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Hay quien dice que a la rima
el porvenir se le acaba,
porque supone una traba
y a la libertad lastima.
Pero mucha gente estima,
que quien de la rima huye,
con ligereza se excluye,
de gozar la melodía
que, en forma de sinfonía,
de una buena rima fluye.
Y aunque aprecio ciertamente,
la indiscutible belleza,
y la fina sutileza
de una palabra luciente,
también creo sinceramente,
que, si un autor desestima,
utilizar metro y rima
al ensalzar un rosa,
sólo está escribiendo en prosa,
aunque resulte divina.
En el poemario “Infamélica” Rolando Revagliatti emplea el desliz irónico, el doblez, el juego del pensamiento que nunca es liso, que se despliega en sus muchas dimensiones y matices para ofrecernos un compendio de la condición humana. Comulgamos de esta forma con una cantidad de perfiles expuestos en determinadas situaciones íntimas y desgajadas.
Como los dedos de la mano, cinco. Norte, sur, oriente, poniente, centro. Perversa, intuitiva o fortuitamente cinco. Cinco poemas de mi autoría sin aparente conexión, solo el lazo de la consecución en lo que va del año. Dosis y dieta, Ingesta, Retiro, Lucerna y Retablo.
Mi corazón se llena de alegría, sabiendo que el buen Dios, Amor inmenso, quisiera ver mi alma, siempre en ascenso, para poder vivir Su cercanía.
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