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Hay cuentos que parecen realidades y realidades que parecen cuentos

Tiempo de adviento

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Estamos en tiempo de adviento, tiempo para los creyentes de rememorar la venida del Mesías a este mundo, tiempo de esperanza, de escucha, de reflexión. Parece como si se tuviera mayor predisposición en ayudar a los demás. En medio de la vorágine que nos ocupa, es bueno hacer un paréntesis para ver qué cosas podemos mejorar, ya que los políticos están en otra onda, van a lo suyo, el sillón, el poder, enriquecimiento pronto, el colocar amiguetes, etc., y la sociedad civil vamos por otro lado porque sabemos lo que realmente pasa, conocemos el sufrimiento propio y ajeno y en lo posible, según las circunstancias y situación de cada uno, intentamos ayudar al prójimo en lo que podamos. 


Así en estos días aparecen las distintas ONG, (que están como hormiguitas trabajando todo el año), con sus mercadillos para recaudar fondos  de ayuda a países más necesitados, en la creación de nuevos proyectos o en la continuidad de alguno ya existente, mejorando en lo posible la salubridad y educación de sus habitantes, ofertando cosas a bajo precio para que todo aquel que quiera colaborar pueda hacerlo.


El covid también nos ha dado un buen parón en nuestras vidas haciéndonos ver que no somos nada, que en cualquier momento todo puede cambiar y que la vida no es lo que muchos quieren hacernos ver con enfrentamientos absurdos y rencillas de escolares, es algo más bello, es disfrutar de todo lo bueno que tenemos a nuestro alrededor, de los pequeños detalles, la naturaleza en todas sus formas, los seres queridos, la familia, los amigos, todos y cada uno de ellos son regalos diarios que nos hacen un devenir más confortable y placentero si sabemos apreciarlo.


Quizás por estar en este tiempo vemos las cosas más claras y damos mayor importancia a algo que hubiese podido pasar desapercibido en otra ocasión. Voy hacer referencia a lo ocurrido el otro día en un mercadillo solidario:

Entre las muchas cosas que se ofertaban a muy bajo precio había libros de distinta temática y de diversos autores. Entre las variadas personas que se acercaban apareció una mujer de pelo blanco, de apariencia mayor, muy desaliñada, conocida por esos lares de verla rebuscar en los contenedores de basura y curiosamente se fijó en los libros. Le dijeron que si le gustaba alguno se lo regalaban, la mujer calló y lentamente, como acariciándolos fue mirando uno a uno y apartando cuidadosamente a un lado los que le iban gustando, una vez terminado el examen de todos ellos preguntó el precio, a lo que le respondieron “10 libros un euro”. La mujer sacando del refajo un euro lo entregó diciendo que quería también contribuir con su pequeña aportación.


Este acto me recuerda al pasaje bíblico de la viuda que da en el templo los céntimos que tenía para pasar el día frente a los que daban sus diezmos y monedas de lo que les sobraban. Dios se manifiesta a su manera y somos nosotros los que debemos saber interpretar sus enseñanzas, mirar con los ojos del evangelio sin juzgar por las apariencias (a lo que tan dados somos). Cada persona tiene su historia y solo ella sabe el por qué de su situación.


También hubo un contrapunto, una señora muy arreglada y de buen aspecto se llevó otros cuantos, más de 10 libros, diciendo que volvería porque vivía cerca y no llevaba suelto y de ella nunca más se supo.


Fueron la cara y cruz de una misma moneda. Podemos hacer la comparativa con los políticos y la sociedad común pero en esta ocasión no hablaré de política para no enturbiar esta historia real que parece un cuento propio de la Navidad.


Deseo a mis lectores una muy feliz Navidad.

Tiempo de adviento

Hay cuentos que parecen realidades y realidades que parecen cuentos
Carmen Muñoz
martes, 7 de diciembre de 2021, 08:28 h (CET)

Estamos en tiempo de adviento, tiempo para los creyentes de rememorar la venida del Mesías a este mundo, tiempo de esperanza, de escucha, de reflexión. Parece como si se tuviera mayor predisposición en ayudar a los demás. En medio de la vorágine que nos ocupa, es bueno hacer un paréntesis para ver qué cosas podemos mejorar, ya que los políticos están en otra onda, van a lo suyo, el sillón, el poder, enriquecimiento pronto, el colocar amiguetes, etc., y la sociedad civil vamos por otro lado porque sabemos lo que realmente pasa, conocemos el sufrimiento propio y ajeno y en lo posible, según las circunstancias y situación de cada uno, intentamos ayudar al prójimo en lo que podamos. 


Así en estos días aparecen las distintas ONG, (que están como hormiguitas trabajando todo el año), con sus mercadillos para recaudar fondos  de ayuda a países más necesitados, en la creación de nuevos proyectos o en la continuidad de alguno ya existente, mejorando en lo posible la salubridad y educación de sus habitantes, ofertando cosas a bajo precio para que todo aquel que quiera colaborar pueda hacerlo.


El covid también nos ha dado un buen parón en nuestras vidas haciéndonos ver que no somos nada, que en cualquier momento todo puede cambiar y que la vida no es lo que muchos quieren hacernos ver con enfrentamientos absurdos y rencillas de escolares, es algo más bello, es disfrutar de todo lo bueno que tenemos a nuestro alrededor, de los pequeños detalles, la naturaleza en todas sus formas, los seres queridos, la familia, los amigos, todos y cada uno de ellos son regalos diarios que nos hacen un devenir más confortable y placentero si sabemos apreciarlo.


Quizás por estar en este tiempo vemos las cosas más claras y damos mayor importancia a algo que hubiese podido pasar desapercibido en otra ocasión. Voy hacer referencia a lo ocurrido el otro día en un mercadillo solidario:

Entre las muchas cosas que se ofertaban a muy bajo precio había libros de distinta temática y de diversos autores. Entre las variadas personas que se acercaban apareció una mujer de pelo blanco, de apariencia mayor, muy desaliñada, conocida por esos lares de verla rebuscar en los contenedores de basura y curiosamente se fijó en los libros. Le dijeron que si le gustaba alguno se lo regalaban, la mujer calló y lentamente, como acariciándolos fue mirando uno a uno y apartando cuidadosamente a un lado los que le iban gustando, una vez terminado el examen de todos ellos preguntó el precio, a lo que le respondieron “10 libros un euro”. La mujer sacando del refajo un euro lo entregó diciendo que quería también contribuir con su pequeña aportación.


Este acto me recuerda al pasaje bíblico de la viuda que da en el templo los céntimos que tenía para pasar el día frente a los que daban sus diezmos y monedas de lo que les sobraban. Dios se manifiesta a su manera y somos nosotros los que debemos saber interpretar sus enseñanzas, mirar con los ojos del evangelio sin juzgar por las apariencias (a lo que tan dados somos). Cada persona tiene su historia y solo ella sabe el por qué de su situación.


También hubo un contrapunto, una señora muy arreglada y de buen aspecto se llevó otros cuantos, más de 10 libros, diciendo que volvería porque vivía cerca y no llevaba suelto y de ella nunca más se supo.


Fueron la cara y cruz de una misma moneda. Podemos hacer la comparativa con los políticos y la sociedad común pero en esta ocasión no hablaré de política para no enturbiar esta historia real que parece un cuento propio de la Navidad.


Deseo a mis lectores una muy feliz Navidad.

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