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Opinión
Etiquetas | ​Pedro Castillo | Presidente | Perú | Fujimorismo | Izquierda | GOBIERNO
Una definición sólida es que es un izquierdista limitado por el Estado, sus instituciones, los grupos de poder, las FFAA y el Congreso hostil

​Castillo es un Gobierno de izquierda no radical

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En su discurso por sus primeros 100 días el Presidente Pedro Castillo ha evidenciado con toda claridad cuál es la naturaleza de su Gobierno. Por el lado del fujimorismo, él ha sido acusado de ser un comunista, un chavista o un terrorista, mientras que su exPremier Guido Bellido ahora le sindica de no ser de izquierda, estarse pasando a la derecha y estar aplicando políticas reaccionarias. Como veremos en esta nota ninguna de estas caracterizaciones son objetivas.


No es socialista


Castillo ha reiterado que él no quiere expropiar a nadie, que se van a mantener a todas las empresas y ahorros privados, que en su reforma agraria no se va a cuestionar la propiedad de la tierra y que él quiere atraer capitales extranjeros y nacionales. Nunca se ha reclamado "socialista", "revolucionario", "antioligárquico" o "antiimperialista" y su cancillería ha rechazado las elecciones nicaragüenses, con lo que marca fuerte distancia con el eje "bolivariano" Venezuela-Cuba-Bolivia-Nicaragua.


Él es tan antiterrorista que se ha convertido en el primer Presidente del mundo en haber ordenado que los restos de un preso condenado por subversivo sean incinerados y echados al mar, no ha indultado ni mejorado las condiciones carcelarias de ninguno de los sentenciados por terrorismo, tampoco ha liberado a los activistas legales de MOVADEF de la Operación Olimpo y, finalmente, se ha transformado en el primer mandatario al cual el único grupo insurgente existente (el del VRAE) le ha condenado a muerte. Por último, él acaba de ordenar que las FFAA salgan a las calles y también quiere restablecer el servicio militar obligatorio. Todas estas políticas le diferencian de muchos otros Gobiernos de izquierda en el mundo que usualmente son reacios a la militarización, que buscan acuerdos de paz con guerrilleros presos o activos, o que quieren empoderar a la población misma para que organice su propia autodefensa contra la delincuencia.


Castillo no es marxista y en su discurso en Ayacucho, así como en su primer mensaje presidencial, no habló del proletariado o de la clase obrera, la cual est, de acuerdo a todo comunista, el sujeto social que debe liderar una revolución socialista. Por ende, él no define a este Estado y a este sistema como "capitalistas", mientras que busca preservar y reformar todas sus instituciones. De hecho, muchos marxistas ortodoxos bien podrían caracterizar al actual Gobierno, según su propio léxico, como uno de corte reformista o democratizante con sello de clase "burgués" o "pequeño burgués".


Sí es de izquierda


Perú Libre, cuando Castillo excluyó a cualquier cerronista para que ocupase el premierato o algunos ministerios del nuevo Gabinete, empezó a atacarle. Sin embargo, previamente le dieron apoyo total e incondicional cuando él fue su candidato y durante los primeros 70 días de su mandato (mientras Bellido lideraba su Gabinete).


A pesar de ello, es claro que Castillo tiene un sesgo de izquierda por su extracción social (campesino, rondero y profesor rural humilde), porque refleja (aunque de forma distorsionada) movimientos sociales en lucha, por la de su propio movimiento (los maestros que protagonizaron la huelga del 2017), por la de su base social (los sectores más pobres) e incluso por sus ministros que provienen de la izquierda sindical o tecnocrática. No por algo los principales medios y partidos de la derecha se unieron para quitarle su derecho constitucional a poder remover al Congreso y muchos de ellos conspiran en pro de un golpe o una vacancia.


Castillo tiene muchas de las características de los Gobiernos de izquierda moderada que se han dado en Chile, Uruguay y Brasil. La diferencia con estos últimos es que no hay partidos de derecha en su plancha presidencial o en su Gabinete, y que tiene un Congreso muy adverso donde nunca se ha dejado de cocinar un golpe en contra suyo.


Si bien Castillo no habla contra el capitalismo y el neoliberalismo, sistema en el cual él se enmarca, al menos él quiere obligar a las grandes corporaciones a tributar lo que deben y a aumentarles los impuestos a las grandes fortunas. Además, busca eliminar varias leyes antilaborales, ayudar a los campesinos a acceder al crédito, la tecnificación y las exportaciones, hacer un Estado más descentralizado ligado a las provincias y los más abandonados y, lo que es lo más importante, se enfrenta a la mafia fujimorista la cual siempre va a querer mantener sus privilegios y corruptelas queriéndose a cuanto Presidente esté en Palacio (aunque sea derecha, como PPK y Vizcarra) y que no sea de su propia banda.


Como se trata de uno de los Gobiernos más débiles del continente, debido a la ausencia de un partido o de un movimiento social organizado de masas en torno a él y a la extrema oposición del Congreso, el castillismo está obligado a oscilar. De allí que la única manera de hacer un contrapeso frente a la tremenda presión de los grandes grupos de poder con sus medios e instituciones consiste en seguir el ejemplo de las marchas de noviembre pasado que impusieron un cambio de rumbo. 

