Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Libros
Etiquetas | Cultura | Poesía

Historia de la mal muerta

Llámase así una torre sita en Córdoba
Carmen Muñoz
viernes, 2 de octubre de 2015, 22:32 h (CET)
Vivía en esta ciudad Fernando Alonso de Córdoba
de la Orden de Calatrava, un valiente caballero,
que un día cualquiera del año casó con dama de cuento.
Beatriz de Hinestrosa a él le quitaba el sueño,
por su pelo, por sus ojos, por su cara, por su cuerpo,
toda ella tan hermosa, tan hermosos sus anhelos,
sus virtudes eran tantas, que rememorar no puedo,
me llevaría mil años, los mismos que ya no tengo
pues el tiempo se me acaba y terminarlo pretendo.
Mas hete aquí que un buen día, un día de mucho viento,
se cruzó por su destino un malvado caballero,
de nombre Jorge de Córdoba y Solier para más cierto,
era de porte muy fino, era galán y altanero,
era rico y despechado, era cobarde y violento,
envidioso, malasangre, engañador y pendejo.
Prendado de su belleza, la quiso llevar al huerto,
ya le pasea la tarde, ya le dirige requiebros,
ya le enviaba regalos, regalos todos muy buenos
que ella los rechazaba mirándolos con desprecio.
Enfurecido el amante por tamaños desencuentros,
desdeñado su amor propio y carcomido por dentro,
decidió tomar venganza contra Alonso, contra ella,
contra sus hijos y feudos.

Una fuente de calumnias cubríale a ella el cuerpo
y su marido nervioso, en arrebato de celos,
transportado por la ira, pensó que todo era cierto.
Seis puñaladas corrieron, corrieron cortando el viento,
tres fueron hacia un costado, tres al corazón directo,
muriendo desta manera, la Beatriz de mi cuento.
También fue muerto el amante, el hermano y unos cientos
pues su furia enloquecida parar no quiso el monstrenco,
pidiendo después clemencia al mismo rey, ¡por supuesto!.
El rey que no le tragaba, por tamaño desafuero,
le impuso como castigo, que construyera muy presto
una torre desabrida, para encerrarle allí dentro.
Fernando Alonso de Córdoba, muriéndose ya de viejo,
llagado todo su cuerpo,
imploraba su perdón al mismo Dios de los cielos.
Allí sus huesos quedaron, roídos y hasta deshechos,
también su oprobio infundado y sus endemoniados celos.
Y aquí termino mi historia, pues la verdad no pretendo,
que es otra muy diferente al relato que yo cuento.

Noticias relacionadas

¿Por qué se traiciona? ¿Y los cazadores? Un nuevo traidor es el alcanzado por el viejo equilibrio.

El lingüista lleva toda una vida dedicada al estudio de la lengua y, quizá a causa de eso o como consecuencia de eso, no tiene pareja. Desde el punto de vista teórico, conoce todos los entresijos de las palabras, de las oraciones, de los sintagmas…, pero, a la hora de llevarlo a la práctica, es incapaz de sentarse delante de una mujer y demostrarle todo lo que siente.

Era una casa sencilla, sin muchos lujos o detalles exóticos. La parte que da a la calle era una pared cascada, corroída por el tiempo, dentro de ella la situación era distinta, debido al decorado-ubicación-de los escritorios, libros, pinturas que mostraba en las paredes de la sala del escritor y pintor.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto