejercito donde la mayoría de mandos comulgaban con ideas involucionista y eran firmes enemigos de la democracia, como quedo demostrado aquel 23-F en que un grupo de guardia civiles al mando de un espadón bigotudo convirtieron el Congreso de los Diputados en el escenario de una mala zarzuela cuartelera.


Aprovecharon la Constitución para, de rondón, meter la aprobación de la Monarquía, herencia del dictador Franco. Adolfo Suárez, Presidente del Gobierno desde las primeras elecciones libres, celebradas en junio de 1977, confesó años más tarde, que había sido presionado por diversos jefes de Gobierno para que convocara un referéndum en el que los españoles decidieran entre Monarquía o República como forma de gobierno. Nunca lo hizo, afirmó ante Victoria Prego, creyendo que el micrófono estaba cerrado, que sabia que ganaría la opción republicana. 


El único debate entre Monarquía o República se produjo el 4 de Julio de 1978 en el Congreso de los Diputados durante la discusión en la ponencia constitucional donde los diputados tenían que votar cual iba a ser la forma de gobierno estatuida por la nueva Constitución española. Tan sólo un diputado defendió su enmienda, fue Heribert Barrera de ERC, una enmienda que decía así “El Estado español, formado por una comunidad de pueblos, se constituye en una república democrática y parlamentaria”. 


La enmienda del diputado Barrera solo fue votada afirmativamente por nueve de los presentes, Ramón Trias Fargas i Joaquin Arana que iban en coalición con Jordi Pujol, Tierno Galván del Partido Socialista Popular, Letamendia, de la izquierda abertzale más tres diputados de la UCD que se despistaron y votaron erróneamente. La enmienda del diputado Barrera solo fue votada afirmativamente por nueve de los presentes, Ramón Trias Fargas y Joaquim Arana que iban en coalición con Jordi Pujol, Tierno Galván del Partido Socialista Popular, Letamendia, de la izquierda abertzale más tres diputados de la UCD que se despistaron y votaron erróneamente. 


Tanto el PSOE como el PC de Carrillo hicieron bueno el refrán que dice que “el miedo guarda la viña” y dejaron pasar la ocasión aceptando, de manera vergonzante, la institución monárquica impuesta por Franco.


A la inmensa mayoría de los políticos actuales, muchos no votaron esta Constitución porque no tenían edad, les va bien dejar todo como está y que el carro siga marchando mientras ellos están montados en él. De tanto en tanto alguno deja caer en alguna declaración ante la prensa que es hora ya de reformar la Constitución, pero siempre lo dicen con la boca pequeña o en momentos de mitín entre el calor de su público como hizo Pedro Sánchez hace un par de meses en el Congreso del PSOE celebrado en Valencia donde abogó por la necesidad de una reforma constitucional. 


Ahora, el pasado lunes, parece ser que la anunciada reforma ya no es necesaria, como declaró Margarita Robles, ministra de Defensa y firme militante del PSOE más escorado a la derecha, o la Constitución es quien nos protege, como titulo un artículo en El País el Vicepresidente Bolaños. Los “padres constituyentes” redactaron una Constitución fiel seguidora en su articulado del deseo de Franco de dejarlo “todo atado y bien atado”. 


El sistema de reforma hace de ella una Constitución cerrada e imposible de reformar en su articulado más importante: el que hace referencia a la Corona y a los derechos fundamentales. Como han dicho estos días los firmantes de la “Declaració de Llotja de Mar” firmada en Barcelona en 1979 por ERC, JUNTS, CUP, EH BILDU, BNG, MÉS PER MALLORCA I MÉS PER MENORCA, “la Constitución se ha convertido en un instrumento para violentar derechos democráticos básicos”.


Y así es, amparándose en la Constitución partidos políticos y algunos miembros de la cúpula judicial violentan derechos democráticos básicos, los políticos judicializando la política y los jueces, desde el Tribunal Supremo y el Constitucional, haciendo política mediante las sentencias que vienen dictando. Pasaran los años y seguiremos con una Constitución que nació con esperanza para algunos pero que el tiempo ha demostrado que su padrino de nacimiento fue el miedo a romper con el pasado dictatorial y franquista. Porque todo quedó “atado y bien atado” como predijo el viejo dictador cuyo rostro nos aburrimos de ver en las monedas y los sellos de correos. 

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