Tareas


La bancada oficialista se viene dividiendo entre quienes tienen una actitud incondicional o poco crítica ante Castillo y quienes empiezan a caracterizarlo de emplear políticas reaccionarias y de no ser de izquierda. Los primeros no le dan tanta importancia o no se percatan tanto de las limitaciones que tiene Castillo, el cual carece de una gran voluntad para movilizar a las masas contra la derecha y el Congreso, ante los cuales permanentemente hacen concesiones. Los segundos están molestos porque Castillo no les hace tanto caso, le quieren castigar, lo quieren colocar en un campo "reaccionario" (no viendo que la verdadera "reacción" es el golpismo), no quieren participar en las marchas contra el Congreso, y han terminado votando junto al fujimorismo en contra del actual Gabinete.


La clave para avanzar en un programa social e ir a una constituyente no consiste en estar negociando cuotas de poder para tal o cual fuerza dentro del Gabinete, sino en generar un vasto movimiento de masas. Castillo es expresión del desencanto popular contra las derechas que han gobernado a esta república por 2 siglos y la tarea consiste en defenderlo frente a toda intentona de las mafias para derrocarlo, mientras que se promueven grandes acciones de masas para que estas mismas sean las que logren imponer que se concreten las "palabras de maestro" y la constituyente.


El mismo sector que hoy le acusa a Castillo de nunca haber sido de izquierda y estar gobernando con la derecha es exactamente el mismo que inicialmente le dijo que él iba a ser el Lenin peruano, que luego votó junta a la ultraderecha para tumbarse su último equipo ministerial, que no ha impulsado ninguna de las marchas que se han venido dando en noviembre contra la vacancia, y que ahora le propone volver a ser amigos si va hacia organizar con ellos un tercer Gabinete en 4 meses de Gobierno. 


Para avanzar se necesita una clara y constante línea, la misma que no puede pasar por caracterizaciones que dependa de si a uno le dan cuotas de poder. Una definición sólida es que Castillo es un izquierdista limitado por el Estado, sus instituciones, los grupos de poder, las FFAA y el Congreso hostil, por lo que la major manera de ayudar a que se materialice un programa social y una constituyente es apelar a las movilizaciones de masas, como las que se han venido dando en noviembre contra el paquetazo laboral, la vacancia y en honor a las víctimas del anterior golpe parlamentario. 

​Castillo es un Gobierno de izquierda no radical

Una definición sólida es que es un izquierdista limitado por el Estado, sus instituciones, los grupos de poder, las FFAA y el Congreso hostil
Isaac Bigio
martes, 23 de noviembre de 2021, 11:01 h (CET)

En su discurso por sus primeros 100 días el Presidente Pedro Castillo ha evidenciado con toda claridad cuál es la naturaleza de su Gobierno. Por el lado del fujimorismo, él ha sido acusado de ser un comunista, un chavista o un terrorista, mientras que su exPremier Guido Bellido ahora le sindica de no ser de izquierda, estarse pasando a la derecha y estar aplicando políticas reaccionarias. Como veremos en esta nota ninguna de estas caracterizaciones son objetivas.


No es socialista


Castillo ha reiterado que él no quiere expropiar a nadie, que se van a mantener a todas las empresas y ahorros privados, que en su reforma agraria no se va a cuestionar la propiedad de la tierra y que él quiere atraer capitales extranjeros y nacionales. Nunca se ha reclamado "socialista", "revolucionario", "antioligárquico" o "antiimperialista" y su cancillería ha rechazado las elecciones nicaragüenses, con lo que marca fuerte distancia con el eje "bolivariano" Venezuela-Cuba-Bolivia-Nicaragua.


Él es tan antiterrorista que se ha convertido en el primer Presidente del mundo en haber ordenado que los restos de un preso condenado por subversivo sean incinerados y echados al mar, no ha indultado ni mejorado las condiciones carcelarias de ninguno de los sentenciados por terrorismo, tampoco ha liberado a los activistas legales de MOVADEF de la Operación Olimpo y, finalmente, se ha transformado en el primer mandatario al cual el único grupo insurgente existente (el del VRAE) le ha condenado a muerte. Por último, él acaba de ordenar que las FFAA salgan a las calles y también quiere restablecer el servicio militar obligatorio. Todas estas políticas le diferencian de muchos otros Gobiernos de izquierda en el mundo que usualmente son reacios a la militarización, que buscan acuerdos de paz con guerrilleros presos o activos, o que quieren empoderar a la población misma para que organice su propia autodefensa contra la delincuencia.


Castillo no es marxista y en su discurso en Ayacucho, así como en su primer mensaje presidencial, no habló del proletariado o de la clase obrera, la cual est, de acuerdo a todo comunista, el sujeto social que debe liderar una revolución socialista. Por ende, él no define a este Estado y a este sistema como "capitalistas", mientras que busca preservar y reformar todas sus instituciones. De hecho, muchos marxistas ortodoxos bien podrían caracterizar al actual Gobierno, según su propio léxico, como uno de corte reformista o democratizante con sello de clase "burgués" o "pequeño burgués".


