El otoño es la estación del año que comienza con el equinoccio de otoño (23 de septiembre) y termina con el solsticio de invierno (21 de Diciembre) y llega cada vez con sus manzanas verdes y sus uvas maduras, como decía una canción portuguesa de los 70. Es periodo de transición entre el verano y el invierno, tiempo de cambios, los jardines se desnudan de sus vivos colores y visten tonos ocres y apagados marrones, los días equilibran su tiempo de luz y oscuridad, aunque esta última se va haciendo cada vez mayor a medida que nos acercamos al invierno prolongando de este modo la oscuridad, temible para unos, sensual e imaginativa para otros, pero sobre todo muy productiva para las compañías eléctricas. La moda se viste de abrigo, atrás quedaron los escotes y tirantes para dar paso a las chaquetas y foulard y terminar con las bufandas y guantes en el invierno. Es una estación en la que el organismo debe adaptarse a los cambios, debe ingerir mayor aporte energético para equilibrar el gasto que va a producirse a consecuencia de las bajadas de temperaturas, dando lugar a un descenso de la capacidad de defensa y facilitando así la llegada de infecciones.
El otoño no pasa desapercibido a toda persona que tenga un mínimo de sensibilidad, ni a pintores, como Van Gogh en su lienzo “Caen las hojas en otoño” donde nos muestra como se van liberando los árboles de sus hojas para alfombrar el suelo de un manto monocromático, ni a poetas como Mario Benedetti “..aprovechemos el otoño antes de que el futuro se congele, y no haya sitio para la belleza, porque el futuro se nos vuelve escarcha”. Es tiempo de nostalgia y melancolía, de migración de aves, de contradicciones, días de sol y alegría y de lluvia y tristeza, aunque personalmente, enclavada en el otoño de mi vida, me niego a tener ningún tipo de negruras de pensamiento y agradezco a Dios cada día al despertar, el tener la posibilidad de poder disfrutar de nuevas sensaciones y experiencias.
También, en este otoño, hay alteraciones en los partidos políticos cara a las elecciones que se celebrarán en invierno. Migraciones, zancadillas, pataleos, orgullos testosterónicos incontrolados, caídas de hojas, variación de colores, en definitiva un totum revolutum que veremos por donde vamos a salir, pues no hay que olvidar que siempre pagamos los mismos, los políticos siempre se van de rositas.
No hay mejor cosa que hablar o decir de política para que se disipe de un plumazo cualquier atisbo de nostalgia o melancolía, así que terminare recordando a Juan Ramón Jiménez en la primera estrofa de su poema Otoño “Esparce octubre, al blando movimiento del sur, las hojas áureas y las rojas, y, en la caída clara de sus hojas, se lleva al infinito el pensamiento”.
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