Sí es de izquierda


Perú Libre, cuando Castillo excluyó a cualquier cerronista para que ocupase el premierato o algunos ministerios del nuevo Gabinete, empezó a atacarle. Sin embargo, previamente le dieron apoyo total e incondicional cuando él fue su candidato y durante los primeros 70 días de su mandato (mientras Bellido lideraba su Gabinete).


A pesar de ello, es claro que Castillo tiene un sesgo de izquierda por su extracción social (campesino, rondero y profesor rural humilde), porque refleja (aunque de forma distorsionada) movimientos sociales en lucha, por la de su propio movimiento (los maestros que protagonizaron la huelga del 2017), por la de su base social (los sectores más pobres) e incluso por sus ministros que provienen de la izquierda sindical o tecnocrática. No por algo los principales medios y partidos de la derecha se unieron para quitarle su derecho constitucional a poder remover al Congreso y muchos de ellos conspiran en pro de un golpe o una vacancia.


Castillo tiene muchas de las características de los Gobiernos de izquierda moderada que se han dado en Chile, Uruguay y Brasil. La diferencia con estos últimos es que no hay partidos de derecha en su plancha presidencial o en su Gabinete, y que tiene un Congreso muy adverso donde nunca se ha dejado de cocinar un golpe en contra suyo.


Si bien Castillo no habla contra el capitalismo y el neoliberalismo, sistema en el cual él se enmarca, al menos él quiere obligar a las grandes corporaciones a tributar lo que deben y a aumentarles los impuestos a las grandes fortunas. Además, busca eliminar varias leyes antilaborales, ayudar a los campesinos a acceder al crédito, la tecnificación y las exportaciones, hacer un Estado más descentralizado ligado a las provincias y los más abandonados y, lo que es lo más importante, se enfrenta a la mafia fujimorista la cual siempre va a querer mantener sus privilegios y corruptelas queriéndose a cuanto Presidente esté en Palacio (aunque sea derecha, como PPK y Vizcarra) y que no sea de su propia banda.


Como se trata de uno de los Gobiernos más débiles del continente, debido a la ausencia de un partido o de un movimiento social organizado de masas en torno a él y a la extrema oposición del Congreso, el castillismo está obligado a oscilar. De allí que la única manera de hacer un contrapeso frente a la tremenda presión de los grandes grupos de poder con sus medios e instituciones consiste en seguir el ejemplo de las marchas de noviembre pasado que impusieron un cambio de rumbo. 

Tareas


La bancada oficialista se viene dividiendo entre quienes tienen una actitud incondicional o poco crítica ante Castillo y quienes empiezan a caracterizarlo de emplear políticas reaccionarias y de no ser de izquierda. Los primeros no le dan tanta importancia o no se percatan tanto de las limitaciones que tiene Castillo, el cual carece de una gran voluntad para movilizar a las masas contra la derecha y el Congreso, ante los cuales permanentemente hacen concesiones. Los segundos están molestos porque Castillo no les hace tanto caso, le quieren castigar, lo quieren colocar en un campo "reaccionario" (no viendo que la verdadera "reacción" es el golpismo), no quieren participar en las marchas contra el Congreso, y han terminado votando junto al fujimorismo en contra del actual Gabinete.


La clave para avanzar en un programa social e ir a una constituyente no consiste en estar negociando cuotas de poder para tal o cual fuerza dentro del Gabinete, sino en generar un vasto movimiento de masas. Castillo es expresión del desencanto popular contra las derechas que han gobernado a esta república por 2 siglos y la tarea consiste en defenderlo frente a toda intentona de las mafias para derrocarlo, mientras que se promueven grandes acciones de masas para que estas mismas sean las que logren imponer que se concreten las "palabras de maestro" y la constituyente.


El mismo sector que hoy le acusa a Castillo de nunca haber sido de izquierda y estar gobernando con la derecha es exactamente el mismo que inicialmente le dijo que él iba a ser el Lenin peruano, que luego votó junta a la ultraderecha para tumbarse su último equipo ministerial, que no ha impulsado ninguna de las marchas que se han venido dando en noviembre contra la vacancia, y que ahora le propone volver a ser amigos si va hacia organizar con ellos un tercer Gabinete en 4 meses de Gobierno. 


Para avanzar se necesita una clara y constante línea, la misma que no puede pasar por caracterizaciones que dependa de si a uno le dan cuotas de poder. Una definición sólida es que Castillo es un izquierdista limitado por el Estado, sus instituciones, los grupos de poder, las FFAA y el Congreso hostil, por lo que la major manera de ayudar a que se materialice un programa social y una constituyente es apelar a las movilizaciones de masas, como las que se han venido dando en noviembre contra el paquetazo laboral, la vacancia y en honor a las víctimas del anterior golpe parlamentario. 

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